EL CUERPO, UNA UNIDAD EXISTENCIAL<br>
Nueva aproximación
Reseña realizada por Mª Carmen Maroto Vela<br>
Presidenta de la Real Academia de<br>Medicina de Granada
¿Se puede decir que el cuerpo humano emerge? Los autores, médicos y profesores, lo explican a su modo y justifican su actitud con una variada serie de consideraciones y razones rebuscadas en muy diversos campos y épocas del conocimiento. Así; esta publicación, que podría catalogarse literariamente como un ensayo, porque incluye una serie de divagaciones reflexivas acerca del tema, podría ser también una novela, como que es a la vez un relato de sucesos y pasiones que llenan y animan sus vidas.
Empieza la narración de este libro criticando cómo, aún en los años cincuenta-sesenta del siglo pasado, por razones religiosas, épicas, políticas, sociales de la época en fin, el cuerpo humano se despreciaba en su valoración sustancial, de modo que, en cualquier presentación, tenía que compartir con el alma sus significado, capacidad y rendimiento, pero con notoria desventaja que tardó en matizarse. El alma era seguro camino para la liberación, y el cuerpo, acaso, sujeto de pecado y perdición, porque distraía de nuestro compromiso sobrenatural, hasta el punto de creer los líderes más cualificados que había que castigarlo, someterlo, humillarlo con crueldad, para poder compensar con algún sacrificio meritorio su maldad.
¡Qué gravísimo error!, pero, tan arraigado estaba que, traducido a la pedagogía, los autores insisten en que, en esa época de un nacional-catolicismo exaltado, la citada "competencia" obligaba a tratar las presentaciones del tema con sumo cuidado, hasta en Medicina para no escandalizar al enfatizar la descripción de algún sector corporal significativo. que pudiera incitar al escándalo. El cuerpo femenino detallado con esmero podía resultar descarado en un aula donde podría haber dos o tres mujeres y muchos hombres, por el riesgo de convertirse ellas en el centro de miradas furtivas o, en el fondo, maquiavélico objeto de deseo, aunque fueran a ser, unos y otras, médicos. Por otra parte, el tratar de presentar sentimientos o ilusiones para un cerebro hubiera sido demencial, porque lo espiritual no podía estar en él -no se sabía dónde estaba-, aunque, poco a poco, se fue pasando de alma a espíritu, mente, psique, consciencia, etc., y así ya sí se encontraba.
A partir de aquí toda la obra es una reivindicación del cuerpo pleno, aunque cualquier lector no podría comprender aún cómo se puede pasar de esa presentación vigilada a la libre sublimación emergente que señala el título. Los autores hacen suyo este compromiso, pero advierten, de entrada, de una falta de preparación en la sociedad en que vivimos, su poca preocupación por las cosas trascendentes ante la tiranía de la urgencia de lo de fuera, de lo mediático absorbente, y por eso el primer paso es explicar la experiencia íntima transformadora y fortalecedora que la obra describe.
El propósito de esta obra, que insisten en llamar anatómica, es la de tratar de que el cuerpo humano vivo, objeto de su pedagogía, se entienda no en sentido vitalista sino existencialista; que no sólo se asuma como lo que se ve en su figura, lo de fuera, ni en lo que, aunque dentro, se puede describir con detalle, sino también en lo que la intimidad significa de acción, ilusión y destino globales, que todo sale de ella. Una cosa es ser, simplemente estar, y otra existir, que es dar sentido a lo primero. En cuanto a la asignatura, el pasar de Anatomía Descriptiva, de entonces, a Anatomía Humana, de ahora, debió significar ese cambio, pero, desgraciadamente no se ha asumido del todo.
Un espaldarazo a lo que aquí se está manifestando significó cuando, en la presentación del cuerpo en la tradición cristiana, se topó con términos trinitarios definitorio. Sarx, psique y soma venían a definir una trinidad corporal que, aunque no asumida aún del todo -o mejor olvidada y no recordada-, es esencial para el propósito de la obra. Respectivamente, sarx es soporte ejecutor en el viaje existencial de la vida; psique, principio animador; y soma, acción, testimonio o legado, la huella.
Esta "acción", que no es atribuible por separado al cuerpo ni al espíritu sino hecho corporal integral mancomunado, ha de entenderse como inmaterial en su esencia, como hecho cumplido, y, así, sin anclajes, se comprende que podría sobrevivir a la extinción como volátil legado de esta vida, acaso como capaz de merecer, si se le juzga, un premio en la otra; el cuerpo se destruye y el espíritu no puede concebirse sin él. De todo, el cuerpo único, integrado, será el responsable o depositario: la carne el vehículo, la psique el conductor, y las acciones la cosecha de un recorrido vital sembrando; el vehículo y el conductor desparecerán o dejarán de existir cuando ya no quede camino ni tarea, pero los legados, la huella, los senderos abiertos son otra cosa. La adjudicación global, en fin, de todo al cuerpo integrado, cae de su peso; ¿de qué otra cosa podemos servirnos?
