UN HITO PARA LOS ESTUDIOS SOBRE LA CORTE EN ESPAÑA<br>
Reseña realizada por Félix Labrador Arroyo<br>
Profesor de la<br>Universidad Rey Juan Carlos
Como segundo título de la colección "La Corte en Europa" de la Editorial Polifemo, Literatura y facciones cortesanas en la España del siglo XVI ofrece un completo estudio sobre la vida y obra del escritor medinense Antonio de Villegas (1522- post. 1578) desde la perspectiva de los nuevos estudios sobre la Corte en España, que con esta obra muestran definitivamente su pertinencia y utilidad para otras áreas de conocimiento íntimamente vinculadas a la Historia Moderna, tales como la Literatura Española del Siglo de Oro. Con este trabajo, por tanto, el paradigma historiográfico que ha inspirado, desde 1992, las investigaciones dirigidas por el profesor José Martínez Millán en la Universidad Autónoma de Madrid alcanzan -ya plenamente- dimensión interdisciplinar, una vez abierto el camino a la Historia del Arte, a la Historia de la Música o a la propia Historia de la Literatura Española para que, con sus distintas aportaciones, profundicen y enriquezcan un modelo interpretativo en expansión.
A modo de recordatorio -y para entender la relevancia del texto que nos ocupa- es preciso remontarse a los orígenes de los estudios sobre la Corte en España, que se iniciaron, hace ya más de tres lustros, con Instituciones y elites de poder en la monarquía hispana durante el siglo XVI (Madrid, 1992), obra a la que pronto siguió La corte de Felipe II (Madrid, 1994), donde quedaron establecidas las bases teóricas y metodológicas del grupo -la concepción de la Corte, el sistema político propio y distintivo de la Edad Moderna, como red de relaciones personales- al ser empleadas en el examen práctico de los personajes y grupos de poder más influyentes del Quinientos español. Poco tiempo después, Felipe II (1527-1598): la configuración de la Monarquía hispana (Salamanca, 1998) constituiría, como articulación y síntesis de numerosos trabajos particulares, el primer estudio general sobre la España del siglo XVI sustentado en el análisis de facciones y en la aplicación de nuevos conceptos como el de "confesionalización" al ámbito hispano. Dos años después, los cinco volúmenes de La corte de Carlos V (Madrid, 2000), ofrecieron, para cerrar el período, una pormenorizada descripción de las Casa reales de la Monarquía concebidas como elemento integrador del reino, a la que se añadió, a modo de apéndice, un completo índice de cortesanos que, desde entonces, constituye una fuente de obligada consulta para cualquier indagación prosopográfica circunscrita al período del Emperador. Finalmente, La Monarquía de Felipe II. La casa del rey (Madrid, 2005) y el más reciente La Monarquía de Felipe III. La casa del rey (Madrid, 2007-2008) han abordado los reinados siguientes incidiendo en el mismo enfoque.
Andados los años, pues, esta fecunda línea de investigación permite ya aplicar sus avances historiográficos a otras disciplinas de humanidades, que podrán alcanzar en los próximos años nuevas cotas apoyándose en aquéllos. Este salto cualitativo es, precisamente, lo que representa Literatura y facciones cortesanas en la España del siglo XVI: estudio y edición del Inventario de Antonio de Villegas, donde se presenta, junto a la edición del Inventario -cancionero de sabor misceláneo en el que se incluyó la versión más celebrada hoy día del Abencerraje- un variado estudio del autor y su obra. El mismo se inicia con la primera biografía documentada del medinense Antonio de Villegas, prosigue con la reconstrucción de la trayectoria editorial de la obra y concluye con un análisis literario de las variadas composiciones que jalonan el cancionero. Esta estructura tripartita, por consiguiente, permite al autor integrar en un mismo discurso argumentos pertenecientes a disciplinas tan diversas como la historia local, la historia de la Corte, la sociología de la edición, la bibliografía material o la crítica literaria que, una vez armonizados, logran iluminar -cada cual desde su propio ángulo- un objeto de estudio entendido, al mismo tiempo, como producto histórico de su tiempo, mercaduría editorial, entidad bibliográfica, texto literario y discurso ideológico.
