La violenta erupción del pasado enero envió una gran cantidad de azufre a la atmósfera
En abril de 1815, el volcán Monte Tambora (Indonesia), entró en erupción. Su fuerza fue tal que todo el dióxido de azufre que inyectó en la atmósfera propició una bajada de las temperaturas que provocaron el conocido como 'Año sin verano' en muchas partes del mundo. Cuando el volcán subarino Hunga Tonga-Hunga Ha'apai, en el Pacífico Sur, despertó el pasado 15 de enero, se temió que ocurriera un efecto parecido, aunque a menor escala. ¿Podría incluso incidir en el cambio climático? Según un nuevo estudio publicado en la revista ' Advances in Atmospheric Sciences' no tanto como se pensó en un principio, si bien sus autores agregan algunas advertencias importantes.
En erupciones muy violentas, el dióxido de azufre expulsado se inyecta en la estratosfera.
Después, este se oxida y se convierte en aerosoles de sulfato, que permanecen allí uno o dos años. En ese tiempo, crean un efecto 'pantalla' que reduce la radiación solar que entra en la Tierra. Y esto provoca un breve período de enfriamiento global, como el que ocurrió hace medio siglo, cuando descendieron de media las temperaturas en los trópicos y el hemisferio norte entre 0,4 y 0,8 °C.
Las primeras estimaciones del volcán Tonga suponían que la reducción de la temperatura global del aire en la superficie sería de entre 0,03 y 0,1 °C durante los próximos uno o dos años. Sin embargo, este vaticinio podría estar 'hinchado': la erupción de Tambora emitió 53-58 terrogramas (Tg) de dióxido de azufre. Pero las mediciones satelitales de la erupción en Tonga mostraron que su ceniza volcánica alcanzó una altitud de 30 kilómetros en la estratosfera, con una masa total de solo alrededor de 0,4 Tg. Y, además, otros factores contribuirían a que las consecuencias no fuesen tan agudas.
«Esta estimación inicial puede haber sobreestimado el impacto, ya que no tuvo en cuenta el lugar donde ocurrió la erupción, lo que altera la distribución espacial de los aerosoles de sulfato estratosférico, una variable que puede alterar sustancialmente los resultados», explica Tianjun Zhou, del Instituto de Física Atmosférica en la Academia de Ciencias de China. «Esto se debe a que las emisiones de erupciones volcánicas del hemisferio sur se limitan en gran medida a circular en el mismo hemisferio y los trópicos, con un impacto menor en el hemisferio norte. Esto a su vez conduce a un enfriamiento global más débil que el de los volcanes tropicales y del hemisferio norte».
Modelando erupciones en el hemisferio sur
La parte más desafiante para los investigadores fue tener en cuenta la latitud de la liberación de aerosoles de sulfato, ya que existen pocas erupciones volcánicas del sur similares a la del volcán submarino de Tonga. Afortunadamente, las simulaciones de modelos climáticos que utilizan grandes erupciones del sur en el último milenio en general proporcionaron una referencia útil. De esta manera, los investigadores encontraron una correlación significativa entre la intensidad de 70 erupciones volcánicas seleccionadas durante el último milenio y la respuesta de la temperatura superficial media global en el primer año después de la erupción.
Después, seleccionaron y modelaron seis erupciones tropicales particularmente grandes y escalaron la respuesta de la temperatura de la superficie en línea con la intensidad de la erupción del Monte Pinatubo, de 1991, donde se expulsaron 20 Tg de dióxido de azufre. Los resultados de las simulaciones eran muy parecidas a lo que ocurrió en realidad, lo que indicó que los modelos eran acertados.
El siguiente paso fue modelar la erupción de Tonga, con su inyección estratosférica de 0,4 Tg de dióxido de azufre. Los resultados finales mostraron que la temperatura superficial media global disminuirá solo 0,004 °C en el primer año, lo que no será muy distinto de las predicciones ya estipuladas para el sistema climático. La erupción no será lo suficientemente fuerte como para superar la tendencia del calentamiento global a largo plazo.
Advertencias para el futuro
Sin embargo, los investigadores advierten que todos estos datos son en base a una única erupción; aunque no se han detectado más similares a las del 15 de enero, su reactivación podría cambiar el panorama. Y el volcán Tonga ha entrado en erupción muchas veces en los últimos 100 años. «Debemos seguir monitorizando la actividad en los próximos días, meses y años», dijo el profesor Zhou.