En este artículo publicado hace unos días en The New Yorker, la periodista Shayla Love aborda la cuestión de si los insectos pueden sentir dolor, un tema que ha cobrado relevancia tras el Brexit, cuando el Reino Unido dejó de reconocer a los animales como seres sintientes bajo la legislación de la Unión Europea. Aunque el gobierno británico ha aprobado leyes sobre la sentiencia en vertebrados, los invertebrados, que representan el 97% de los animales, quedan excluidos.
Investigadores, como el filósofo Jonathan Birch, han examinado criterios para determinar la capacidad de sentir, y estudios recientes han demostrado que ciertos crustáceos y cefalópodos cumplen con estos criterios. Además, la investigadora Tilda Gibbons mostró que las abejas hacen elecciones motivadas en función de recompensas, sugiriendo que pueden experimentar placer y dolor. Otras evidencias indican que insectos como mosquitos y cucarachas también podrían sentir dolor.
El artículo destaca la necesidad de reconsiderar cómo los humanos interactúan con los insectos, dado que su bienestar rara vez es contemplado, a pesar de su complejidad biológica y comportamental.