Sesión de reiki. / rhythmuswege (PIXABAY)
Fecha
Autor
Javier Salas

El primer CIS sobre pseudoterapias revela una preocupante desinformación de los españoles

Los expertos critican la inacción de las autoridades y avisan: "Se nos viene encima algo muy grave".

Los españoles están instalados en una confusión importante sobre las pseudoterapias, las llamadas terapias alternativas. Y los expertos alertan de que se trata de una laguna grave, más de lo esperado, que puede convertirse en un problema mayor en el futuro. El último barómetro del CIS de febrero incluía una serie de preguntas sobre la salud de los españoles, sus visitas al médico y, por primera vez, una docena de cuestiones en torno a técnicas y productos como la homeopatía y el reiki. Aunque las pseudoterapias no han probado su utilidad frente a ninguna enfermedad, las respuestas de los encuestados reflejan un importante desconocimiento entre la sociedad española de la diferencia que existe entre los tratamientos médicos y los falsos remedios.

Por ejemplo, cuando preguntan a los españoles por las razones para no usar pseudoterapias como la reflexología o la sanación espiritual, las respuestas delatan desconocimiento en el mejor de los casos y muy poco rechazo hacia técnicas y productos que no curan. Al agrupar las respuestas que muestran cierto grado de escepticismo hacia estas prácticas -"no sirven", "la medicina es suficiente", "hay mucho timo", "efectos secundarios"- se quedan 27 puntos por detrás de aquellas respuestas que abren la puerta a usarlas si se dieran las circunstancias -"las desconoce", "no tiene necesidad", "son caras"-. En la encuesta, muchos españoles dicen conocer estas técnicas, pero no parece que sepan realmente lo que son y que no funcionan.

"Se confirma en estos datos una clara confusión; no parece que lo vean como algo ajeno a la ciencia", asegura Josep Lobera, investigador de la Universidad Autónoma de Madrid. Lobera ya trabajó sobre este asunto en el Estudio de Percepción de la Ciencia, de Fecyt, donde observaron este mismo problema de confusión y desinformación. "Veíamos gente muy a favor de estas terapias y de la ciencia, a la vez", explica el sociólogo, que pone como ejemplo a la homeopatía: "La mayoría está confundida, piensa que es un medicamento porque se vende en farmacias, con su cajita, su prospecto, hasta se receta...".

Este último aspecto, el del papel de los profesionales sanitarios, también se resalta en el barómetro: hasta el 18,4% de los que practican estas pseudoterapias lo hacen con el apoyo de médicos o enfermeros y el 14% se informa sobre ellas en centros de salud.

"La gente acude a un profesional porque se supone que te va a ayudar a curarte y con esto te pueden estar alejando de tu oportunidad terapéutica", lamenta Elena Campos, presidenta de la Asociación para Proteger a los Enfermos de la Terapias Pseudocientíficas (APETP). "Se pone de relieve la necesidad de informar a la población en general y también de realizar cursos de formación a los profesionales para que sepan a qué se están enfrentando. No puedes dar por buena una decisión que parece informada, pero que en realidad nace de la confusión", critica Campos.

Este problema que muestra el CIS ya se apuntaba en aquella encuesta de Fecyt, en la que el 53% de los españoles se identificaba mucho, bastante o algo con la afirmación de que los productos homeopáticos funcionan. Aunque solo el 7% estaba muy convencido de que funciona, y según este CIS rondan el 5% los que la consumen cada año, Lobera considera que todas estas respuestas destilan una sensación de batiburrillo en la cabeza de los españoles. "Las conocen e incluso confían, no las usan porque en este momento no tienen necesidad... Me inquieta porque creo que no hay información, la gente no sabe lo que es el método científico, que los medicamentos tienen que probar su eficacia, etc.".

Cuando se pregunta a los usuarios de estas técnicas y al público en general por las razones por las que se utilizan, asoma la idea de que son buenas para mantener una vida sana y que llegan allí donde la medicina se queda corta, que destacan como las respuestas más repetidas. "Esa percepción del adjetivo natural, complementario, alternativo como algo beneficioso confunde a la gente. Y los charlatanes se aprovechan, porque dicen que "no hace daño", que hace sentir bien...", explica Jerónimo Fernández, responsable del Observatorio contra las Pseudociencias de la Organización Médica Colegial. Fernández, que se me muestra "bastante preocupado" por el papel de su gremio en este problema, alerta de que está "calando el discurso de la ineficacia de los tratamientos médicos". "La desinformación, el desconocimiento, se mezcla todo, aquellas prácticas que tienen una base de bienestar, como el yoga, con el reiki que es simplemente un engaño", lamenta. Y añade: "Lo más preocupante es la gente que cree, que ya se mueve en el ámbito de la fe, y debería haber tenido una información fiable".

