Entrevista a Eusebio González, promotor de Health&Safety4All, uno de los proyectos seleccionados en el Hackathon ‘Vence al virus’ de la Comunidad de Madrid
¿En qué consiste y cómo funciona vuestro proyecto?
Desde hace 15 años desarrollo mi actividad como ingeniero industrial en África, y a raíz de la irrupción del coronavirus nos dimos cuenta de que aunque la situación era verdaderamente preocupante aquí, estábamos sufriendo la pandemia en una situación privilegiada en comparación con otras sociedades muchísimo más desfavorecidas, por lo que junto a un grupo de profesionales, tanto en España como en África, nos pusimos a pensar cómo podíamos de alguna manera paliar y dar solución y oportunidades a una serie de personas desfavorecidas.
Básicamente el concepto consiste en hacer una transferencia de conocimiento para empoderar a colectivos desfavorecidos y darle solución a algo tan frustrante como que desde la Organización Mundial de la Salud y otros organismos de salud internacionales se estén dando consignas frente al virus de que hay que lavarse las manos, ponerse la mascarilla y utilizar desinfectante, y que tanto por su nivel de renta (ya que son colectivos que viven con menos de 1 dólar al día) como por la ausencia de redes de abastecimiento de agua, les sea absolutamente imposible cumplir dichas recomendaciones. Entonces la idea es dar solución a esas necesidades con recursos locales, recursos ecológicos y medios humanos y técnicos locales y aprovechar ese problema para darles la oportunidad de que sean ellos los que fabriquen esa serie de productos y después los comercialicen. Es decir, empoderamos a colectivos de tal forma que no solamente les vamos a enseñar a fabricar jabón o bioetanol o una mascarilla, sino que les vamos a dar soporte para que lo puedan comercializar ya sea a nivel local o a nivel global a través de comercio justo que está muy de moda por ejemplo.
¿En qué punto se encuentra actualmente el proyecto y cuáles son sus próximos pasos?
El desarrollo que va más adelantado es la fabricación de jabones ecológicos a través de ceniza, grasa procedente de aceites vegetales usados como el aceite de coco o el aceite de palma muy comunes en todo este ámbito geográfico, y biomasa que puede venir de la fracción orgánica de residuos urbanos o bien de otros productos vegetales, y con todo esto fabricamos el bioetanol.
Tenemos que estar muy agradecidos de que la Consejería de Ciencia, Universidades e Innovación, haya premiado nuestra iniciativa a pesar de no estar enfocada a la Comunidad de Madrid
Es el proyecto que está más avanzado, hemos hecho los prototipos, hemos hecho ensayos, hemos transferido parte de nuestras tecnologías a destino y ahora lo que necesitamos es financiación para implantar en una serie de comunidades con las que estamos en contacto (Santo Tomé, Camerún, El Congo y Honduras) la maquinaria y los procesos necesarios para procesar, envasar y comercializar el producto.
¿Cuál dirías que ha sido vuestro el mayor logro?
Nuestro logro será cuando logremos convertir en una oportunidad el problema de la protección contra el virus que tienen estas comunidades altamente vulnerables, cuando no solo consigamos fabricar bioalcohol con residuos, sino cuando les acompañemos en todo ese proceso, ayudándoles a formarse en una cooperativa o en una sociedad que pueda comercializar esos productos a nivel local o en España.
¿Qué dificultades os habéis encontrado durante estos meses?
Fundamentalmente la financiación, porque en todo el equipo solo hay una persona experta en cooperación. Nos hemos dado cuenta de lo distinto que es la cooperación internacional del voluntariado. Se trata de un mundo muy profesionalizado en el que el acompañamiento y el soporte de la Fundación madri+d es vital y nos está llevando a buscar partners, inversores, a acudir a convocatorias… y para nosotros es la parte más dificultosa.
La otra dificultad es que todos tenemos nuestras profesiones y necesidades que cubrir, y para muchos esta situación es compleja, porque si en España está habiendo dificultades a la hora de cobrar los ERTEs o recibir las ayudas, en estos países no hay ayuda ninguna y la economía se ha desplomado en mucha mayor medida que en el primer mundo, y esto afecta a la falta de tiempo o a los recursos que podemos destinar al proyecto.
Háblanos del equipo humano que está detrás del proyecto.
En un principio fue a través de contactos y conocidos que me llamaban para interesarse por cómo estábamos afrontando el COVID en África. Se fue creando un grupo en el que había ingenieros, profesionales de la medicina, de la cooperación, etc. y esa primera matriz se amplió mucho gracias al hackathon: Nos decidimos a participar prácticamente a última hora, el proyecto gustó y vimos con gran asombro como una serie de profesionales de la investigación, del mundo de la cooperación, del ámbito médico… quisieron unirse a nuestro proyecto y hemos formado un equipo entusiasta y con muchísimas ganas de dar soluciones.
¿Qué ha supuesto para vosotros ser uno de los 20 proyectos seleccionados de los más de 750 que se inscribieron en el Hackatón?
Fue sorprendente vivir desde dentro esa inteligencia colectiva que se creó a través de la gente que acudió al hackathon. La verdad es que nuestro proyecto tiene mucho recorrido y parece que a la gente le gusta. Resultar seleccionados fue un subidón muy grande. Realmente ni ser todos los miembros procedentes de esta región.
¿De qué manera os está ayudando la Fundación para el Conocimiento madri+d? ¿Qué es lo que más valoras del soporte de madri+d?
La Fundación nos ha dado un apoyo brutal. En los momentos bajos siempre nos daba una alternativa, una solución para seguir adelante. Ha sido nuestra madrina porque nos ha abierto un montón de puertas, nos ha ayudado a desarrollar un montón de facetas que nos faltaban por desarrollar y nos está poniendo a jugar en otra liga muy distinta a la que nosotros jugábamos.