Un grupo de científicos halló la evidencia más antigua de vida terrestre en depósitos de aguas termales de Pilbara, en el noroeste de Australia, de unos 3.480 millones de años de antigüedad.
Hasta ahora, los restos de vida microbial más antiguos eran los encontrados en depósitos sudafricanos ricos en materia orgánica de entre 2.700 a 2.900 millones de años de antigüedad, según la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW).
EL HALLAZGO AUMENTA EL RÉCORD DE VIDA TERRESTRE
"Nuestro emocionante hallazgo no solo extiende el récord de vida de un depósito de aguas termales a 3.000 millones de años sino que indica que había vida en la parte terrestre mucho antes de lo que se pensaba", dijo la autora del estudio, Tara Djokic, en un comunicado.
Según la investigadora, el hallazgo puede tener implicaciones en el debate sobre el origen de la vida y situar los manantiales de aguas termales como alternativa a la hipótesis de que la vida se desarrolló en los océanos y después se adaptó en tierra firme.
EL HALLAZGO PUEDE INFLUIR EN INVESTIGACIONES EN MARTE
La científica añadió que el hallazgo también puede influir en las investigaciones sobre vida en Marte, un planeta que tiene depósitos antiguos de aguas termales similares a las halladas en la Formación Dresser, en la remota región de Pilbara.
El estudio concluyó que los depósitos se formaron en tierra y no en el mar al detectar la presencia de geiserita, un mineral de textura porosa formado en una temperatura cercana a la ebullición y rica en sílice y que solo se encuentra en los manantiales de agua caliente.
En los depósitos también se encontraron estromatolitos, una estructura de capas de roca formada por comunidades de microbios antiguos, y otros indicios de vida como microestromatilitos fosilizados o burbujas que habrían sido creadas en sustancias microbiales.
"Esto demuestra que existió una gran variedad de formas de vida en las fuentes de agua dulce, en tierra, muy temprano en la historia de la Tierra", dijo Martin Van Kranendonk, director del Centro de Astrobiología y Ciencias de la Tierra de la UNSW.
El estudio, publicado en la revista Nature Communication, fue realizado por expertos de la UNSW y de la Universidad de Auckland, de Nueva Zelanda.