Los hallazgos derivados del mayor estudio centrado en el tamaño corporal de homínidos, en el que se analizaron 311 especímenes que abarcan un periodo de tiempo desde hace 4,4 millones de años hasta los humanos modernos cuyo origen se sitúa tras la última glaciación, revela patrones inesperados de evolución.
Como especie, los humanos presentan una clara variedad y a su vez una gran similitud genética. Comprender los mecanismos que rigen esta variación sigue siendo uno de los retos significativos de la antropología. El respaldo a la investigación efectuada a través del proyecto Adaptation, Dispersals and Phenotype: understanding the roles of climate, natural selection and energetics in shaping global hunter-gatherer adaptability (ADAPT) está ayudando a explicar una de las variables clave: la estatura y la masa corporal.
Como parte de uno de los estudios de mayor calado centrados en el tamaño corporal de los homínidos, los investigadores han analizado 254 estimaciones relativas a la masa corporal y 204 referentes a la estatura de 311 especímenes, desde los primeros homínidos erguidos -hace 4,4 millones de años- a los humanos modernos que posteriores a la última glaciación.
En un documento publicado recientemente en el que se recogen sus hallazgos, el equipo explica que el tamaño corporal representa uno de los determinantes de mayor importancia de las características biológicas de una especie dado que se relaciona con su tasa metabólica, ciclo vital, consumo energético, dieta, termorregulación y la extensión de su área de distribución. Dado esto, disponer de un mayor grado de comprensión sobre cómo evolucionaron el peso y la estatura puede arrojar luz sobre una variedad de aspectos relacionados con la forma en que la especie llegó a su estado actual.
El equipo estableció que la altura y el peso de los homínidos evolucionaron rápidamente y de forma conjunta en los primeros especímenes pero que, hace 1,5 millones de años aproximadamente, el desarrollo de la corpulencia y la estatura dejó de producirse al mismo ritmo. En este punto, la altura de los homínidos creció alrededor de diez centímetros, aunque no hubo un incremento consistente de peso en más de un millón de años, y hace aproximadamente quinientos mil años se produjo un aumento medio de entre diez y quince kilogramos.
El estudio descubrió que el tamaño corporal se caracterizó por un elevado grado de variabilidad durante los primeros tiempos de la historia de los homínidos, con una serie de especies que presentaban formas diferentes: desde los Paranthropus, robustos y parecidos a los gorilas, al Australopithecus afarensis, más enjutos. Hace cuatro millones de años, los homínidos pesaban un promedio aproximado de veinticinco kilogramos y medían entre ciento veinticinco y ciento treinta centímetros.
TRES 'PULSOS' DE EVOLUCIÓN EVIDENTES
La investigación estableció modificaciones y cambios en el cuerpo de los homínidos durante el denominado 'tiempo profundo' hasta alcanzar un mayor tamaño. Sin embargo, el equipo descubrió que estos cambios fueron más pronunciados durante tres periodos. El primero de ellos marca los albores del Homo, hace entre 2,2 y 1,9 millones de años, lapso en el que se produjo un incremento en la altura y el peso de alrededor de 20 centímetros y entre 15 y 20 kilogramos.
La aparición del Homo erectus determina un nuevo cambio en el que la estatura y el peso dejan de crecer al mismo ritmo: hace entre 1,4 y 1,6 millones de años, los primeros humanos crecieron en mayor medida -unos 10 centímetros-, aunque el aumento de la masa corporal resultó más lento. No es hasta transcurrido más de un millón de años cuando aparecen homínidos de mayor peso en los registros fósiles. En este punto, el aumento es de entre diez y quince kilos, lo que indica su adaptación a los entornos del norte del Mediterráneo.
Existen dos excepciones a esta evolución: el Homo naledi y el Homo floresiensis. Unos restos descubiertos recientemente sugieren que estas especies nadaron contracorriente en lo que respecta al aumento del tamaño corporal lo largo del tiempo.
UN CONOCIMIENTO MÁS PRECISO SOBRE LAS DIFICULTADES A LAS QUE SE ENFRENTARON NUESTROS PRIMEROS ANCESTROS
Este escalonamiento en el desarrollo del peso y la estatura puede ayudar a entender las restricciones ambientales que los primeros Homo tuvieron que superar. El autor principal del estudio, el Dr. Manuel Will del Departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge e investigador del Gonville and Caius College, explica los posibles motivos de que se produjeran estas fases de cambio acelerado y de estasis.
"Un aumento únicamente en la estatura se habría materializado en un físico más estilizado, con piernas largas y caderas y hombros estrechos. Esto podría deberse a la adaptación a nuevos entornos y la persistencia de la caza cuando las especies Homo abandonaron los bosques y se trasladaron a las sabanas africanas, más áridas", afirma. El Dr. Will explica que la mayor proporción superficie/volumen de un cuerpo alto y delgado habría supuesto una ventaja al acechar a animales durante horas en condiciones de calor seco ya que una mayor superficie de piel aumenta la capacidad de evaporación de sudor.
"El último incremento de masa corporal coincide con el auge de migraciones a latitudes más altas, en las que ser más corpulento se adecuaría mejor a la termorregulación en climas euroasiáticos más fríos", añade el Dr. Will.
El proyecto ADAPT (Adaptation, Dispersals and Phenotype: understanding the roles of climate, natural selection and energetics in shaping global hunter-gatherer adaptability) se propone solventar la falta de conocimientos suficientes sobre los mecanismos subyacentes necesarios a la hora de interpretar apropiadamente el registro arqueológico. El proyecto ofrecerá los primeros vínculos entre la variación de homínidos cazadores-recolectores prehistóricos y los parámetros evolutivos del ciclo vital y consumo energético que podrían haber determinado el éxito de la especie humana.
Referencia bibliográfica:
Manuel Will, Adrián Pablos, Jay T. Stock (2017). Long-term patterns of body mass and stature evolution within the hominin lineage. Royal Society Open Science. DOI: 10.1098/rsos.171339