En linajes anteriores, era más frecuente que los picos de la 'corona' del virus se plegaran de forma prematura y, por tanto, tuvieran más dificultad para adherirse a las células
Todavía a comienzos del largo y asimétrico proceso global de vacunación contra el coronavirus, las variantes británica, brasileña y sudafricana preocupan a los científicos por su aparente capacidad para propagarse con mayor rapidez. Todas ellas tienen en común la mutación D614G, a la que los investigadores del Boston Children's Hospital de Estados Unidos atribuyen una alteración clave en el código genético del SARS-CoV-2 que lo haría más infeccioso.
En un estudio publicado la semana pasada en la revista 'Science', el equipo de medicina molecular dirigido por el doctor Bing Chen analiza cómo cambia la estructura de la proteína S —la 'corona' del virus causante de su entrada en el organismo y la principal diana de las actuales vacunas— con la mutación que tienen en común las nuevas variantes. Su principal hallazgo es que la sustitución de una sola letra en el código genético hace que los picos de esa 'corona' se comporten de forma más estable y, por consiguiente, el virus se adhiera a las células con mayor facilidad.
En los linajes del coronavirus previos a la mutación D614G, los picos (proteína S) se unen al receptor ACE2 de las células y luego cambian su forma, plegándose sobre sí mismos, lo que permite al virus fusionar su membrana con la de las células del cuerpo humano. Pero hay veces en que los picos se pliegan de forma prematura y se deshacen antes de que puedan unirse a las células.
Cuando los investigadores estadounidenses captaron imágenes a escala microscópica de la proteína S de las variantes, detectaron que la mutación D614G bloquea el cambio de forma prematuro. "Digamos que el virus original tiene 100 picos", explica Chen. "Debido a la inestabilidad de la forma, es posible que solo el 50% de ellos sean funcionales. En las variantes G614, es posible que el 90% sea funcional", afirma.
Chen aporta un matiz importante. El hecho de que algunos picos se plieguen antes de tiempo no es necesariamente positivo, pues para el sistema inmune es más difícil contenerlos. "Debido a que la proteína S original se disocia, no es lo suficientemente buena para inducir una fuerte respuesta de anticuerpos neutralizantes", aclara el experto, que, no obstante, considera más infecciosa la mutación: "La mutación también hace que los picos se unan más débilmente al receptor ACE, pero aunque no se unan tan bien, las probabilidades de infectarse son mayores".
Adaptar las vacunas a las proteínas mutantes
La Agencia Europea del Medicamento (EMA) define como "prioridad de salud pública urgente" la definición de un proceso para adaptar las vacunas a las variantes actuales y futuras. Los científicos del Boston Children's Hospital creen que la clave para seguir brindando la misma protección es incorporar a las dosis de Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Johnson & Johnson el código de la proteína S mutante, de tal forma que el sistema inmune sea capaz de generar anticuerpos neutralizantes contra los picos más estables del virus.
El grupo de trabajo de Chen va más allá y tiene como objetivo la creación de un fármaco capaz de bloquear la entrada del coronavirus. El pasado mes de enero ya demostraron que el SARS-CoV-2 podía unirse con más fuerza a un receptor ACE2 'señuelo', diseñado en sus laboratorios, que a las células del organismo. Lo probaron en cultivos celulares y ahora tienen por delante el reto de reproducirlo en modelos animales.