El informe del IPCC pone en el punto de mira a los combustibles fósiles y a las ayudas públicas al carbón, el petróleo y el gas
Tras años de procrastinación climática, la ventana de oportunidad para conseguir que el calentamiento se quede dentro de los límites lo menos catastróficos posibles es pequeñísima. Tanto que el informe del IPCC ―el grupo de científicos que desde hace más de tres décadas sienta las bases del conocimiento sobre el calentamiento global— difundido este lunes tiene un sabor a ultimátum. Porque, si se quiere cumplir el Acuerdo de París, se requiere que las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero alcancen el pico antes de 2025 para luego caer de forma rápida y profunda en los siguientes 30 años hasta casi desaparecer en la segunda mitad del siglo. El problema es que los planes climáticos actuales de los gobiernos del mundo apuntan a que las emisiones seguirán creciendo durante esta década, lo que conduce a un calentamiento dos veces y media mayor del que ya está padeciendo el planeta y la humanidad.
Para revertir esta situación, el IPCC explica que son necesarias “reducciones profundas y, en la mayoría de los casos, inmediatas de las emisiones de los gases de efecto invernadero en todos los sectores”. Pero a lo largo de todo el documento se pone el punto de mira en el energético y, por lo tanto, en los combustibles fósiles. El informe explica que para cumplir con París se necesitan reducciones muy profundas —en algunos casos del 100%― del uso del carbón, el petróleo y el gas para 2050. Aunque no se rechaza la posibilidad del uso de las técnicas de captura del dióxido de carbono, lo que permitiría seguir quemando estos combustibles, la alternativa clara que se dibuja son las renovables, cuyos costes se han desplomado. Además, se señala que la eliminación de las ayudas públicas a estos combustibles, como las que están aprobando los gobiernos para contrarrestar la subida de los precios de la gasolina por la guerra de Ucrania, lograría por si sola una reducción del 10% de las emisiones mundiales para 2030. António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, lo resume así: “Es hora de que dejemos de quemar nuestro planeta y empecemos a invertir en las abundantes energías renovables que nos rodean”. “Es ahora o nunca”, ha añadido Jim Skea, uno de científicos que ha coordinado este estudio para el IPCC.
Este informe es la tercera y última entrega de la gran revisión de todo el conocimiento científico acumulado en los últimos años que está haciendo el IPCC, e incluye el análisis de más de 18.000 artículos y publicaciones. Lo que se ha difundido este lunes es el resumen que se debate entre los científicos y los casi 200 países que participan en las negociaciones climáticas en la ONU. Como ha explicado Inger Andersen, que dirige el departamento de Medio Ambiente de la ONU (Pnuma), con esta entrega se “completa la imagen de la crisis climática a la que se enfrenta la humanidad”. “Y no es un retrato bonito”, ha advertido.
La primera entrega de esta revisión, publicada en agosto, se centró en las bases físicas del calentamiento y concluyó que la humanidad es la responsable de una situación que está ya acelerando e intensificando los fenómenos meteorológicos extremos y causando daños irreversibles en el planeta. La segunda, difundida a finales de febrero, se centró en las consecuencias de esta crisis, cuyo “alcance y magnitud” son mayores de lo que se había estimado hasta ahora y dejan en situación de una enorme vulnerabilidad a la mitad de la población. Y la tercera, que se ha presentado este lunes, se centra en la mitigación, es decir, en las soluciones que debe poner en marcha el ser humano para que el calentamiento se quede dentro de los límites más seguros.
El umbral de seguridad se fijó en el Acuerdo de París: el aumento de la temperatura media mundial no debe superar los 2 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales, y en la medida de lo posible los 1,5. En estos momentos, el calentamiento ya está por encima de los 1,1 grados. Por lo que, como advierte el informe difundido, la ventana de oportunidad se está cerrando y los planes actuales llevan a un incremento de 2,8 grados a finales de siglo, lo que implica más y peores impactos, como sequías, subida del nivel del mar, hambrunas, pérdida de biodiversidad...
En el informe se trazan posibles trayectorias para cumplir con las metas de 1,5 y 2 grados, y en todas, las emisiones mundiales tienen que tocar techo antes de 2025. Lo que ocurra luego es lo que diferencia a unas y otras. Para lograr que el calentamiento no sobrepase los 2 grados, las emisiones en 2030 deberán ser un 27% menores y un 63% en 2050, tomando como referencia las de 2019. Si se quiere cumplir con el objetivo de 1,5 grados, esa reducción debe ser del 43% en 2030 y del 84% en 2050. Pero el calentamiento se encuentra ya tan cerca de esos 1,5 grados que el IPCC plantea un tercer escenario: que se superen temporalmente los 1,5 grados para luego bajar gracias a las medidas puestas en marcha. En este tercer escenario, las reducciones de gases de efecto invernadero tendrían que caer un 23% en 2030 y un 75% en 2050. El dióxido de carbono es el principal de estos gases, pero en el informe se pone también el acento en el metano, con un poder de calentamiento mucho mayor, aunque permanece menos tiempo en la atmósfera. Para cumplir con el Acuerdo de París, el metano debe reducirse alrededor de un tercio esta década.
