• El rayo

    Como caballo salvaje,
    saltando de nube en nube
    corre inquieto, baja y sube
    sin rienda ni vasallaje;
    tenido fue por mensaje
    de celestiales enojos,
    pues, lanzando dardos rojos,
    el alto muro derrumba,
    y abre inesperada tumba
    a polvorientos despojos.

    Caudillo de la tormenta
    que agita los hondos mares,
    tronza robles seculares
    y al fuego voraz afrenta:
    ¿ quién tomará por su cuenta
    domeñar su furia brava?
    ¿Quién del torrente de lava
    pondrá dique a la carrera?

  • Fragmento de poesía

    En mi garganta quedará un silencio
    interminable gritando tu ausencia
    injusta y dolorosa para siempre.

    Corría Andalucía por tus venas
    Inundándonos con la luz del sur
    Y tu casa y tu vida eran las nuestras

    Y te queríamos porque eras tú
    Y en ti todos soñábamos estrellas.

  • El ángel de los números

    A Eduardo Rodrigáñez


    Vírgenes con escuadras
    y compases, velando
    las celestes pizarras.

    Y el ángel de los números,
    pensativo, volando
    del 1 al 2, del 2
    al 3, del 3 al 4.

    Tizas frías y esponjas
    rayaban y borraban
    la luz de los espacios.

    Ni sol, luna, ni estrellas,
    ni el repentino verde
    del rayo y el relámpago,
    ni el aire. Sólo nieblas.

    Vírgenes sin escuadras,
    sin compases, llorando.

  • En dos lucientes estrellas

    En dos lucientes estrellas,
    Y estrellas de rayos negros,
    Dividido he visto el Sol
    En breve espacio de cielo.

    El luciente oficio hacen
    De las estrellas de Venus,
    Las mañanas como el alba,
    Las noches como el lucero,

    Las formas perfilan de oro,
    Milagrosamente haciendo,
    No las bellezas oscuras,
    Sino los oscuros bellos;

    Cuyos rayos para él
    Son las llaves de su puerto,
    Si tiene puertos un mar
    Que es todo golfos y estrechos.

  • Primera lección de geometría

    En el principio era el uno.

    Más cerca del punto de la escritura maya
    que de la raya vertical de nuestro sistema de notación.

    El uno no era una cantidad;
    era la pura calidad del Todo indivisible.

    Y fue a partir del gran uno que -en un momento dado- brotaron todos los números.

    Primero nació el dos
    y con él -de inmediato- el tres.
    Luego, en vertiginosa sucesión,
    surgieron todos los demás números.

    Antes del uno no había más que el uno.
    No el cero del vacío inexistente.

  • El burro en la escuela

    Una y uno, dos
    Dos y una, seis.
    El pobre burrito
    Contaba al revés.

    ¡No se lo sabe!
    - Sí me lo sé.
    - ¡Usted nunca estudia!
    Dígame ¿por qué?

    - Cuando voy a casa
    no puedo estudiar;
    mi amo es muy pobre,
    hay que trabajar.

    Trabajo en la noria
    Todo el santo día.
    ¡No me llame burro,
    profesora mía!

  • Del conocimiento

    La poesía es una forma del conocimiento,
    es un temblor, un canto, más una pesadumbre.
    La poesía es también una costumbre
    y un hondo y largo y arduo y vasto sufrimiento.

    La poesía no es un arma de futuro
    y tampoco un camino a la melancolía;
    y no es sumisa al pan de cada día,
    ni a la orden de un tirano y su poder oscuro.

    Puede ser todo, todo: aire que te arrebata,
    y fuego que te abrasa, tierra que no te oprime
    y agua para la sed; mas nunca trueque o plata.

  • Retórica

             1

    Cantan los pájaros, cantan
    sin saber lo que cantan:
    todo su entendimiento es su garganta. 

             2

    La forma que se ajusta al movimiento
    no es prisión sino piel del pensamiento. 

             3

    La claridad del cristal transparente
    no es claridad para mí suficiente:
    el agua clara es el agua corriente.

  • Neohumanismo

    Insuficientemente dotados
    para cosmonautas 
                               elegimos el duro
    tobogán de las humanidades
    saber el mal de cada siglo, a veces
    emborrachamos en honor de Amenofis,
    y otras del desangelado 
                                        &nb

  • No sé...

    No sé si el faro incendia aún las horas
    del triste odiar la Trigonometría,
    si en tus zapatos duerme todavía la arena de las playas
    salvadoras.

    Si en las algas y espumas rodadoras
    trina el Latín con la Fisiología,
    si el alto lavadero en que te urgía
    el placer solitario, rememoras.

    No sé si vas despierto o vas dormido,
    en pecado mortal sobrecogido,
    a comulgar sin fe cada mañana.


    No sé, no sé...