Hepatitis, enfermedades congénitas o abuso de alcohol son causas de la insuficiencia hepática. Si no se trata su origen, el hígado deja de trabajar correctamente y la situación puede derivar en una insuficiencia hepática terminal. En estos casos, el tratamiento consiste en un trasplante de hígado.
Según analiza un equipo internacional de científicos esta semana en la revista Nature, en los últimos años y debido al aumento de las tasas de enfermedad hepática, el suministro de órganos trasplantables no es suficiente para satisfacer su demanda. A esto se añade el hecho de que solo se trasplantan el 63% de hígados de donantes fallecidos.
"El suministro de hígados es inadecuado, lo que supone el gran reto al que se enfrentan las personas que necesitan este tipo trasplante", explica a Sinc David Nasralla, investigador del departamento de Ciencias Quirúrgicas en la Universidad de Oxford (Reino Unido). "El mayor riesgo al que está expuesto un paciente de estas listas de espera en cualquier parte del mundo es morir antes de ser operado", aclara el experto.
Cuando los donantes mueren a causa de problemas cardiovasculares, los órganos representan un riesgo para el receptor, con una mayor probabilidad de que el hígado nunca funcione o de que lleve a complicaciones posteriores.
Por otro lado, el daño durante la refrigeración previa al trasplante también hace que muchos de estos órganos pasen a considerarse de alto riesgo. La viabilidad hepática no se puede medir mientras el hígado se encuentra preservándose en frío, pues se anula la actividad celular normal.
Los investigadores liderados por Nasralla han descubierto que conservar los hígados a la temperatura corporal puede mejorar los resultados de futuros trasplantes y aumentar el número de posibles donantes de este órgano, reduciendo las tasas de mortalidad en la lista de espera.
El equipo de científicos ha liderado el primer ensayo aleatorizado que compara el almacenamiento en frío convencional con la perfusión de máquina normotécnica en 220 pacientes con trasplante de hígado. Al medir el daño hepático, encontraron que las lesiones eran un 50% menores con el nuevo método que al conservarlos en frío.
"La perfusión de máquina normotécnica proporciona al hígado medicamentos y nutrientes a través de sangre oxigenada y a temperatura corporal normal para conservarlo en un proceso funcional y fisiológico", detalla Nasralla. "Esto no solo ayuda a revivir al órgano tras su proceso de recuperación, sino que permite una evaluación para conocer la calidad en la que se encuentra".
De esta manera, los hígados pueden mantenerse durante 48 horas. El nuevo proceso podría llegar a permitir el control de la viabilidad junto con el tratamiento y la reparación según sea necesario.
"Con este método se podrían trasplantar un 20% más de hígados que en la actualidad, disminuyendo así un 20% la mortalidad en listas de espera de todo el mundo", concluye Nasralla.