• La bomba atómica III

    ¡Bomba atómica, yo te amo! Eres pequeñita  y blanca como la estrella vespertina,  y por blanca yo te amo, y por doncella  dos mil veces más bélica y más bella  que la doncella de Orleáns; yo te amo, diosa  atroz. visión de los cielos que me domina,  con la caballera rubia de platino  y las formas aerodivinas  --¡que eres mujer, que eres mujer y nada más!  Yo te amo, bomba atómica , que trazas   En una danza de fuego, envuelta en gases,l  la desagregación tremenda que despedazal  la materia en energías materiales!
    
    
    
    
    
    

  • Tenemos aquí la poesía

    Tenemos aquí la Poesía,
    La gran Poesía.
    Que no ofrece signos
    ni lenguaje específico, no respeta
    siquiera los límites del idioma, ella fluye como un río,
    tan espontánea que ni se sabe cómo fue escrita.
    Y al mismo tiempo tan elaborada,
    hecha una flor en su perfección minuciosa,
    un cristal que se arranca de la tierra
    ya dentro de la geometría impecable
    de su lapidación.

    Donde se cuenta una historia,
    Donde se vive un delirio: donde la condición humana se exacerba
    hasta la frontera de la locura

  • Donde miente la física en ignacio y newton hace válidas sus leyes

    Ignacio, contumaz, rompe de nuevo
    su piel de celofán, ¿Otra caída?
    A ver dónde ponemos esta herida,
    ¿Queda algo sano al cascarón del huevo?

    Pero, Ignacio, ¿qué haces en el suelo
    en cuanto se te suelta de la brida?
    ¿Cómo se explica, pájaro suicida,
    tu eterno patinaje sobre el hielo?

    Si no ocupas lugar en el espacio,
    ni pesas, ni haces bulto, ¿por qué, Ignacio,
    continuo tropezón, te desafinas'?

    íAy, pobre piel cubierta de porrazos,
    rota en cabeza, pies, rodillas, brazos,
    tatuada de yodo y mercrominas!

  • Desde los cuatro puntos cardinales

    Desde los cuatro puntos cardinales
    de nuestro buen planeta
    -joven, pese a sus múltiples arrugas-,
    miles de inteligencias
    poderosas y activas
    para ensanchar los campos de la ciencia,
    tan vastos ya que la razón se pierde
    en sus frondas inmensas,
    acuden a la cita que el progreso
    les da desde su templo de cien puertas.

    Obreros incansables, yo os saludo,
    llena de asombro y de respeto llena,
    viendo como la Fe que guió un día
    hacia el desierto al santo anacoreta,
    hoy con la misma venda transparente
    hasta el umbral de lo imposible os lleva.

  • A Darwin

    I

    ¡Gloria al genio inmortal! Gloria al profundo
          Darwin, que de este mundo
    penetra el hondo y pavoroso arcano!
    ¡Que, removiendo lo pasado incierto,
          sagaz ha descubierto
    el abolengo del linaje humano!

    II

    Puede el necio exclamar en su locura:
          - ¡Yo soy de Dios hechura! -
    y con tan alto origen darse tono.
    ¿Quién, que estime su crédito y su nombre,
          no sabe que es el hombre

  • Sabidurías de gallinero III ((En lo tocante al amor y su galaxia))

    Las estrellas cuando mueren dejan un hoyo negro.   Los que amamos cuando mueren dejan un hoyo negro.  Pero si tú mueres y yo muero   no quedará un hoyo negro sino una astrología  en la carta cósmica una escritura tan elemental  que podrá ser leída hasta por los niños   que no saben leer.    Esta vendría siendo mi sabiduría, mi física cuántica,   en lo tocante a la galaxia, a la ecuación poética resuelta   como sigue: escribir por ejemplo, la noche está estrellada  y tiritan azules los astros a lo lejos.

  • Un ilustrado

    El cuadro representa
    a un hombre alto y cano de mejillas
    alegres y ojos garzos.
    Viste un gabán de paño
    y hay una luz de plata en su sonrisa
    pacífica y antigua.
    ¿Qué días, qué veladas
    tristezas, qué silencios dorados
    entre los lentos libros, los ingenios
    de física recreativa?
    (Tu tiempo es nuestro tiempo: la violeta
    que acabo de encontrar entre tus páginas
    nostálgica y dichosa).

    En Versalles, en Viena, en Aranjuez,
    arañas de cristal y ventanales,
    pelucas, minués, juegos de naipes,
    hebillas, porcelanas, broches, cintas,

  • El alquimista

    MI ventana se abre a las nubes de paso,  a las hojas caídas, el río espejeante.   Unos hombres enfrente construyen altas torres  y las corona el grito veloz de los vencejos.   Pero yo... Tal vez en otro siglo.  Hoy mi ciencia no vale: está el horno sin fuego   y en las retortas frías ya nunca obtendré oro.  Estas cuatro paredes que de sobra conozco.  Así los condenados gustarán en su infierno  el sabor de sí mismo.  Triste humo, repiten,   y un eco inadvertido resuena aquí en mi cuarto.
    
    
    
    
    
    

  • Estudio oftalmológico

    Este estudio analiza el compuesto insólito
    de córnea y coroides, retina e iris
    que hierve entre los pliegues de tus párpados
    quemándome:

    1. Tus ojos son dos faros
                Desamortajan la noche, entre ráfagas de niebla
                Ciego, zarandeado por las olas, me acerco

    2. Tus ojos son luciérnagas
                aprisionadas en la jaula de mis manos

  • El puente de brooklyn

    Lanza un grito
    de alegría, Coolidge.
    Para lo bueno
                      no ahorro palabras.
    De los elogios
                      ruborízate como el paño de mi bandera,
    aunque seas
                      superunited states