“En la vida no hay nada que temer, sólo hay que entender”. Con este lema, la física, química y matemática Marie Curie (1867-1934), que no pudo inscribirse en una institución regular de educación superior porque era mujer y tuvo que ingresar en una clandestina ‘universidad flotante’, se inició en el campo de la investigación. La recompensa a ese tesón, interés y ganas al que se sumaron sus padres: la primera persona en recibir dos premios Nobel en distintas especialidades (Física y Química) y la primera mujer en ocupar el puesto de profesora en la Universidad de París.