Somos los únicos seres vivos que se sonrojan aunque no está demasiado claro por qué lo hacemos
Todos hemos sentido alguna vez la sensación de ponernos rojos, sea por tener que hablar en público, por sentir vergüenza de algo que se está hablando o simplemente al sospechar que una situación nos va a hacer sonrojar, a modo de profecía autocumplida. Sabemos que nos sonrojamos como respuesta a determinadas situaciones sociales, pero a día de hoy no está demasiado clara cuál es la función biológica o evolutiva del rubor. Darwin lo describió como “la más peculiar y humana de todas las expresiones”.
Quizás la característica más distintiva del rubor es que es un acto involuntario. Al no poder fingirse, los humanos lo interpretamos como un gesto “auténtico”, que nos inclina a pensar que la persona que se sonroja es sincera, algo que podría explicar su valor evolutivo.
Si os interesa el tema, en este artículo del psicólogo Ray Crozier se explica bien lo que se sabe sobre el rubor, desde sus causas fisiológicas a su posible función. Una cosa queda clara después de su lectura: a pesar de lo interesante del tema, hay poca investigación al respecto.