Huellas de 5,7 millones de años descubiertas por casualidad durante unas vacaciones en Creta. / ndrzej Boczarowski (Universidad de Uppsala)
Fecha
Autor
José Manuel Nieves

Huellas aparentemente humanas de hace 5,7 millones de años desconciertan a los científicos

Descubiertas en la isla de Creta, podrían alterar para siempre lo que sabemos sobre la evolución de los primeros humanos.

Últimamente, el origen de nuestra especie no deja de complicarse. Y ahora le toca el turno a una serie de misteriosas huellas fósiles, aparentemente humanas, descubiertas en la isla de Creta y que podrían alterar, para siempre, el relato establecido sobre la evolución de los primeros humanos. Las huellas tienen 5,7 millones de años de antigüedad, una época en la que, supuestamente, nuestros antepasados solo vivían en Africa y dejaban huellas muy parecidas a las de los monos.

Desde el descubrimiento de los primeros fósiles de Australopithecus en el sur y el este de África a mediados del siglo 20, el origen del linaje humano se ha situado en el continente negro. Otros fósiles descubiertos en esa misma región, incluidas las famosas huellas de Laetoli, en Tanzania, dejadas hace 3,7 millones de años por unos pies de apariencia humana, reforzaron aún más la idea de que los primeros miembros de nuestro linaje no sólo se originaron en África, sino que permanecieron aislados allí durante varios millones de años, antes de dispersarse por Europa y Asia.

Por eso, el hallazgo de una hilera de huellas de apariencia humana en Creta, y además con una antigüedad de cerca de 5,7 millones de años, se opone frontalmente a esas ideas y sugiere una realidad mucho más compleja.

Las huellas fueron descubiertas por casualidad en 2002 por Gerard Gierlinski (paleontólogo polaco especializado en huellas fósiles), durante una vacaciones en Creta. Pero no fue hasta 2010 cuando las estudió a fondo y llegó a la conclusión de que habían sido dejadas por un hominino. Ahora, Per Ahlberg, de la Universidad de Uppsala, ha retomado la investigación y acaba de publicar sus sorprendentes conclusiones.

UN PIE HUMANO

El pie humano tiene una forma muy particular, diferente por completo de la de otros animales terrestres. De hecho, la combinación de una planta alargada, cinco dedos de los pies que apuntan al frente, cortos y sin garras, con un dedo gordo mucho mayor que los demás, es única. Los pies de nuestros parientes más cercanos, los grandes simios (chimpancés, gorilas y orangutanes), se parecen más a una mano que a un pie humano, con un pulgar lateral que permite agarrarse fuertemente a las ramas o, incluso, manipular objetos.

Las famosas huellas de Laetoli, que se cree que fueron dejadas por un autralopiteco, son muy similares a las de los humanos modernos, excepto por el hecho de que el talón es más estrecho y la planta no está aequeada, como la nuestra. Por el contrario, algunos fósiles más antiguos, como los de Ardipithecus ramidus, que caminó por Etiopía hace 4,4 millones de años y que está entre los homininos más completos hallados hasta ahora, tiene los pies como los de los simios. Los investigadores que describieron esa especie argumentaron en su día que Ardipithecus era un antepasado directo de nuestra especie, pero que sus pies, en aquel tiempo, no habían evolucionado aún para parecerse a los nuestros.

Pero las nuevas huellas, halladas en Trachilos, al oeste de Creta, son dos millones de años más antiguas que las de Laetoli y, a pesar de ello, tienen una forma inequívocamente humana, especialmente en los dedos de los pies. Su dedo gordo es similar al nuestro en forma, tamaño y posición, y también, como en nuestro caso, se asocia a la planta con una 'bola' que jamás está presente en los simios.

La planta del pie de este nuevo y desconocido hominino es proporcionalmente más corta que en las pisadas de Laetoli, pero en general tiene la misma forma. En resumen, las características de las huellas de Trachilos indican sin lugar a dudas que fueron dejadas por uno de los primeros homininos, mucho más primitivo que el "caminante" de Laetoli. En Creta, las huellas fueron dejadas en una orilla arenosa, posiblemente en el delta de un río, mientras que las de Laetoli quedaron impresas en cenizas volcánicas.

"Lo que las convierte en polémicas es la edad y la localización de estas huellas", afirma Per Ahlberg, autor principal del estudio.

Con sus 5,7 millones de años, la especie que dejó las misteriosas huellas de Creta es incluso más antigua que los más viejos de los homininos conocidos, los Sahelanthropus de Chad, y contemporánea del Orrorin de Kenia, pero más de un millón de años más vieja que Ardipithecus ramidus y sus pies de simio. Lo cual contradice la hipótesis de que Ardipithecus sea un antepasado directo de especies posteriores de homininos, de las que nosotros descendemos.

Además, hasta este mismo año, todos los homininos fósiles conocidos con más de 1,8 millones de años (la edad de los primeros Homo fósiles de Georgia) procedían de África, lo que llevó a la mayoría de los investigadores a la conclusión de que ése, y no otro, era el lugar donde se desarrolló el grupo.

Pero las huellas Trachilos no dejan lugar a dudas. De hecho, están fechadas con seguridad usando una combinación de foraminíferos (microfósiles marinos) procedentes de capas subyacentes de terreno, más el hecho de que las propias huellas se encuentran inmediatamente por debajo de una roca sedimentaria muy distintiva, que se formó justo en la época en la que el mar Mediterráneo se secó brevemente, hace 5,6 millones de años.

LOS RESTOS DE LOS BALCANES

Por una curiosa coincidencia, a principios de este mismo año otro grupo de investigadores reinterpretó una serie de restos fragmentarios (dientes y mandíbulas) de 7,2 millones de años de antigüedad, pertenecientes a un primate llamado Graecopithecus, hallados entre Grecia y Bulgaria, y lo reasignaron al grupo de los homíninos.

En la época en que las huellas de Creta quedaron impresas en la arena, un periodo conocido como Mioceno tardío, el desierto del Sahara aún no existía. Y todo el norte de Africa, hasta el Mediterráneo oriental, era una inmensa sabana. Para colmo, Creta aún no se había desprendido de la península griega. Por lo tanto, no resulta difícil imaginar cómo los primeros homininos podrían haber recorrido a sus anchas tanto el sudeste de Europa como África, dejando sus huellas en una orilla de lo que después sería una isla, Creta, en medio de un nuevo mar, el Mediterráneo.

"Este hallazgo -afirma Per Ahlberg- desafía frontalmente el relato establecido de la evolución de los primeros humanos, y es posible que genere un gran debate. Queda por ver si la comunidad de investigadores que estudian el origen de los humanos aceptará estas huellas fósiles como evidencia de la presencia de homininos en Creta durante el Mioceno".

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