• El corazón

    Existe, en matemáticas,
    una curva distinta a la que algunos,
    los que nunca jamás dudan de nada,
    llaman curva de Koch;
    los perplejos, en cambio, siguen dándole
    el nombre de copo de nieve.

    Acostumbra esa curva a hacerse densa
    multiplicando siempre su tamaño
    por cuatro tercios y hacia el interior,
    llegando al infinito
    sin rebasar su área.

    Fascinante.

    También así te creces muy adentro:
    habitándome lenta,
    quedándote con todo, sin forzarlo,
    este pequeño corazón hermético.

  • Danza de la muerte ([Fragmento])

    El ímpetu primitivo baila con el ímpetu mecánico
    ignorantes en su frenesí de la luz original.
    Porque si la rueda olvida su fórmula
    ya puede cantar desnuda con las mandas de caballos,
    y si una llama quema los helados proyectos
    el cielo tendrá que huir ante el tumulto de las ventanas.

  • El astronauta

    I
    SI ME encontré en estas regiones reconcentradas y calcáreas,
    fue por equivocaciones de padre y madre en mi planeta:
    me aburrieron tanto los unos como los otros inclementes:
    dejé plantados a los puros, desencadené cierta locura
    y seguí haciendo regalos a los hostiles.

    II
    Llegué porque me invitaron a una estrella recién abierta:
    ya Leonov me había dicho que cruzaríamos colores
    de azufre inmenso y amaranto, fuego furioso de turquesa,
    zonas insólitas de plata como espejos efervescentes
    y cuando ya me quedé solo sobre la ca

  • Coordenadas de tu amor

    Todas las secuencias
    han llegado a su conclusión
    LOS ZOMBIES

    El amor es la exacta coincidencia
    de coordenadas. Bajo la apariencia
    de un caos se mueven dentro las estrictas
    servidumbres de las líneas. Pongamos
    como ejemplo nuestro encuentro primero.
    Era el tiempo y era el lugar preciso.
    Estábamos cerca el uno del otro
    sin saberlo. Era el eje horizontal
    También estaba la luz en su grado
    perfecto. Era Dios en su vertical.
    No he dejado de preguntarme a solas,
    en la inclinada curva de los días

  • La suma

    Ante la cal de una pared que nada
    nos veda imaginar como infinita
    un hombre se ha sentado y premedita
    trazar con rigurosa pincelada
    en la blanca pared el mundo entero:
    puertas, balanzas, tártaros, jacintos,
    ángeles, bibliotecas, laberintos,
    anclas, Uxmal, el infinito, el cero.
    Puebla de formas la pared. La suerte,
    que de curiosos dones no es avara,
    le permite dar fin a su porfía.
    En el preciso instante de la muerte
    descubre que esa vasta algarabía
    de líneas es la imagen de su cara.

  • Welcome

    LUNA en cuarto creciente,
    toro de las estrellas,
    qué cow-boy del oeste te agarró por los cuernos
    y te clavó en la cruz una bandera...

    Luna en cuarto creciente,
    dentro de nada luna llena.

    Y Virgo que entreabre sus piernas en la noche,
    y Libra que equilibra los senos de la tierra,
    y Escorpio que agoniza en un ruedo de brasas,
    y Sagitario que prepara sus flechas.

    Más que el sonido y que la fantasía
    corren entre los astros los jinetes de América.

    Noche de julio, para tu caballo
    déjalo retozar por las estrellas.

    Bienvenidos seá

  • El cuadrado de la distancia

    No importa que estés
    en el escenario del verano,
    en el centro de sus desafíos.
    Distante de sus fuegos
    vas caminando a solas,
    entre estatuas nevadas,
    por las piedras
    del puente de Carlos,

    infinito.

    Te miras caminar,
    te ves mirando como el hielo
    cuaja en islas efímeras,
    corre río abajo,
    se unce en un punto
    lejos de aquí
    -¿qué aquí?-

    entre nuevas orillas.

    El relámpago es indecible.

  • En el 11 de marzo de 2004

    Ángeles blancos,
    con celestiales tubos
    de suero o mariposas,
    aparecieron, luminosos, limpios,
    para salvar la vida de los impíos garfios
    de una cuadrilla de mendaces,
    adoradores tercos de los dioses oscuros.

    Sobre el mundo no había más que sangre
    derramada, vertida por las vías
    y las chatarras de las ruinas,
    sangre por las paredes y relojes.
    Mas bebían la sangre, ay la bebían,
    hasta dejarla pura,
    sagrada, inmaculada,
    los ángeles terrestres,
    doloridos y tristes y eficaces,
    y vestidos de blanco,
    que cerraban las puertas a las sombras.

  • El problema real, el que preocupa ([Del viaje de Darwin])

    El problema real, el que preocupa
    a Horacio cuando niega las sirenas:
    ¿cómo podría la cintura humana
    empalmar con la cola de un pescado?
    ¿En qué ángulo, a través de qué pasajes
    encubriendo con qué malsanas artes
    la solución de la continuidad?
    Siglos más tarde Canova mostró
    que podía hacerse lo más bien.
    Sin embargo, ese supuesto imposible
    teórico-técnico iba a ser tomado
    como cierto durante un milenio;
    del mismo modo, Oh, protagonista
    de nuestra historia, tuvo varios siglos
    (mas o menos entre los cinco mil

  • Poema de la cantidad

    Pienso en el parco cielo puritano
    De solitarias y perdidas luces
    Que Emerson miraría tantas luces
    Desde la nieve y el rigor de Concord.
    Aquí son demasiadas las estrellas.
    El hombre es demasiado. Las innúmeras
    Generaciones de aves y de insectos,
    Del jaguar constelado y de la sierpe,
    De ramas que se tejen y entretejen,
    Del café, de la arena y de las hojas
    Oprimen las mañanas y prodigan
    Su minucioso laberinto inútil.
    Acaso cada hormiga que pisamos
    Es única ante Dios, que la precisa
    Para la ejecución de las puntuales