• Miríadas

    Sobre la diagonal de luz dorada
    que deshilvana la quietud del aire;
    en ese rayo de ámbar intangible
    donde el espacio se revela vivo,
    baila el polvo en desorden,
    danzan, ebrios, los átomos.
    Miríadas de un mundo que no vemos,

    miríadas de un mundo en donde somos.

    Nos cerca el frenesí de lo furtivo.
    Un furor sigiloso nos circunda.

  • Lxxi

    Obtener en diámetro trescientos
    millones de kilómetros, y mucho
    más de un millón de años de existencia,
    y alrededor mirar las nebulosas,
    sucesión de erupciones, expandirse
    como nube de gas que por su ritmo
    de consumo, tan sólo corresponde
    a fugaz apariencia en llamarada.

    Brillar cinco millones - casi eterna -
    de años y apagarse en estelares
    resplandores de treinta magnitudes,
    Detector Infrarrojo yo por verte
    a través de la nube en polvareda
    que te envuelve y oculta, en absoluto,
    tu luminosidad e incertidumbre

  • El problema real, el que preocupa ([Del viaje de Darwin])

    El problema real, el que preocupa
    a Horacio cuando niega las sirenas:
    ¿cómo podría la cintura humana
    empalmar con la cola de un pescado?
    ¿En qué ángulo, a través de qué pasajes
    encubriendo con qué malsanas artes
    la solución de la continuidad?
    Siglos más tarde Canova mostró
    que podía hacerse lo más bien.
    Sin embargo, ese supuesto imposible
    teórico-técnico iba a ser tomado
    como cierto durante un milenio;
    del mismo modo, Oh, protagonista
    de nuestra historia, tuvo varios siglos
    (mas o menos entre los cinco mil

  • Poema de la cantidad

    Pienso en el parco cielo puritano
    De solitarias y perdidas luces
    Que Emerson miraría tantas luces
    Desde la nieve y el rigor de Concord.
    Aquí son demasiadas las estrellas.
    El hombre es demasiado. Las innúmeras
    Generaciones de aves y de insectos,
    Del jaguar constelado y de la sierpe,
    De ramas que se tejen y entretejen,
    Del café, de la arena y de las hojas
    Oprimen las mañanas y prodigan
    Su minucioso laberinto inútil.
    Acaso cada hormiga que pisamos
    Es única ante Dios, que la precisa
    Para la ejecución de las puntuales

  • Un enfermo a quien los médicos fatigan con la dieta, se burla de su regimiento

             Si vivas estas carnes y estas pieles
    son bodegón del comedor rascado,
    que, al pescuezo y al hombro convidado,
    hace de mi camisa sus manteles;

             si emboscada en jergón y en arambeles
    no hay chinche que no alcance algún bocado,
    refitorio de sarna dedicado
    a boticario y médicos crueles,

             hijo de puta, dame acá esa bota:
    beberéme los ojos con las manos,
    y túllanse mis pies de bien de gota.

  • Ruedas de fortunaabanico

    El zodíaco
    de la suerte
    se abre en el abanico
    rojo amarillo y verde.

    En la selva de los números
    la niña se pierde
    con los ojos cerrados
    ¿el cuatro? ¿el cinco? ¿el siete?

    Cada número guarda
    pájaro o serpiente.
    dice el cuatro
    No dice el veinte.

    El dedo de la niña
    sobre el cielo de la suerte
    pone la estrella de
    más rico presente

  • Mecánica del vuelo

    ¿Perfeccionar lo inútil entretanto
    el paisaje y el ave nada hacen
    para tener un sitio en el edén? Pudiera
    ser. La belleza no pide tributo.

    ¿Entonces? Dar ejemplo tampoco: la coherencia
    no era flor: pero ¿dónde? Acompañado
    por otras soledades, obedezca
    el ave que no es, rece el paisaje
    que no es paisaje (habla). Perfeccione
    lo inútil a lo inútil. No haya edén.

  • Cuando se la descubre

    Cuando se la descubre,
    la vida se da vuelta como un guante
    que devuelve la mano que encerraba
    y el tacto liberado
    toca por vez primera cuanto existe.

    La realidad es un tiempo doblado
    que es preciso desdoblar como una tela
    de singular delicadeza
    para encontrar adentro
    otra mano que aguarda.

  • La ley de la gravedad

    Se van los años cada vez más breves
    con rosas primavera, con los trigos
    el verano, el otoño con los higos
    y el negro invierno con las blancas nieves.
          
          Según hacia tu ocaso más te mueves
    más raudos van, de tu vivir testigos
    que te arrancan, cual fieros enemigos,
    al reposo.

  • Canto contra el segundo principio de la termodinamica

    VAMOS hacia el fin, la neutra igualdad
    Y el ¡qué más da!
    Todo se apagará.
    Mas ¡qué escándalo es la vida cada día!
    ¡Y qué error el del sexo
    multiplicado multiplicante contra la entropía!
    Vivimos en la hermosura de una enorme tontería
    provisional, ya sabemos:
    Belleza para nosotros, disparate para el cero
    que fusila en absoluto
    y nos retrata, tan niños, felices como idiotas,
    parados en un momento
    que vivimos y ya nunca viviremos
    salvo en cuento,
    aunque entonces -¡aquel día!- parecía
    que podría seguir, que seguiría