Esta es la sexta revisión que realiza el IPCC (siglas en inglés del Panel Intergubernamental del Cambio Climático) desde que fue creado en 1988 bajo el paraguas de la ONU. La anterior, que se concluyó en 2014, sentó las bases científicas para que se firmara a finales de 2015 el Acuerdo de París. Y la de ahora sirve para poner en evidencia que los planes de recorte que han prometido todos los firmantes de este pacto no son suficientes y para detallar qué se debe hacer en las próximas décadas para corregir la tendencia de emisiones crecientes a pesar de las alertas científicas.
Pero el reporte del IPCC llega en un momento muy delicado, también para la lucha contra el cambio climático. Las políticas de recuperación tras la pandemia ya habían hecho repuntar las emisiones de gases de efecto invernadero, pero la situación puede empeorar todavía más con las políticas de impulso a la extracción de petróleo y gas por la guerra de Ucrania y el alza de precios energéticos. “Aumentar la producción de combustibles fósiles solo empeorará las cosas”, ha advertido Guterres en un duro comunicado, en el que ha lamentado la “letanía de promesas climáticas incumplidas” de los gobiernos.
El impacto de la invasión rusa de Ucrania
El informe apunta claramente a los combustibles fósiles. Señala que se necesita “una reducción sustancial en el uso general” de estos y “el despliegue de fuentes de energía de bajas emisiones”. Y lo pone en cifras. Para cumplir con la meta más ambiciosa, los 1,5 grados, en 2050 el uso global de carbón, petróleo y gas tendrá que haberse reducido un 100%, un 60% y un 70%, respectivamente, en comparación con 2019. Si se aplican las medidas de captura y almacenaje de dióxido de carbono, que en estos momentos son marginales y costosas, esas reducciones se suavizarían algo.
La crisis energética derivada de la invasión rusa de Ucrania también está haciendo que muchos gobiernos concedan ayudas para la compra de carburantes o rebajen los impuestos. El informe del IPCC señala, sin embargo, que “la eliminación de los subsidios a los combustibles fósiles reduciría las emisiones, mejoraría los ingresos públicos y el desempeño macroeconómico, y produciría otros beneficios ambientales y de desarrollo sostenible”. No obstante, se reconoce que puede “tener efectos distributivos adversos” para los más vulnerables, por lo que deben aplicarse medidas de “redistribución de los ingresos ahorrados”.
Renovables y movilidad eléctrica
Aunque en el informe se exponen los beneficios de las políticas de disminución de la demanda energética y de la eficiencia, por ejemplo en el sector de la construcción, la alternativa más clara que se vislumbra a los combustibles fósiles son las renovables. “Los sistemas eléctricos alimentados predominantemente por energías renovables son cada vez más viables”, añade. “A pesar de que persisten desafíos operativos, tecnológicos, económicos, regulatorios y sociales, han surgido una variedad de soluciones sistémicas para acomodar grandes cuotas de energías renovables en el sistema energético”, se indica en el informe, que también recalca la necesidad de apostar por los sistemas de almacenamiento, las redes inteligentes, los biocombustibles sostenibles y el hidrógeno.
Los expertos del IPCC recuerdan que, entre 2010 y 2019, se han producido disminuciones sostenidas en los costos de la energía solar (una caída del 85%), la energía eólica (55%) y las baterías de iones de litio (85%), lo que ha hecho que se produzca un despliegue acelerado de estas tecnologías en el mundo.
El estudio sitúa también al transporte como una de las piezas clave para cumplir con los objetivos de París. Para cumplir la meta del 1,5 grados, las emisiones de dióxido de carbono relacionadas con el transporte mundial se tendrán que reducir un 59% en 2050 respecto a las actuales. Para el objetivo de los 2 grados, un 29%. Y la alternativa en este caso también parece clara: “Los vehículos eléctricos propulsados por electricidad de bajas emisiones ofrecen el mayor potencial de descarbonización para el transporte terrestre”. En el resumen difundido este lunes solo se hacen dos menciones muy colaterales a la energía nuclear.
En el caso de los usos de los suelos también se apunta al potencial que tiene la reforestación para impulsar los sumideros de dióxido de carbono (los bosques que capturan esas emisiones y las retienen) cuando se implementan de forma sostenible. Pero se advierte: “No pueden compensar completamente el retraso en la acción en otros sectores”. Los expertos se refieren aquí al riesgo de que se quiera luchar contra el cambio climático solo con acciones de reforestación sin recortes brutos de las emisiones.
Cambios sociales y de comportamiento
El documento hace hincapié en los beneficios que puede tener la reducción de la demanda energética, gracias a las mejoras tecnológicas y a los cambios socioculturales y de comportamiento. Se señala que “las opciones de respuesta de mitigación del lado de la demanda son consistentes con la mejora del bienestar básico para todos”.
El IPCC resalta lo rentable que puede ser la gran transformación necesaria para reducir drásticamente las emisiones de efecto invernadero, y concluye que “el beneficio económico global de limitar el calentamiento a 2 grados excede el coste de mitigación en la mayoría de la literatura evaluada”. Por último, el documento lanza otra advertencia: “Las vías de desarrollo actuales pueden crear barreras de comportamiento, espaciales, económicas y sociales para acelerar la mitigación”.