Lobera está realizando un estudio a fondo sobre estos creyentes en las pseudoterapias en su grupo de la UAM y se muestra "muy preocupado" por las sensaciones que le transmiten los datos del CIS sumado a la experiencia de su investigación. "El problema es mayor de lo que podíamos pensar, porque en algunos grupos sociales es muy fuerte, como entre universitarios. Cuando hablamos de grupos demográficos con un 15% o un 20% de usuarios, ya es mucha gente", advierte. Además, el nivel de satisfacción de los usuarios de estas técnicas que no curan es por lo general tan elevado como el de los pacientes de médicos de cabecera o especialistas, según el CIS, lo que da otra pista de que se juzgan desde el ámbito de las creencias.

"Lo que me preocupa es que nos estamos encontrando con gente que tiene una narrativa propia muy sólida, que ya es casi religioso", alerta Lobera. No están en contra de ir al médico, no son anticiencia, pero lo ven muy limitado y buscan técnicas más "iluminadas", explica este sociólogo, a quien le ha sorprendido que los usuarios de estas pseudociencias forman redes personales y tejidos argumentales muy firmes, que incluyen muchas ideas en el mismo paquete. "Se nos viene encima algo muy potente, muy grave", advierte.

En la encuesta de Fecyt, se preguntó a los 6.300 encuestados qué harían en caso de tener que operarse por una enfermedad grave. Solo el 1,8% dijo como primera opción que buscaría un tratamiento alternativo a la medicina, pero hasta un 17% mencionó esta opción entre todas sus posibilidades. Y aunque el 70% mencionó que se fiaría en exclusiva de los médicos, hasta un 26% aseguró que se informaría por su cuenta, un 37% dijo que la opinión de los médicos no sería determinante y un 33% tendría en cuenta la recomendación de amigos y familiares. Todas estas respuestas abren la puerta a las pseudoterapias: según este barómetro del CIS, el 64% de los usuarios de pseudoterapias accedieron a información sobre ellas entre su círculo íntimo de amigos y conocidos.

"Desde hace dos años estamos viendo que el consumir estas terapias no tiene que ver ni con el nivel de estudios ni con la influencia de los medios, sino por el boca a boca", explica Carolina Moreno, catedrática de la Universidad de Valencia especialista en percepción social de la salud. Moreno, que coordina el proyecto ESTENAS para el estudio de las terapias alternativas, añade que el acceso surge a partir de círculos inmediatos y muy en menor media de internet (22%), y que está más vinculado a factores emocionales que racionales y a la confianza.

"La mayoría de la gente no tiene clara la diferencia entre la medicina y estas terapias", asegura Moreno. "Debería haberse gestionado desde la gobernanza, empezando por Sanidad, que no informa, y que tiene un informe que es un despropósito con 139 terapias todas mezcladas, sin distinciones claras, una lista larguísima que no se entiende", critica. Coincide con ella la presidenta de APETP, Elena Campos: "Desde Sanidad ni han hecho una campaña de concienciación, que es algo que venimos pidiendo desde hace un año. Por ejemplo, ahora la UE ha tenido que promover una campaña en favor de las vacunas, porque se ha disparado el sarampión por los recelos hacia la vacunación".

Los datos sociológicos y el análisis de los especialistas recuerdan a casos reales, como el del joven Mario Rodríguez, que murió tras abandonar la quimio durante semanas por un tratamiento alternativo. Este estudiante de Física, que lógicamente no tenía nada contra la ciencia, llegó a las pseudoterapias por recomendación de su entorno, su madre, y el curandero que le trató aseguraba que las vitaminas que le recetaban mejorarían su bienestar. Estaba tan convencido de la utilidad de estos remedios que los estuvo administrando casi hasta su muerte, que fue cuando se dio cuenta de que se había equivocado al confiar en falsos remedios. También recuerda a lo sucedido en Granada en 2010, cuando un brote de sarampión evidenció una red sólida de familias contrarias a la vacunación que obligó a intervenir a un juez para obligarlas. Son situaciones reales, advertencias que muestran que no se han establecido los cortafuegos necesarios para evitar que se extienda la desinformación pseudocientífica. "Gracias al CIS ya tenemos los datos", apunta Campos, "espero que ahora actúen los políticos".

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