Fecha
Autor
, . CSIC. Madrid, 2004.

Ciencia, pensamiento y cultura. Ángel Martín Municio in Memóriam [Arbor, 706].

VALEDORES DE LA CULTURA CIENTÍFICA<br> Memorias de un investigador Reseña realizada por Raúl Rodríguez Nozal<br> Universidad de Alcalá

Catorce textos de Ángel Martín Municio en torno al desarrollo científico y su entorno sociocultural

Si a cualquier ciudadano medianamente instruido le pidiéramos que diferenciara los términos "Ciencia", "Pensamiento" y "Cultura", lo haría sin muchas dificultades y, aunque no lograra definirlos de manera certera, lo más probable es que los separase en compartimentos estancos debidamente impermeabilizados, en guetos habitados por científicos, filósofos y literatos o artistas, respectivamente.

El Pensamiento y la Cultura hunden sus raíces en el propio origen de la Humanidad, sin embargo la Ciencia, tal y como hoy la conocemos, tiene unos pocos siglos de existencia; con anterioridad al Renacimiento formaba parte de un único tronco del saber, establecido y articulado en base al razonamiento lógico y a la concepción metafísica de las culturas clásicas. La Revolución científica independizó a la Ciencia de la Filosofía, gracias a un método propio y a unas herramientas específicas (cálculo infinitesimal, microscopios, telescopios, etc.) capaces de abordar, explicar y sistematizar las leyes que gobiernan la Naturaleza.

Desde entonces el desarrollo científico, cada vez más especializado, ha sido -y sigue siendo- espectacular, lo que dificulta enormemente su incorporación a la cultura ciudadana; cada vez somos más dependientes de la Ciencia y de la Tecnología y, sin embargo, acrecentamos nuestro analfabetismo científico; incluso los propios científicos saben bien poco de aquellas especialidades o disciplinas diferentes de la que cultivan y, a veces, ni siquiera conocen su propia historia. La pintura, la música, la literatura, incluso el cine son parte indiscutible de nuestro acervo cultural; sabemos quiénes fueron, incluso hemos disfrutado con las obras de Velázquez, Dalí, Mozart, los Beatles, Cervantes, García Márquez, Kubrick o Scorsese, sin embargo apenas se conoce la obra de los grandes científicos y, lo que es peor, a nadie se le considera menos culto por ello.

Bajo el título Ciencia, Pensamiento y Cultura, la revista Arbor (tomo CLXXIX, número 706) recoge una antología de textos, ya publicados con anterioridad -aunque sin citar su procedencia-, escritos por el que fuera Catedrático de Bioquímica, Presidente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y académico numerario de la Real Academia Española, el riojano Ángel Martín Municio (1923-2002). Ninguno de estos catorce artículos son de carácter estrictamente científico, todos tienen un nexo de unión, un denominador común, la reflexión sobre el deseo y la necesidad de incorporar la Ciencia a la Cultura, de divulgar sus conocimientos y de prestar la atención que merece a su lenguaje, historia, descubrimientos y protagonistas implicados en su desarrollo.

El núcleo principal de esta antología esta constituido por las contribuciones de Ángel Martín Municio al "Programa de Promoción de la Cultura Científica y Tecnológica", una iniciativa impulsada por él desde la Real Academia de Ciencias con el objetivo de promover la cultura científica entre la ciudadanía, tanto desde el punto de vista "práctico" como "cívico" y "cultural"; sus palabras son suficientemente explícitas: "Sin duda alguna, junto al conocimiento científico práctico existe el carácter cívico, que no trata de la adquisición de información científica para la solución de problemas específicos, sino de familiarizarse con la ciencia y darse cuenta de su significado y el valor de sus aplicaciones. Conocimiento cívico, pieza fundamental de la política de información pública, cuyo objeto es capacitar a los ciudadanos para ser más conscientes de la incidencia de la Ciencia y de la técnica con relación a los aspectos más comunes de la vida diaria. Esta formación cívica permitirá a ciertos sectores sociales actuar en representación de los ciudadanos, para no dejar la responsabilidad de las decisiones sobre temas científicos en las manos exclusivas de los expertos. Decisiones políticas, pues, que, en las naciones desarrolladas, se encuentran en gran proporción soportadas por argumentos científicos o tecnológicos: las que afectan al ámbito forense, a la salud, la alimentación, la agricultura, los recursos naturales, la energía, la biodiversidad, los residuos urbanos e industriales, las comunicaciones, etc. Y finalmente, los aspectos culturales (...) hacer familiar a los ciudadanos los logros que para la humanidad han supuesto los avances de la ciencia y de la técnica; la utilización del método científico (...); la asimilación de los conceptos y principios básicos de la ciencia, y la diversidad y unicidad del mundo natural; y el valor intrínseco del conocimiento como enriquecimiento personal y como coherencia con los valores que proclaman".

A esta declaración de intenciones, recogida en la presentación (1998) de este Programa, le siguen una serie de aportaciones, en las que predomina un tipo de relato divulgativo, de carácter histórico-científico sin demasiadas pretensiones, y su propia reflexión personal: "Ciencia y Cultura" (1999), "Perspectiva histórica de la Bioquímica" (2000), "Dos siglos de Ciencia en España" (2001) y "La compresión social de la Ciencia" (2002). La Historia de la Ciencia, esta vez con el corazón como hilo conductor y con protagonistas como Galeno, Servet o Harvey, vuelve a hacer acto de presencia en el trabajo "Corazón: Ciencia y Literatura". Un planteamiento similar es el seguido en "Ciencia y Cultura del Vino", en el que Martín Municio nos desliza por su historia a través de diferentes civilizaciones y culturas.

De las conexiones entre Ciencia, Lenguaje y Literatura, casi siempre con el relato histórico como elemento conductor, se ocupa en "Los argumentos de la Ciencia en la creación literaria", "San Millán de la Cogolla. Ida y vuelta de diez siglos de castellano", "El español como lengua de Comunicación científica" y "Asociación Española de Terminología". Los tres trabajos restantes los dedica a glosar la vida y obra de Blas Cabrera ("Blas Cabrera, las Academias de su tiempo"), a quien califica de "punto de inflexión" de la Física española; Arturo Duperier, discípulo del anterior; y a "los esfuerzos de las mujeres a lo largo de la historia para penetrar en los diferentes campos de la ciencia y los éxitos conseguidos" ("Mujeres en la Ciencia").

El propio director de la revista Arbor, Pedro García Barreno, es el autor de la breve presentación que acompaña a este volumen en homenaje a Ángel Martín Municio, una feliz iniciativa por cuanto tiene de reivindicación de la cultura científica y de homenaje merecido a uno de sus más firmes valedores.

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