Un envío de animales causó en Australia una de las mayores invasiones biológicas de las que se tiene registro
En 1859 William Austin le envió desde Inglaterra a su hermano Thomas, residente en la ciudad australiana de Sidney, 24 conejos. En poco tiempo, los conejos se reprodujeron y expandieron por todo el país con terribles consecuencias tanto para la fauna local como para la agricultura.
No era la primera vez que se llevaban conejos al continente australiano. De hecho, desde los primeros viajes ingleses a la isla a finales del siglo XVIII, hay registros de más de 90 envíos de conejos durante las siguientes décadas. Sin embargo, un estudio genético publicado este año indica que fueron los conejos de Thomas los culpables de la terrible expansión.
El análisis de ADN de cientos de conejos de distintos lugares ha permitido recrear el árbol genealógico de la especie. Esa información, combinada con datos históricos, les lleva a los autores a concluir que los especímenes australianos provienen todos de la región donde se encuentra la granja de Thomas Austin.
Según el estudio, la clave de la expansión de los conejos de la finca de Thomas está en que, al contrario de lo que ocurrió con otras introducciones, en este caso los animales eran salvajes. Esa diversidad genética, junto con una mayor capacidad para huir de potenciales depredadores, les permitió prosperar.
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Foto de portada: Liz Poon/CSIRO.