Fecha
Autor
Emilio Carreño Herrero (Director de la Red Sísmica Española, Instituto Geográfico Nacional)

Sismicidad de la Península Ibérica

El origen de la sismicidad de la Península Ibérica es consecuencia de su situación en el borde de las placas Africana y Euroasiática.
La sismicidad de la Península Ibérica se debe analizar contemplando tres etapas, una inicial desde los primeros textos con referencias a sismos sentidos, del siglo VII a.C., hasta el año 1900; una segunda etapa desde esa fecha hasta 1985, período durante el cual se combinan datos macrosísmicos y los primeros registros instrumentales y por último, a partir de 1985 en que se instala en la Península una instrumentación que por sus características se puede considerar que configura una red sísmica y con la cual se comienzan a obtener datos de sismicidad de una forma más homogénea y completa.

Un dato importante a destacar es que, hasta la existencia de instrumentación sísmica, los epicentros de los terremotos se situaban en aquellos lugares en que se tenía información de la máxima intensidad sentida. No siempre coincidía con el lugar del epicentro y además, en el caso de los terremotos con foco marino, se tenía una gran imprecisión.

Tampoco se dispone para estas épocas de datos de profundidad focal. Todos los datos están recogidos en la base de datos sísmicos del Instituto Geográfico Nacional. Como es natural, en los primeros años del catálogo solo aparecen terremotos de elevada intensidad y a medida que vamos avanzando en el tiempo van aumentando los sismos de pequeñas intensidades y magnitudes.

En la Figura 1 se representan todos los terremotos según tres órdenes de magnitud: las magnitudes menores o iguales a 3.0, las comprendidas entre 3.0 y 4.0 y las mayores de 4.0. También se representan espacialmente los terremotos en esta figura sin discriminar por profundidades aunque existe una clara distribución, los sismos superficiales, de 0 hasta 30 km, los comprendidos entre 30 y 200 km y finalmente los sismos de profundidad superior a 200 km.


Figura 1. Sismicidad de la Península Ibérica desde 1985 hasta febrero de 2003


Queda en evidencia el origen de la sismicidad de la Península Ibérica como consecuencia de su situación en el borde de las placas Africana y Euroasiática, destacando como zona más activa la limitada al norte por el accidente Cádiz -Alicante y al sur por Marruecos. También queda reflejada una importante sismicidad en las figuras anteriores en Pirineos y en Galicia. En este último caso se aprecia su prolongación en el Atlántico. También se observan otras importantes franjas de sismicidad, como son las situadas en la dirección NW-SE entre Cantábria y sur de Valencia y la que existe en dirección SE-NW en línea aproximada de Córdoba -Lisboa con prolongación en el Atlántico, (Figura 2).


Figura 2. Franjas donde se produce la mayor parte de la actividad sísmica


En cuanto a la distribución por profundidades, destaca la concentración de sismos con profundidad comprendida entre 30 y 200 km en el sur peninsular y en la línea Atlántica desde Lisboa en dirección SE-NW. Igualmente el caso notable que se observa en estas profundidades de la franja NE-SW en el mar de Alborán y próxima al Estrecho de Gibraltar, (Figura 2).

Con la precisión de la actual red sísmica han sido localizados epicentros en zonas del interior peninsular en las que en algunos casos ya aparecían en el catálogo histórico sismos pero con una ubicación dudosa. Esto muestra una sismicidad de tipo intraplaca, de menor ocurrencia que la interplacas ya conocida, pero con magnitudes importantes. Esta sismicidad ya ha sido recientemente observada por otros autores, detectando movimientos neotectónicos en el margen oriental de la Península incluyendo el Valle del Tajo y en Galicia. La evolución de la sismicidad en lo que se refiere al número de terremotos para las diferentes magnitudes, pero con especial reflejo en las menores de 3.0, ha venido condicionada por la ocurrencia de series sísmicas, el método de cálculo hipocentral, el número de estaciones y nivel de sensibilidad de la red en magnitud.

El número de estaciones que intervienen en los cálculos cambió significativamente en 1991 con la incorporación del array sísmico de Sonseca (Toledo) en el cálculo hipocentral y en 2000 con la incorporación de estaciones sísmicas digitales de banda ancha con adquisición en tiempo real.

Las características más generales de la sismicidad de la Península Ibérica vienen ya reflejadas en los mapas de sismicidad correspondientes a datos históricos sin grandes cambios respecto a la sismicidad instrumental. No obstante, es evidente el incremento espectacular del nivel de detección de la Red Sísmica Española de sismos de baja magnitud, con la incorporación de nueva y más numerosa instrumentación, así como del perfeccionamiento de los métodos de análisis.

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