La historia de Barbara McClintock es un buen ejemplo de cómo a veces es mejor ser valiente que humilde
En este artículo escrito por la filósofa Rachel Fraser y publicado en Aeon se desafía la idea de que la humildad intelectual es una virtud esencial para el pensamiento. Lo hace a través de la historia de Barbara McClintock, una genetista que revolucionó nuestro entendimiento del ADN y mantuvo su enfoque a pesar de las críticas de sus colegas. Su singular enfoque y su autoconfianza fueron la clave de su éxito, y no tanto su humildad,. El artículo sostiene que, aunque la humildad intelectual es a menudo promovida para mitigar errores de juicio y polarización en la era de la información, no siempre contribuye al progreso del conocimiento.
La historia de McClintock sugiere que a veces el crecimiento del conocimiento requiere una mezcla de confianza propia y visión personal, incluso si estas cualidades no se alinean con lo que tradicionalmente se considera virtuoso. Además, Fraser argumenta que no existen virtudes intelectuales universales, ya que diferentes rasgos pueden conducir al conocimiento en distintos contextos.
Foto de portada: Maia Weinstock