Fecha
Autor
Eloy García Calvo (Universidad de Alcalá)

El agua: derecho y negocio

Cada vez con mayor frecuencia aparece en los medios de comunicación información y debates sobre el <a href="?id=27184&amp;amp;tipo=g" target="_blank">agua</a>. El motivo último es siempre el mismo, se trata de un bien cada vez más escaso. Entre los temas principales de debate está el peso que para su gestión debe tener el negocio del agua en el derecho a ese recurso.
Sin ánimo de ser exhaustivo, en lo que va de año, aparte de la gran cantidad de trabajos periodísticos sobre los temas tratados en el IV Foro Mundial del Agua que se celebraba en Ciudad de México en el mes de marzo, siguen apareciendo, con cierta frecuencia, artículos sobre la relación agua-economía, como la del diario económico "Cinco Días", a finales de junio, con el "provocador" título de "El agua interesa más que el petróleo a los grandes inversores" o más recientemente en el NYT "En un mundo sediento, el agua potable equivale a beneficios".

¿Cuáles son los motivos por los que se llega a ese nivel de preocupación mundial respecto al agua? Son muchos y variados. El economista Adam Smith, en el siglo XVII, decía que el agua "tiene un gran valor de uso, pero ningún valor de cambio", por tanto no era objeto de estudio económico, dado que la economía se centra en estudiar el reparto de bienes escasos. En aquellos momentos la humanidad estaba alcanzando los 1000 millones de habitantes y cada uno de ellos podía disponer teóricamente de más de 12000 m3/año de agua dulce de fácil acceso. Hoy esas cifras se han reducido a menos de la sexta parte puesto que la población mundial se ha multiplicado por seis y el volumen de agua accesible en el ciclo hidrológico no ha aumentado sustancialmente. Cantidades de 2000 m3 por persona y año de agua no parece que debieran generar preocupación, sin embargo algunos datos pueden centrar la magnitud del problema.

Se estima que producir los alimentos que necesita una persona supone el uso de unos 850 m3/año. Es cierto que buena parte del agua necesaria para fines agrícolas no es agua de riego y no debe ser contabilizada pero también es cierto que la distribución del recurso agua es muy heterogénea. Mientras en América del Sur están disponibles el 26% de los recursos hídricos mundiales teniendo únicamente el 6% de la población; Asia, con el 60% de la población mundial, únicamente dispone del 36% de los recursos. Además, la distribución en cada continente es muy desigual. Un buen ejemplo es Bolivia con unos graves problemas de recursos hídricos en un continente con aparente abundancia de agua dulce.

La ONU calcula que cada año se producen unos 1500 km3 de aguas residuales, asume que cada litro contamina a otros ocho, por tanto se producen unos 2000m3 por persona y año de aguas contaminadas; por ello, por la mala gestión de esas aguas contaminadas, cada día mueren en el mundo 6000 niños (el equivalente a más de 12 aviones "jumbo" completos) debido a enfermedades de tipo diarreico ó más de un millón de personas muere cada año de malaria. M. Camdessus -Ex Director General del FMI- afirma que "a principios del tercer milenio, por lo menos una persona de cada tres sufre problemas y apuros a causa del problema del agua. Esta persona es más frecuentemente mujer que hombre". En otras palabras, 1100 millones de personas carecen de instalaciones para abastecerse de agua y 2400 millones de personas en el mundo no tienen acceso a sistemas de saneamiento.

El problema del agua es una de las preocupaciones fundamentales de la ONU, así, en 2004, la Asamblea General decidió proclamar el periodo 2005-2015 como Decenio Internacional para la Acción "El agua, fuente de vida", contando dicho periodo desde el primer Día Mundial del Agua, el 22 de marzo de 2005. Para cumplir los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio adoptados por la ONU en 2000, se han definido 11 desafíos relacionados con el agua. Por otra parte en la Cumbre de Johannesburgo de 2002 se identificaron 5 grandes temas: Agua y saneamiento, energía, salud, agricultura y biodiversidad. Como se puede ver, el agua tiene un papel esencial en cada una de estas grandes áreas clave.

Ya en la Declaración de Dublín sobre agua y desarrollo sostenible (1992) se establece que "El agua tiene un valor económico en sus diversos usos... y debería ser reconocido como un bien económico... [si bien]... es esencial reconocer ante todo el derecho fundamental de todo ser humano a tener acceso a un agua pura y al saneamiento a un precio asequible...".

Hay un acuerdo generalizado de que el concepto de equidad debe estar presente en el uso y gestión del agua. Este concepto indica el camino para maximizar el valor del agua entre sus usos posibles a la vez que promueve el acceso equitativo y el suministro adecuado. Por supuesto que el agua no puede ser considerada únicamente un bien económico como cualquier otro, pero las soluciones al problema del agua pasan por análisis en los que la economía debe tener un importante papel. La evaluación económica del agua es un caso especial por la gran variedad de factores físicos, sociales, culturales, políticos y económicos que están implicados. Debido a los muchos servicios ambientales que proporciona el agua y los ecosistemas acuáticos, es considerada un "bien público", sin embargo, en muchos casos el agua tiene un uso privado. La percepción general del agua como "diferente" tiene consecuencias políticas y económicas en su gestión; en este caso, más que en ningún otro, el valor del agua para los diferentes usuarios (consumidores) depende de sus posibilidades económicas, del uso que se da al agua, del acceso a suministros alternativos y de la variedad de valores sociales, culturales y ambientales asociados al recurso. Es necesario distinguir entre el valor del agua -determinado por su importancia socio-cultural y el amplio espectro de beneficios directos e indirectos que proporciona-, el precio del agua que sirve para determinar la tarifa y el coste del agua -derivado de los gastos generados para proveer de agua al consumidor- para entender el papel de la valoración económica en la gobernabilidad y la gestión del agua.

