El "Toxoplasma gondii" es un pequeño ser unicelular que vive en muchos de nuestros cuerpos y es capaz de modificar nuestra conducta
Aunque su hospedador natural son los felinos, una de cada tres personas en el mundo convive con este parásito en su organismo. Normalmente el parásito forma quistes en diferentes tejidos, incluído el cerebro. Y aunque en algunos casos puede generar dolencias graves, en muchos otros pasa desapercibido, conviviendo con el hospedador.
Sin embargo, como la vocación de este parásito es acabar en el cuerpo de un felino para poder reproducirse y colonizar nuevos cuerpos, a lo largo de su evolución ha ido desarrollando técnicas que le conduzcan a este fin. Estudios en ratas y ratones muestran que cuando estos animales alojan quistes de toxoplasma se comportan de una manera más temeraria, exponiéndose en lugares abiertos o desplazándose a lugares frecuentados por gatos. También hay datos de comportamientos similares en otros animales, como hienas o marsupiales. Y hay fuertes indicios de que algo parecido ocurre en humanos.
En humanos los quistes de toxoplasma están asociados a una mayor incidencia de accidentes de tráfico, esquizofrenia y también intentos de suicidio. En otros casos, ese comportamiento desinhibido se relaciona con cosas más positivas, como el emprendedorismo.
Lo hemos leído en este recomendable artículo en The Conversation, donde además se citan muchos de los estudios científicos originales.
Foto de portada: AJ Cann