Hace unas semanas se publicó un artículo en la revista Science que cuenta cómo la introducción de una hormiga invasora cambió el paisaje de una sabana africana y obligó a las especies que vivían en ella a cambiar sus hábitos.
Todo empezó con la llegada de una hormiga de la especie Pheidole megacephala. Su aparición en la sabana de estudio hizo que desapareciesen las hormigas locales, que hasta ese momento vivían en las acacias espinosas de la sabana. Las hormigas locales y las acacias habían establecido una relación mutualista de la que tanto las plantas como los insectos se beneficiaban: mientras que las hormigas podían alimentarse del néctar de las acacias, las plantas se veían protegidas de los elefantes gracias a las picaduras de las hormigas.
Sin embargo, al desaparecer las hormigas locales por culpa de la llegada de la hormiga invasora, las acacias quedaron desprotegidas y a merced de los elefantes. La desaparición de los árboles cambió la fisonomía de la sábana. Pero ahí no acabó todo. Con el surgimiento de un paisaje más abierto, los leones empezaron a encontrar más dificultades para esconderse y cazar cebras. Como resultado, se vieron obligados a variar sus hábitos y empezar a cazar búfalos. Toda una cascada de efectos ambientales causada por una única y diminuta especie.
Si os ha interesado la historia, os recomendamos que leáis el artículo sobre el estudio que ha escrito Antonio Martínez Ron en El Diario y que cuenta con comentarios de varios expertos en ecología.
Foto de portada: Philipp Hoenle