Por su naturaleza física variable -fluye, se evapora, se filtra o se solidifica- es difícil establecer e imponer derechos de propiedad sobre el agua. Otro aspecto crítico es su variabilidad, y creciente incertidumbre, en términos espaciales, temporales y de calidad. Debido a la naturaleza especial del agua y su particular papel en la vida del hombre y su desarrollo, hay algunos principios sociales y políticos muy concretos que deben ser tenidos en cuenta al establecer algún programa en relación con el agua. Valorar el agua, o valorar los servicios que proporciona el agua, en términos monetarios es muy difícil y en opinión de algunas personas inapropiado. No obstante la evaluación económica -el proceso de asignar una medida monetaria a los servicios de agua- es un instrumento de importancia creciente para los responsables políticos enfrentados a la planificación y a tomar las a veces difíciles decisiones respecto a asignación y obtención de recursos hídricos. Está claro que cuando se utilizan instrumentos económicos para la asignación del agua se deben de tener en cuenta las necesidades de los grupos más vulnerables -niños, comunidades locales y personas pobres- y determinar y cuantificar las necesidades básicas, es decir, el volumen de agua que se debe garantizar a cada persona -las cifras que se manejan oscilan entre 20 y 100 litros por persona y día-.

Para asegurar el acceso equitativo y cubrir las necesidades de los más desfavorecidos es necesario disponer de unas infraestructuras cuya financiación es un claro reto. Mientras que los países ricos se mueven hacia sistemas de tarifas basadas en la recuperación de los gastos totales por proporcionar un servicio cuantificado, los países pobres se esfuerzan en cubrir los costes básicos de operación, y en muchos casos, aceptando diversas formas de subsidio para aquellos que son incapaces de afrontar el pago del servicio. La importancia del agua para la salud pública hace que los gobiernos traten de proveer a los usuarios con un mínimo nivel de suministro de agua y de servicios de saneamiento independientemente de que el usuario pague el coste de los servicios. Para el Banco Mundial, estas políticas de subsidio múltiple han creado un sector de servicios de agua ineficiente e insostenible con un grave impacto en el medio ambiente de muchos países. De manera similar, el principio de que "quien contamina paga", aunque ampliamente aceptado, muchas veces no entra en vigor por la debilidad con que lo plantean los responsables políticos. No obstante, aparte de su vigencia en los países de la OCDE, existe constancia de que más de 60 países incluyen este principio en sus políticas de gestión de recursos hídricos y en sus políticas de desarrollo.

Es muy necesario, tanto para los encargados de la planificación y de la toma de decisiones políticas como para técnicos, conocer y entender las ventajas y limitaciones de las técnicas de evaluación económica y su papel en la toma de decisiones respecto a la gestión del agua de manera que esa evaluación económica pueda contribuir a una información compartida y transparente, dos de los pilares fundamentales de un buen gobierno.

Centrándonos en la parte de la relación agua-economía de más fácil cuantificación como es el negocio de suministro y saneamiento, se estima que el mercado mundial de los equipamientos y servicios relacionados con el agua alcanza los 320.000 millones de euros; aún con este nivel de inversión anual no existe la certeza de poder cumplir objetivos como reducir a la mitad el porcentaje de personas que carecen de acceso al agua potable para 2015 (y lo mismo para los servicios básicos de saneamiento). Aunque las cifras de negocio distan mucho de las de otros sectores como, por ejemplo, el petrolífero en el que sólo la materia prima supone un volumen económico 4 veces superior al del agua, el tamaño del mercado empieza a ser suficiente como para que existan grandes empresas multinacionales que tienen como actividad fundamental el agua. A modo de ejemplo, Veolia Waters tiene actividad en 57 países dando servicio a más de 100 millones de ciudadanos con sus más de 70.000 empleados y un volumen de negocio de 8.900 millones de euros, Suez cuenta también con unas cifras similares. Otras compañías multinacionales con actividad en otras áreas también amplían su actividad en el sector del agua (Dow, General Electric, Siemens, etc). A pesar de esas cifras se puede afirmar que la industria del agua permanece aún fragmentada y ninguna empresa alcanza más del 5% de ventas. El ritmo al que se producen las fusiones indica que pronto cambiará el panorama.

En resumen, el agua es un bien cada vez más escaso, para una correcta gestión de ese bien es necesario recurrir a criterios de índole diversa pero en el que los económicos juegan un papel decisivo. Ser capaces de llevar a cabo una gestión eficaz de los recursos hídricos debe suponer que disminuye el número de personas sin acceso a agua potable y a los servicios de saneamiento; ese es uno de los principales retos a los que se enfrenta la humanidad.

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