RUIDO DE FONDO
Si por ciencia ficción consideramos el advenimiento novelesco, y su tratamiento congruente, de un hecho excepcional, la obra de DeLillo cumple los requisitos. Se trata en la novela de una pacífica ciudad americana, donde vive y trabaja como profesor universitario especializado en estudios sobre Hitler el profesor Jack Gladney con su cuarta esposa y convive con los hijos que la pareja ha tenido en sus anteriores matrimonios. Sobre este entorno casi bucólico irrumpe un tremendo accidente industrial, una emanación de gases tóxicos, que desconcierta y empavorece a aquellas vidas plácidas y un sí no es vulgares. Vulgares, sí, como lo revela la reacción del protagonista ante las primeras noticias de la nube tóxica: "La sociedad está organizada de tal modo que son los pobres y los analfabetos quienes sufren el impacto principal de las catástrofes naturales y artificiales (...) Yo soy catedrático de universidad -dice a su esposa-. ¿Has visto alguna vez a un catedrático remando en un bote a lo largo de su propia calle cuando han salido inundaciones en televisión?".
Este especialista en Hitler no deja de incurrir en trivialidades notorias, como cuando hace paralelos el destino de Hitler y Elvis Presley a causa de su apasionada relación con sus madres. En realidad, exceptuadas las memorables páginas consagradas a narrar la fuga de la muchedumbre aterradas por el escape tóxico, toda la novela es una poetización de la trivialidad, que deja mal a Gladney como científico y a los norteamericanos como ciudadanos de pie dominados (controlados) por la televisión. Como dice un personaje, "La gente padece marchitamiento cerebral debido a que ha olvidado escuchar y mirar como los niños". "Para la mayoría de las personas -dice otro- sólo existen dos lugares en el mundo. El sitio en el que viven y el televisor".
Hay otros fragmentos igualmente punzantes sobre los efectos de los concursos televisivos y la trascendencia que adquiere en aquella sociedad el supermercado, convertido en una institución por la mirada irónica de Delillo: "El supermercado está lleno de personas mayores que se mueven con aire perdido entre las deslumbrantes estanterías. Algunos son demasiado cortos de estatura para alcanzar los estantes superiores; otros, bloquean las galerías con sus carritos; los hay torpes y tardos en reaccionar; los hay que se muestran despistados o confusos; algunos vagan murmurando para sí con el aspecto receloso de las personas que recorren las dependencias institucionales".
Reseña realizada por Miguel García-Posada