¿Por qué no usamos el sistema decimal para medir los minutos, las horas y los meses?
En nuestra vida cotidiana solemos usar para casi todo el sistema decimal, en el que los números se agrupan en unidades, decenas, centenas, etcétera. Todo apunta a que la razón por la que contamos de esta manera es porque tenemos diez dedos.
Sin embargo, existen algunas cosas que medimos de otras maneras. Los años, por ejemplo, tienen doce meses y no diez. Y en cada hora contamos sesenta minutos en lugar de cien. Lo mismo ocurre con los minutos y los segundos.
En el caso de las horas del día y los meses, lo que ocurre es que empleamos un sistema duodecimal, es decir, de base doce. Esto es así porque es el sistema que empleaban muchas civilizaciones antiguas. Usando el dedo pulgar como puntero, cada mano tiene doce falanges, tres en cada uno de los otros cuatro dedos. Los egipcios, que usaban este sistema de numeración, dividieron en doce intervalos sus relojes de sol para medir el tiempo que pasa desde que el sol sale hasta que se pone. De ahí las doce horas que luego se ampliaron a veinticuatro al incluír las horas de la noche. La división duodecimal también dio lugar a los doce signos del zodiaco y su correspondencia con los doce meses del año.
Para los minutos y los segundos, el sistema que empleamos es el sexagesimal, con base en 60, que tiene su origen en los sumerios y los babilonios. Algunos siglos antes de nuestra era, Erastótenes, Hiparco y otros sabios griegos fueron desarrollando la idea de que una circunferencia se puede dividir en 360 partes iguales, es decir los grados. Cada grado se puede dividir a su vez en 60 partes iguales y a cada una de ellas se le llamó partes minutae primae, que acabó derivando en el término ‘minuto’. De la misma manera, los minutos se pueden dividir en 60 partes iguales, llamadas partes minutae secundae, y de donde se obtiene el ‘segundo’.
Podéis leer una explicación más detallada en este artículo en Scientific American.
