Científicos sugieren crear una reserva mundial del microbioma del intestino, extrayéndolo de personas que viven en zonas remotas, con el fin de reintroducirlo en el futuro y luchar contra el asma, la obesidad o las alergias.
El intestino humano es el hogar de al menos 1.000 especies diferentes de microorganismos (sin contar con los virus), el llamado microbioma intestinal. Un hombre de 70 kilogramos de peso alberga ahí del orden de 30 billones de bacterias, que forman un complejísimo ecosistema (hace poco se descubrió que muchas de ellas producen electricidad). Su funcionamiento es totalmente esencial para regular la entrada de patógenos, el funcionamiento del sistema inmunológico y la absorción de nutrientes. Por tanto, se podría decir que nos va la vida en conservar ese peculiar ecosistema.
Sin embargo, el microbioma intestinal es frágil y se ve alterado por la vida moderna: los antibióticos o las dietas, centradas en alimentos procesados, lo transforman para siempre y suponen la pérdida de algunas de estas especies. Por este motivo, un equipo de investigadores ha propuesto, en un artículo que se acaba de publicar en Science, crear un refugio para el microbioma global y proteger la salud humana a largo plazo. Su idea es, básicamente, construir un "Arca de Noé" para las bacterias de cuya existencia dependemos.
"Vamos a sufrir una crisis sanitaria global", ha dicho en un comunicado María Gloria Domínguez-Bello, directora de la investigación y profesora en la Universidad Rutgers en Nueva Brunswick (Estados Unidos). "Esto requiere que capturemos y preservemos la diversidad de la microbiota humana -o microbioma- mientras todavía existe".
La intención es emular la idea que llevó a inaugurar en 2008 el "Refugio Global para Semillas", en la isla de Spitsbergen, en el archipiélago de Svalbard, en Noruega. Allí, bajo el permafrost y una montaña de rocas arenosas, a más de cien metros por encima del nivel del mar, se esconde un refugio de 120 metros de largo blindado frente a intromisiones. Su finalidad es resistir al fin del mundo y proteger millones de semillas de los cultivos principales para la humanidad. La mayoría podría sobrevivir siglos, otras incluso milenios.
Es evidente que las semillas son la base de los cultivos, pero la importancia de las bacterias quizás no es tan evidente. Domínguez-Bello lo ha justificado en unas pocas palabras: "Estos microbios coevolucionaron con los humanos durante cientos de milenios. Nos ayudan a digerir la comida, fortalecen nuestro sistema inmune y nos protegen frente a gérmenes invasores. Pero en un puñado de generaciones, hemos visto una asombrosa pérdida en diversidad microbiana -una medida de la variedad y abundancia de distintas especies- junto a un incremento mundial en desórdenes inmunológicos y de otro tipo -como las alergias-".
COMBATIR LAS ENFERMEDADES DEL FUTURO
¿Puede ser que los humanos comiencen a enfermar más a medida que el microbioma global se debilita? Es una opción plausible, por lo que sugieren estos científicos. Domínguez-Bello, junto Rob Knight (Universidad de California), Jack A. Gilbert (Universidad de Chicago) y J. Blaser (Universidad de Nueva York) creen que, por fortuna, en el futuro podría ser posible evitar enfermedades reintroduciendo los microbios perdidos.
Para ello, han asegurado, es esencial recolectar el microbioma en aquellos lugares donde aún sobrevive: es decir, en poblaciones remotas de América Latina y África donde la diversidad de la microbiota se mantiene alta e inalterada, gracias a que la urbanización aún no ha tocado estos lugares.
Como prueba de que así es, los autores recuerdan que, por término medio, la diversidad del microbioma de una persona procedente de Estados Unidos es un 50% inferior a la de los cazadores-recolectores de pueblos aislados en el Amazonas.
Por estos motivos, estos científicos han hecho un llamamiento para iniciar una campaña internacional de recogida y preservación de los microorganismos que viven en el intestino del ser humano. Según ellos, hacerlo será una forma de luchar contra enfermedades en plena expansión, como el asma, la obesidad, las alergias y el autismo. Estos científicos han asegurado que los costes personales y económicos de no emprender este proyecto serán tan graves como los de no evitar al cambio climático.
Referencia bibliográfica:
Maria G. Dominguez Bello et al. 2018. Preserving microbial diversity. Science. DOI: 10.1126/science.aau8816