Investigadores españoles han encontrado una asociación con un mayor riesgo de cáncer de mama y de próstata
Vemos series y películas en la televisión, utilizamos aplicaciones en el móvil, algunos teletrabajamos, publicamos en nuestras redes sociales contenidos, estamos iluminados constantemente por farolas y carteles publicitarios… Estamos continuamente expuestos a la luz artificial.
Y entre rumores de posibles apagones a nivel mundial, nos hemos dado cuenta de la dependencia que tiene el mundo de la luz y la electricidad, y muchos nos preguntamos cuál es el nivel de exposición y cómo puede afectar la contaminación lumínica a nuestra salud y a la del medioambiente.
¿Es la nueva reforma sobre la iluminación exterior suficiente? Pues parece ser que, a pesar de los intentos de las autoridades por reducir la contaminación lumínica, los expertos creen que no son suficientes para reducirla. Concretamente, el pasado mes de septiembre, la Sociedad Española de Astronomía (SEA) expresó su preocupación ante el proyecto de reforma del Real Decreto 1890/2008, que regula la iluminación exterior, ya que, según aseguraron en un comunicado, “aunque sobre el papel prevé la reducción de la contaminación lumínica, podría tener justamente el efecto contrario”.
Defendiendo que se trata de un enfoque industrial y no medioambiental, la SEA denuncia que “el proyecto de reforma establece valores de iluminación máximos que son excesivos de acuerdo con el conocimiento actual y, al mismo tiempo, prevé mecanismos para rebasarlos, a la vez que impone valores mínimos injustificados”. Además, denuncia que se favorece la luz azul en lugar de la luz cálida, “en contra de toda la investigación que muestra que la luz fría resulta la más perjudicial para las personas, el cielo nocturno y el medioambiente”.
El conocido artículo de investigación -publicado en la revista 'Science Advances'- titulado 'Atlas mundial de brillo artificial del cielo nocturno' ya alertó de la situación. A través de un atlas mundial de luminancia del cielo artificial, que calcularon con un software de propagación de la contaminación lumínica utilizando nuevos datos satelitales de alta resolución y nuevas mediciones precisas del brillo del cielo, se dieron cuenta de que más del 80% del mundo y más del 99% de la población estadounidense y europea vive bajo cielos contaminados por la luz. “La Vía Láctea está oculta para más de un tercio de la humanidad, incluido el 60% de los europeos y casi el 80% de los norteamericanos”, advertían.
¿Cuáles son las fuentes naturales de iluminación de la noche? Principalmente, la luna, la emisión atmosférica natural (es decir, el resplandor del aire), las estrellas y la Vía Láctea y la luz zodiacal. El problema es que, como explicaban en el artículo de 'Science Advances', la luz artificial dispersa en la atmósfera aumenta la luminosidad del cielo nocturno, creando el efecto negativo más visible de la contaminación lumínica: el resplandor artificial.
Y las consecuencias, según los investigadores, tienen un impacto directo en la salud del ser humano, que pierde la oportunidad de ver y reflexionar sobre el cielo nocturno, además de obstaculizar las observaciones astronómicas ópticas desde tierra, como añaden.
Esta situación está afectando al equilibrio de nuestro medioambiente y al desarrollo de muchas especies que ven dificultado su proceso de reproducción y de supervivencia. Uno de los casos más representativos es el de los polinizadores, esenciales para la biodiversidad y para el ser humano, ya que, según la FAO, más del 75% de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización.
De hecho, un estudio, publicado en 'Nature', ya demostró que “la luz artificial en la noche interrumpe las redes de polinización nocturna y tiene consecuencias negativas para el éxito reproductivo de las plantas”. Y los resultados mostraron que en las comunidades de plantas polinizadoras iluminadas artificialmente, “las visitas nocturnas a las plantas se redujeron en un 62% en comparación con las áreas oscuras. En particular, esto resultó en una reducción general del 13% en la producción de frutos de una planta focal, aunque la planta también recibió numerosas visitas de polinizadores diurnos”.
Probablemente alguna de las consecuencias más conocidas de esta contaminación lumínica en la salud sea el aumento de episodios de insomnio, nerviosismo, etc, ya que nuestro organismo sigue los ciclos circadianos, es decir, los procesos naturales (cambios físicos, mentales y conductuales) que se producen durante un ciclo de 24 horas y que responden, principalmente, a la luz y la oscuridad, y afectan a la mayoría de seres vivos, incluidos los animales, las plantas y los microbios, como explica el Instituto Nacional de Ciencias Médicas Generales de Estados Unidos.
Sin embargo, hay otras consecuencias que no son tan conocidas. En el marco del estudio MCC-Spain, realizado dentro del Consorcio Español de Investigación Biomédica en Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP), que evalúa factores etiológicos de cánceres comunes con intención de prevenir el cáncer en España a través de la investigación, un equipo de investigadores estudió la asociación entre la exposición nocturna a la luz artificial y el riesgo de cáncer de mama y de próstata en España.
Partiendo de la idea de que el trabajo nocturno, la exposición a la luz durante la noche (ALAN) y la alteración circadiana podrían aumentar el riesgo de cánceres dependientes de hormonas, el equipo estudió la asociación de la exposición a ALAN durante el sueño con el cáncer de mama y de próstata en un estudio con sujetos que nunca habían trabajado de noche. “Evaluamos el cronotipo, una característica que puede relacionarse con la adaptación a la luz nocturna”, apuntan.
Y los resultados fueron reveladores: “Entre los participantes de Barcelona y Madrid con información sobre ALAN tanto en interiores como en exteriores, la exposición a ALAN al aire libre en el espectro de luz azul se asoció con el cáncer de mama y cáncer de próstata. Por el contrario, los expuestos a la intensidad más alta frente a la más baja de ALAN al aire libre tenían más probabilidades de ser controles que casos, en particular para el cáncer de próstata. En comparación con los que informaron haber dormido en la oscuridad total, los hombres que dormían en dormitorios "bastante iluminados" tenían un mayor riesgo de cáncer de próstata, mientras que las mujeres tenían un riesgo ligeramente menor de cáncer de mama”.