• Alucinación submarina

          Tal vez os cueste comprenderlo. Yo mismo,
    en este mármol verde de oleaje glacial,
    no lo comprendo bien del todo.
    Quizá nadie jamás reciba este mensaje.
    O, cuando lo reciba, no sepa interpretarlo.
    Porque todo, allá arriba, habrá variado entonces
    probablemente. (Aquí seguirá todo igual.)

          Si entendieseis por qué viví…
    Si sospechaseis cómo quise ser descifrado,
    contagiar, vaciarme, a través de unas pálidas palabras
    que daba vida el son más que el sentido…

  • El amor se lo merece

    Exageremos, el amor se lo merece.
    ¿Cómo contentarnos con menos que la eternidad?
    Amarnos más allá de cualquier límite,
    incluso el de velocidad máxima permitida,
    aprovechando apenas que el amor tiene alas.
    Amarnos en las nubes y aun más arriba de las nubes,
    a diez mil metros, con la complicidad de ángeles o
          azafatas.
    Amarnos en el agua, mar adentro, en su fondo abisal,
    conteniendo la respiración hasta no saber
    si es una granada a punto de estallar
    o un corazón lo que tenemos dentro del pecho.
    Amarnos vertiginosamente

  • Hombre de mi tiempo

    Todavía eres de la piedra y de la honda,
    hombre de mi tiempo. Estabas en la carlinga,
    con las alas malignas, los cuadrantes de muerte,
    -te he visto- en el carro de fuego, en las horcas,
    en los potros de tortura. Te he visto: eras tú,
    con tu ciencia exacta dispuesta al exterminio,
    sin amor, sin Cristo. Has matado de nuevo,
    como siempre, como mataron los padres, como mataron
    los animales que te vieron por primera vez.
    Y esa sangre huela como el día
    en que el hermano dijo al hermano:
    <<Vamos a los campos. >> Y aquel eco frío, tenaz,

  • Desdén de arquitectura

    Huraño, el eremita su cubículo deja
    y se lanza a la calle. Critica así sus límites;
    deja a la soledad que vaya trasmutando
    lo impuro de su cueva.
    Se vierte, va esparciendo con desmesura trozos
    de su propia sustancia en tertulias tangentes,
    en cenáculos otros, en círculos opacos. Desperdicia.

    A lo más su mirada le lleva a cobijarse,
    muy al modo transitorio, en vestigios de lluvia
    (conmemora sus bodas con la intemperie). Execra
    a toda arquitectura: ya aborrece
    lo medido que alberga
    lo desmedido, abjura
    de la decoración (o la cobarde

  • Botánica

    La araucaria atrae las miradas
    Se admira su gigantesco tamaño
    Y sobre todo sus ramas
    Que nacidas a diferentes alturas
    Se elevan a la manera de un candelabro
    Y se detienen todas en el mismo nivel para formar una bandeja
           perfectamente igual
    También se ve el gran auzón con flores de un amarillo de oro las
           mirtáceas
    Las terebintáceas
    La compuesta tan común que llaman Alecrim do campo el romero
           del campo
    Y el arbolito de hojas apagadas

  • Hidrógeno

    Del dolor y del tiempo, ¿qué saben las estrellas?
    En su yerta sustancia de ceniza
    no hay finitud ni angustia, día y noche.
    ¿Cómo van a poder guiar nuestros pasos?
    Nada ansían ni temen, nada sueñan.
    Su principio vital es el hidrógeno
    con una porción de helio. Y eso basta.
    Todo es allí perfecto, indestructible:
    la alegría es tiniebla; el fin, aurora.

    Nuestro hidrógeno es tiempo y es dolor,
    dos sustancias que nunca hallará un físico.
    Nuestro helio es la estrella fugaz de los deseos
    y ese vencejo gris que ahora pasa.

  • Carta del capitan cook al presidente de la sociedad geográfica de londres

    He aquí, Señor, que navegando
    hemos llegado a Citerea:
                                                                música
    flor, bosque de palmas, pájaros,
    dibujan paraísos terrenales.
    Dulces muchachas nievan,
    al sonreír, la aceitunada
    piel que ilumina sus divinos rostros.

  • Cuando escuché al astrónomo erudito

    Cuando escuché al astrónomo erudito,
    Cuando las pruebas, las cifras, fueron puestas en columnas delante de mí.]
    Cuando me enseñaron los mapas y los diagramas, para sumarlos, dividirlos, medirlos,]
    Cuando sentado escuché al astrónomo, con gran aplauso en el salón,]
    Qué extrañamente rápido me harté,
    Hasta que levantándome y deslizándome me alejé solo,
    En el aire nocturno, místico y húmedo, y de tiempo en tiempo,
    Miré en perfecto silencio las estrellas.

  • Las letanías de satanás

    ¡Gloria a ti y alabanza, Satán, en las alturas
    del Cielo en que reinaste: y gloria en las negruras,
    del Infierno en que sueñas silencioso y vencido!
    Haz que un día mi espíritu repose complacido
    contigo, bajo el Árbol de la Ciencia, ¡oh Satán!,
    cuando, moderno Templo, sus ramas se abrirán.

  • Canción del explorador

    Qué otra cosa podría ver un explorador cansado
    dentro de los límites de un metro cuadrado de tristeza
    sino Caminos que los limoneros acompañan, sino Colinas
    y ondulados Campos donde el vino ya se presiente

    Qué podría ver sino Islas de Cristal, Ciudades
    plateadas, áureas, Amaneceres, Barcos Rojos
    que tripulaciones enloquecidas llevan sin rumbo

    Serpientes gigantescas, tigres, podría ver también
    ballenas blancas sumergiéndose en un océano cálido

    Podría ver dos mujeres de vestidos anaranjados
    sentadas junto a una pared incendiada por el sol