Insistiendo en indagar en esta tesis, nació el reto de tratar de experimentar personalmente ese cuerpo para conocer cada uno el suyo y todos a sí mismos, para convencernos de lo que el cuerpo atesora, que no es pobre, ni inútil, ni malo, sino muy capaz. Despertar "sentidos interiores", nuevos, que, en lugar de llevarnos por los conocidos senderos de la urgencia y la imposición exteriores, encuentran la salud, plenitud expresada en posibilidades de armonía y paz, acaso ocasionalmente con sentido místico de "oración", considerada ésta como esa mínima unidad comunicacional, con significado completo, que se da en la literatura y en el lenguaje religioso, y ahora en la experiencia corporal relacionadora y liberadora.
El cuerpo vivo no tiene fronteras para cualquier aventura, incluso espiritual; las tendrá su imagen pero no su sustancialidad, porque en el fondo hay armonía que contagia, ardor que anima, esperanza que tira o arrastra, ilusión que invita a llegar a donde sea. En fin, esta "consciencia" del cuerpo interior (con s, no la conciencia del bien y del mal), el autoconocimiento, mejor la "autoconsciencia" como conquista de lo humano, es el reto que justifica para los autores todas estas consideraciones. Por su parte el descubrimiento coetáneo de la "intuición" -conquista anatómica de los sesenta en la interpretación del hemisferio cerebral derecho o menor, - dio vuelos a la aplicación de esas percepciones a un nuevo sentido de la existencia, de modo que no se necesitan para todo testimonios y la intuición puede ser una verdad adelantada.
Para establecer con más argumentos ese reiterado protagonismo corporal, los autores dan cuenta de un profundo recorrido por otras tradiciones espirituales, cuestionadas muchas y aceptadas otras, orientales la mayoría, donde el cuerpo carne es sujeto comprometido, básico, imprescindible actor en la oración o meditación transformadoras, con posturas, con movimientos, con paseos, con mantras que recita y oye. De las conquistas científicas actuales confiesan los autores no ser expertos pero sí asiduos lectores necesitados de los consejos de textos enriquecedores, ya interpretados y facilitados. De Filosofía y Psicología, Antropología, Biología con Genética, Física contemporánea, etc., ofrecen sus reflexiones para sostener sus atrevimientos, todo lo que, por cierto, repercute notoriamente, al paso, en una conmoción de la Medicina oficial que cultivan con una aproximación a la Complementaria tradicional, cuyas propuestas respetan, aprovechándolas o moderándolas con resultado enriquecedor para ambas.
Fue en una última andadura, en la Astrofísica, donde se puede seguir en el texto el rastro biológico del ser humano como "criatura cósmica" que es, desde que, iniciándose la creación, era sólo un proyecto o intención, hasta cuando, sucesivamente, aparecida la vida en las moléculas replicantes, se organiza, cumple y emerge con el mérito de sus acciones. Para los autores, defensores del cuerpo a ultranza, insistimos, ha de ser también protagonista en los sucesos mortales que tanto tienen que ver con él, y ha de tener algún papel, como que cumplido el compromiso, vuelva a donde nació, que es el Universo infinito creador y transformador, nunca aniquilador.!
No se trata de una proposición teológica, que no podrían dar y conocen y respetan las existentes, sino de aportar una reflexión biológica, al margen de argumentos más sólidos. Sumariamente, se inicia la reflexión en cuando, en la creación, pasando el tiempo le toca el turno creativo a la vida, va apareciendo el cuerpo humano tras el de otras criaturas más simples, por la síntesis de partículas de creciente complejidad, fruto de la energía primera que se transforma en ellas, y luego las ordena y las mantiene unidas y funcionantes. Lo duro para los autores es asumir que, una vez terminado el viaje, cuando la energía se exhala, falta, y el organismo se descompone por la separación pasiva de las energías aglutinantes, se admita que el cuerpo se convierte en la nada, y eso podría ser, para ellos, un error.
No pueden entender los autores, se resisten los profesores a creer que no se le tenga algún reconocimiento al cuerpo, se destruya y olvide a pesar de tanto servir, y, así, creen entender que ese caer en la nada pueda ser un "casi caer", porque la energía liberada y las partículas separadas, donde y como estén, vuelvan a encontrarse y recomponerse con intención creadora de una nueva criatura, que puede ser un árbol, una gota, , el aire, una paloma, una piedra u otra humanidad. ¡Doctrinas orientales lo tienen bien claro en la reencarnación y afirman que somos nosotros mismos los que volveremos cuando lo merezcamos! ¡Dios dirá!
Y al final hay una reflexión moderadora frente a la aparente prepotencia emergente de la obra, que no es sino un ensayo biológico del ser. Viene a ser ésta: "Pero ¿qué puede significar una vida de cien años, generosa pues, frente a quince mil millones que van ya de esta historia cósmica creativa?, ¿una brizna, un relámpago? Pues eso es lo que somos, pero, en nuestra pequeñez, seamos audaces además de sensatos".