Es quizás en el capítulo primero, dedicado a la figura de Antonio de Villegas, donde residen las aportaciones más valiosas de la obra. Allí, en efecto, una copiosa documentación inédita hasta el presente -exhumada de los archivos históricos vallisoletanos- sustenta el armazón de la compleja historia de los Villegas, cuya particular encrucijada los condujo desde la oligarquía mercantil burgalesa hasta la Corte en tiempos de los Reyes Católicos. Según se explica, como partidarios de la vía flamenca, fueron paulatinamente desplazados por las facciones más intransigentes en tiempos de Carlos V, hasta el punto de que, a mediados del siglo XVI, todos sus miembros -incluido Antonio de Villegas- gravitaban en torno al círculo cortesano portugués que representaba la oposición política por entonces. Este hecho define, precisamente, la perspectiva de escritura del poeta medinense, cuyo Inventario sólo puede ser comprendido cabalmente -conforme a la tesis del autor- a la luz de estas precisiones prosopográficas.
Apoyado en esta precisa documentación, por consiguiente, el libro aborda en el segundo capítulo la reconstrucción de la historia editorial del Inventario, desde sus orígenes -allá por 1551- cuando la censura oficial señaló como inapropiados algunos de sus versos, hasta 1578, fecha en que se registra el acuerdo sellado entre el autor y el librero Jerónimo de Millis para repartirse los beneficios de la segunda edición. Entre ambos momentos, que marcan el comienzo y final de aquella turbulenta empresa, Torres Corominas repasa tanto las circunstancias que rodearon la impresión de la princeps como la oscura tradición textual del Abencerraje, cuya tercera versión -la postrera tras las llamadas Crónica (1561) y Diana (1562)- pasó a letras de molde en 1565 para clausurar, a modo de apéndice, el primer Inventario estampado en casa de Francisco del Canto.
Una vez desbrozado el camino -y aclaradas aquellas circunstancias históricas y bibliográficas que pudieran dificultar la lectura del Inventario- la obra emprende, en el tercer y último capítulo, un estudio interpretativo de los poemas -elaborados tanto en metro castellano como al nuevo modo italiano- y textos narrativos -la novelita, entre sentimental y pastoril, Ausencia y soledad de amor, y el celebrado Abencerraje- que conformaron el variado corpus textual reunido para la imprenta tras un largo período de gestación y circulación manuscrita. En conjunto, el Inventario representa, a ojos del autor, un claro ejemplo de esa literatura en transición que, arraigada en las formas estéticas propias del último medievo, trató de adoptar a conciencia los nuevos usos y modelos literarios importados de Italia -cuna del Renacimiento y puerta de entrada del clasicismo en el Occidente cristiano- sin lograr interiorizar plenamente unas formas todavía ensayadas con mimetismo y torpeza, rasgos propios de un momento inicial en el proceso de asimilación cultural. Ideológicamente, en fin, tanto los versos dedicados a la difunta María Manuela de Portugal como los que cantan las virtudes de doña Juana de Austria, pasando por los que alaban al duque de Sessa "yendo a gobernar Italia" no hacen sino confirmar la filiación ebolista de Villegas, cuyo ideario de tolerancia explica, con una claridad desconocida hasta la fecha, el sentido del Abencerraje, la primera novela morisca de la tradición española.
Literatura y facciones cortesanas en la España del siglo XVI, en conclusión, representa un hito para los estudios sobre la Corte en España por su carácter interdisciplinar y su vocación integradora, que ha permitido trazar los puentes entre diversas áreas de conocimiento demasiado distantes hasta el presente. Queda, de este modo, abierto el camino para que otros investigadores sigan los pasos del autor en la aplicación del nuevo paradigma, que habrá de conducir, en los próximos años, a la revisión pormenorizada de todos y cada uno de los textos que, surgidos en el seno de un sistema, una sociedad y una cultura de Corte, configuraron nuestro brillante y problemático Siglo de Oro.