• Epílogo (darwin)

    Pero queda todavía una chance:
    que se acabe este funesto big bang,
    que el universo empiece a contraerse
    y a enfriarse, camino del gran crunch:
    acabarían entonces los adioses,
    los alejamientos, las separaciones:
    se invertiría la flecha del tiempo,
    moriríamos antes de nacer,
    la gigantesca nuez del coco
    iría a parar a la basura
    aún antes de que partiéramos el dicho
    coco, o más bien, uniéramos sus partes:
    primero el vagabundeo de Ulises,
    después la guerra de Troya, y recién
    a lo último, el juicio de Paris: le saca
    a Helena la manzana, piensa qué hacer,<

  • Anillos de saturno

    Que el tiempo no transcurre como giran los astros,
    suavemente, dejando
    un rastro azul de octavas y becuadros,
    un teorema perfecto en la mano de Newton,
    sino que, brutalmente,
    como arpón que quisiera extraerse al recordar,
    desgarra los violines, triza los monumentos,
    nos abate.

  • Botánica

    Aquí no hay ruda, nada de maticas.
    Si acaso ciclamores empinados al rosa,
    raptados por el sol en las aceras solas,
    y encinas:

                          situación de silencio vegetal
    porque nada me dicen o,
    en su lengua muerta para mí,
    estos ariscos rangos
    no sé qué de nosocomio afirman,
    reiterados y prúsicos.
    Pero ni una ramita de ruda, repito.

  • Alexander von humboldt

    ¿Sabe la rosa que la espina podrá defenderla
    vulnerando la piel del que ataca?
    Sabe la ceiba que lanzando a volar sus semillas en una gasa leve
    lejos germinarán en suelos más propicios?
    ¿Dónde termina cada cosa y empieza su designio?

    Veo entre rayas de luz el trazo delicado de las naves
    en la catedral silenciosa
    y las comparo con la forma de una orquídea salvaje,
    veo el trazado blanco de las nervaduras sobre la hoja
    y pienso en las rayas del caballo africano,
    y pienso en el blanco trazo de las costillas,

  • Requiem de las esferas ii

    Quien lo recuerda sabe.
                                 En el principio era
    sopa no condensada, pura energía boba,
    filamentos sin tiempo, vómitos apilados
    en cadenas sin fin -su fin era su inicio,
    estruendoso silencioso que nada percibía.

  • Surge el diamante...

             Surge el diamante desde lo profundo
    de su brillo, como la ola surge
    del mar, siendo ella misma
    el mar, y surge
    la esmeralda desde las verdes junglas
    de su dureza y el rubí y el ópalo
    desde su sangre o sus destellos.

            Y me dan en el pecho y me preguntan
    cuántos miles de siglos necesita
    un hombre, una conciencia para
    llegar a contemplarse
    a sí misma.

            Y, como escondido
    en esta su certeza indiferente,
    creo ver un aso

  • La sólida simplicidad de los átomos

    En fin, si la naturaleza no hubiese fijado ningún término a la
    destrucción de las cosas, ya los cuerpos de la materia hasta tal
    punto se habrían reducido por la acción devastadora del tiempo
    anterior, que nada engendrado por ellos a partir de cierto momento
    podría cruzar el límite último de su vida.

  • La ciencia natural

    Eran tiempo los pájaros
    y el vuelo una conspiración de los relojes.
    En la naturaleza de las aves
    todo sucede cuando el viento
    escribe el inventario.
    Abajo mueve el hombre sus pies como fortuna
    de su aparente condición.
    Y desde el centro de ese escrito
    que el aire doloroso testimonia
    con la tinta de la metáfora,
    resulta que los hombres no son más que una pausa
    que el tiempo se ha tomado
    para que así el poema
    viva a su vez la música
    y el drama.

  • Anacronismo

    Un tiempo rudo abre las compuertas
    de la noche
                      y corre como un niño atónito
    hasta el que un día fuera cuarto de los juguetes.
    Deambula por la casa, restaura la carcoma
    irredenta de la imaginación,
    ayuda a las arañas al envejecimiento
    convencional de las habitaciones,
    proyecta sus tentáculos
    por esos escondites donde anidan los miedos.

  • Al gran cero

    CERO luminoso, claridad vacía
    que borras nuestra falsa conciencia sólo humana
    y nos llevas a un mundo remoto y absorto;
    cantos tartamudos, números perdidos
    que sustentáis, callando, las músicas flotantes
    a la vez que el orden de los dioses antiguos
    y los teoremas que aún llamamos modernos:
    nubes aún sin forma, y vosotras, estatuas
    que con grandes ojos, quizá azules, fijos
    me miráis sin verme, vosotros unís
    pasado y futuro como un presente ausente.
    iOh transparencia viva! Y iOh tú, pálpito quieto