En presencia de una dieta rica en grasas, las células de la microglía se activan para que comamos más y ganemos peso.
El hipotálamo medio-basal es una región del cerebro en la que se localizan las neuronas responsables de evitar que cojamos un peso excesivo. Y es que lo que hacen estas neuronas es regular nuestra ingesta de calorías en función de nuestro gasto energético. El problema es que las dietas ricas en grasas echan por tierra este cálculo, lo que hace se rompa el equilibrio y ganemos unos -o muchos- kilos. Tal es así que estas neuronas se han constituido en una de las principales dianas para el desarrollo de fármacos para combatir la obesidad. Sin embargo, es posible que estas neuronas no sean tan responsables de que nuestra figura, y por ende nuestra salud, se vaya al traste. O lo que es lo mismo, puede que el objetivo de esta investigación anti-obesidad esté equivocado. Y es que como muestra un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de California en San Francisco (EE.UU.), parece ser que son las microglías, esto es, las células con capacidad fagocitaria que conforman el sistema inmune del cerebro, las que realmente nos empujan a comer más y a ganar peso con las dietas ricas en grasas.
Como explica Suneil Koliwad, director de esta investigación publicada en la revista Cell Metabolism, "las microglías no son neuronas, pero suponen hasta un 10-15% de todas las células que se encuentran en el cerebro. Y estas microglías representan una vía hasta ahora oculta y completamente novedosa para actuar sobre el cerebro para mitigar la obesidad y sus consecuencias para la salud".
ALMACENANDO ENERGÍA
En el nuevo estudio, los autores emplearon un modelo animal -ratones- al que cebaron durante cuatro semanas con una dieta rica en grasas, tipo de alimentación que ya se sabe que provoca un aumento de las células de la microglía y, por tanto, desencadena una inflamación local en el hipotálamo medio-basal. Y tal y como cabría esperar, los ratones que siguieron este tipo de dieta comieron todo lo que pudieron y quemaron menos calorías y ganaron más peso que sus homónimos 'sometidos' a una alimentación normal y saludable.
Pero este incremento de las células de la microglía, ¿es responsable de la ganancia de peso o, por el contrario, una mera consecuencia de este aumento de volumen corporal? Pues para averiguarlo, los autores administraron a la mitad de los ratones alimentados con la dieta rica en grasas un fármaco experimental que, bautizado como 'PLX5622', reduce el número microglías en el hipotálamo medio-basal. El resultado es que los animales tratados con el fármaco comieron un 15% menos y ganaron un peso un 15% inferior que aquellos sin el PLX5622.
El siguiente paso fue utilizar un nuevo modelo animal -ratones- genéticamente manipulado para prevenir la activación de la respuesta inflamatoria de la microglía. Y lo que sucedió es que estos animales, igualmente alimentados con una dieta rica en grasas, comieron un 15% menos y ganaron un peso un 40% inferior que sus homónimos con sus genes intactos. Un resultado que sugiere que la capacidad inflamatoria de la microglía es, por sí sola, responsable de que los animales coman más y ganen peso.
Para confirmar este resultado, los autores emplearon un último tipo de ratón al que manipularon genéticamente para desactiva y activar -con un fármaco- a voluntad la respuesta inflamatoria de la microglía. En este caso, el ratón fue alimentado con una dieta saludable y bajo en grasas. Sin embargo, la activación de la respuesta inflamatoria en el hipotálamo medio-basal provocó que los ratones comieran un 33% más de comida y gastaran un 12% menos de energía. El resultado es que, comparados frente a aquellos en los que no se indujo la respuesta inflamatoria, estos ratones ganaran hasta un 400% de peso.
Como indica Joshua Thaler, co-autor de la investigación, "a partir de estos experimentos podemos decir sin ninguna duda que la activación de la inflamación de la microglía no es solo necesaria para inducir la obesidad en caso de una dieta rica en grasas, sino también suficiente para provocar un desequilibrio en la regulación de la energía por el hipotálamo, lo que da lugar a una ganancia de peso excesiva".
ANTICIPARSE A LAS HAMBRUNAS
Distintos estudios han demostrado que, comparadas frente a las personas delgadas, los individuos obesos suelen tener mayores poblaciones de células gliales -el tipo de células cerebrales en el que se engloban las microglías- en el hipotálamo. Un fenómeno denominado 'gliosis' que es común en las enfermedades neurodegenerativas, los traumatismos cerebrales, las infecciones y hemorragias en el cerebro y el cáncer cerebral. Y es que como apuntan los autores, el exceso de alimentación ocasiona, simple y llanamente, un daño cerebral.
Pero, ¿por qué la microglía promueva un apetito voraz y, por tanto, la sobrealimentación y la ganancia de peso, ante una dieta rica en grasas? Pues la razón podría encontrarse en la evolución.
Como refiere Suneil Koliwad, "la disponibilidad de dietas con alto contenido energético ha sido ciertamente infrecuente a lo largo de la evolución de los mamíferos, y cuando se han encontrado disponibles han supuesto una ventaja para los animales, que no necesitaban cazar o pastar y podían concentrarse en comer. Así, la respuesta de la microglía a las dietas grasas cobra algún sentido desde esta perspectiva de la evolución. Las grasas son las formas más densas de calorías que los humanos ancestrales tenían la oportunidad de consumir. Por tanto, cuando un humano primitivo finalmente obtenía una comida tras un largo periodo de ayuno, la microglía podía haber sido esencial en la transmisión de la presencia de esta comida a las neuronas para estimular el máximo apetito".
Sin embargo, la situación actual dista sobremanera de la que conoció el hombre primitivo. Las comidas ricas en grasas se encuentran por todas partes, y esta adaptación puede haber acabado resultando perniciosa.
Como concluye el director de la investigación, "en nuestro mundo moderno, cuando la población se sobrealimenta continuamente con dietas ricas en grasas, la activación crónica de la microglía puede provocar una estimulación más permanente de los circuitos cerebrales que aumentarán la ingesta de alimentos ricos en grasas, iniciando así un círculo vicioso".