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Autor
Augusto Silva González (Investigador científico. Centro de Investigaciones Biológicas. Consejo Superior de Investigaciones Científicas)

Los Premios Nobel de Medicina 2012: Un futuro prometedor

Conocer como una única célula se convierte en un organismo tan complejo como el ser humano es fascinante. De hecho miles de científicos han participado, de una forma u otra, en conocer los secretos de aquellos elementos que estando dentro de nuestras células permiten que esto suceda. Y todo esto está exclusivamente definido en una pequeña hebra, que es el DNA. En este finísimo hilo, en el DNA, la sucesión de cuatro componentes (denominadas bases) define lo que somos y lo que serán nuestros hijos quienes heredaran parte de esta información. En la secuencia de estas cuatro bases, están definidos los genes, que definirán como somos (nuestro fenotipo) y las secuencias que regularan su expresión, y que durante un tiempo se considero DNA 'basura'. Porque no todos los genes se usan al mismo tiempo, hay genes que contribuirán a crear un tipo de células que forman un tejido como el corazón y otros genes que se activaran para crear células de riñón o hígado.
Para organizar este enorme lío, la célula inicial de la que deriva el embrión y luego el ser adulto, se organiza generando células responsables de cada tejido, "tú serás la célula que formarás un hígado, tu harás el cerebro y tu harás el corazón". Son las células madre de tejido, que están allí desde que se forma el tejido, antes de nacer, hasta que nos morimos, porque de ellas dependerá que nuestros tejidos y nuestros órganos se encuentren jóvenes y activos hasta la muerte sustituyendo las células viejas por nuevas.

¡No es fantástico! !!En teoría ya podemos generar embriones de los que derivar tejidos que nos permitan curar a los tejidos dañados, a partir de nuestras propias células!!

Pero este proceso es altamente complejo. Utilizando inicialmente pequeñas ranas de laboratorio (Xenopus), el británico John B. Gurdon, comenzó a estudiar los pasos que debían de dar las células para convertirse en células madre y luego en células de tejido. Así, inició experimentos claves para entender la reprogramación celular. Inyectando los núcleos de células de rana en células anucleadas (células a las que les habían quitado el núcleo), pudo analizar como las proteínas que envuelven y protegen la fibra de DNA, se modifican para que solo algunos genes se activen mientras que otros duermen y estos cambios provocan que una célula vaya a ser una parte de un hígado o de un corazón. Hay mucho que aprender, pero los primeros pasos en la reprogramación que sucede en el núcleo de nuestras células y que crean a las células madre y a las células de los tejidos han sido dados por John Gurdon.

Y cuando todo parecía más claro, cuando solo un grupo pequeño de células tenían esa capacidad de generar y mantener a los tejidos, cuando la única fuente de células que podíamos usar para regenerar un tejido dañando eran nuestras propias células madre, de repente todo cambió. Alguien debió pensar, "si la información genética (el DNA) que tenemos está por igual en todas las células del organismo, eso podría significa que todas las células conservan la capacidad de ser cualquier tipo de célula madre y por lo tanto podrían regenerar un nuevo individuo". En experimentos, que difícilmente serían aprobados por la mayoría de las agencias financiadoras de investigación, el japonés Shinya Yamanaka comenzó a introducir genes, que solo se activaban en etapas muy tempranas del desarrollo del embrión, en las células de un tejido ya formado. Tras muchos intentos, Yamanaka, observo como al introducir solo cuatro genes (cuatro pequeñas secuencias de DNA) en una célula de la piel esta se parecía y funcionaba como si fuese una célula embrionaria. Es decir había llevado los estudios de reprogramación celular que había estudiado su compañero Gurdon a las últimas consecuencias, siendo posible que una célula ya madura, se reprogramase, pusiese a dormir a genes de un tejido y activase genes que sus células antecesoras habían utilizado cuando fueron células embrionarias. Estas células de tejidos que hemos podido convertir en células germinales se denominaron células iPS (células pluripotentes inducidas) y permite convertir una célula de piel, de corazón, o de otro tejido, en un embrión del que se formaran todos los tejidos para formar una nuevo ser. Es decir casi a partir de cuatro trocitos de DNA y de una célula de un pelo... podemos hacernos un duplicado...

¡¡No es fantástico! !!En teoría ya podemos generar embriones de los que derivar tejidos que nos permitan curar a los tejidos dañados, a partir de nuestras propias células!!

Sin embargo, aunque es evidente que esto puede evitar el uso de embriones humanos, muy cuestionable éticamente, en los animales de experimentación que se han utilizado estas técnicas, muchos de los animales que nacieron de los embriones de las células iPS, desarrollaron cáncer y aun desconocemos la estabilidad genética de estas células durante la vida de estos animales. Por eso hoy hay una prohibición total de su uso en seres humanos hasta que tengamos las garantías necesarias sobre su seguridad y su eficacia.

Pero es indudable que la posibilidad de tratar enfermedades con células y el uso de las terapias avanzadas, la terapia celular, la terapia génica y la ingeniería tisular, constituyen el gran reto y la gran esperanza para el tratamiento de muchas enfermedades hasta hoy incurables.

Son John Gurdon y Shinya Yamanaka, los brillantes y merecidos Premios Nobel 2012, los que han dado el primer paso, un paso decisivo que debe de ser seguido por nuevas investigaciones sobre la reprogramación celular y que demuestren la inocuidad de estas nuevas terapias.

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