Entrevista a Guillermo González Rubio, investigador madrileño que ha recibido una Starting Grant del European Research Council. La Fundación para el Conocimiento madri+d ha acompañado a Guillermo en el proceso para la solicitud y gestión de esta importante financiación
Háblanos de cómo ha sido tu camino en investigación científica hasta hoy.
Estudié Químicas en la Facultad de Ciencias Químicas de la Complutense, a partir de ahí realicé el doctorado entre San Sebastián, en CIC Biomagune, y Madrid, en la UCM. Durante mi tesis viajé bastante, de San Sebastián a Madrid. Fue una experiencia muy bonita, disfruté mucho de esta investigación.
Es cierto que yo ya sabía, antes de empezar la carrera, que la química era lo mío. Pero de ahí a luego dedicarme a la investigación pasaron años. Se tarda en encontrar la pasión, porque luego hay muchos temas diferentes…
Tras esto busqué una estancia posdoctoral en el extranjero. Hoy en día es realmente donde puedes llegar a adquirir conocimientos que no puedes adquirir en España: vivir en entornos internacionales, conocer otra forma de trabajar… Te enriquece mucho y aprendes también otras culturas científicas.
Esto fue en Alemania, con una beca Alexander von Humboldt. Estas becas duran dos años y antes de que terminara empecé a buscar financiación por mi cuenta a través del ministerio alemán de ciencia y tuve suerte, me concedieron un proyecto de investigación para otros tres años.
Pero la casa tira, así que decidí aplicar a la Atracción de Talento de la Comunidad de Madrid con un proyecto basado en toda mi experiencia investigadora y me lo concedieron. Eso fue hacia finales de 2022.
Desde entonces trabajo en la Facultad de Ciencias Químicas, en la Universidad Complutense de Madrid, en el departamento de Química Física, llevando a cabo mi investigación.
¿Siempre supiste que querías ser químico?
Yo creo que tendría 12 o 13 años cuando me empezó a llamar la atención el mundo de la química. Empecé haciendo experimentillos en casa con sulfato de cobre, que lo puedes cristalizar en casa. ¡Si no lo conocéis, es super chulo y lo pueden hacer hasta niños! Luego es verdad que me metí en cosas un poco más peligrosas, empecé a hacer pólvora y cosas de esas… ¡alguna vez me quemé el pelo!
¿Cuánto tiempo llevas trabajando en la propuesta? Y, más importante, ¿de dónde viene la idea?
Esta propuesta se ha ido cocinando durante muchos años. Cuando empecé la tesis el tema estaba relacionado con la síntesis de nanomateriales en disolución, basados en oro, por sus propiedades ópticas.
Durante ese tiempo también empezamos a trabajar en el uso de láseres pulsados de alta energía para modificar las propiedades de estos nanomateriales de oro. Eso lo que llevó fue a poco a poco tratar de comprender mejor el sistema y eso dio paso a nuevas ideas que se podían implementar en otros sistemas, no solo basados en oro.
Durante los años de ‘postdoc’ cambié un poco el tema, me centré en continuar investigando el crecimiento, la fabricación de estos nanomateriales, expandiéndolo también a otros elementos como la plata, el platino… otros metales nobles que son muy interesantes a nivel industrial, por ejemplo, para catálisis.
Los catalizadores se utilizan aproximadamente en el 80% de las reacciones a nivel industrial para producción de materiales. Es decir, que su valor a nivel estratégico es enorme.
Sintetizar estos materiales es muy interesante, aunque complejo, cada uno tiene unas propiedades diferentes. De todo esto surge la idea última que consiste en, no solo sintetizar estos materiales puros - tener una partícula de oro, de paladio…- sino de ser capaces de combinar estos elementos en una única partícula, en forma de nanomateriales coloidales (dispersos en disoluciones). Esto es un reto enorme, porque normalmente ‘no quieren’ mezclarse, buscan segregarse.
Nuestra propuesta busca desarrollar nuevos métodos que permitan sintetizar estos nanomateriales con mezclas complejas, multi elementales o multi metálicos, utilizando láseres pulsados de alta energía como aquellos que aprendí a utilizar durante mi tesis.
¿Por qué los láseres? Realmente podemos a hacer una analogía con la metalurgia. Cuando queremos hacer aleaciones para construir aviones o mejores coches, se utilizan altas temperaturas para fundir los elementos en un único material, pues esto es lo mismo que queremos hacer nosotros, pero a nivel de la nanoescala. Al nivel del tamaño de un virus.
Ahí no puedes usar altas temperaturas del modo tradicional, sobre todo si estás trabajando en disolución, porque se evaporarían, los láseres nos permiten calentar esas partículas a temperaturas de 2000 ºC o 3000 ºC en periodos muy cortos, estamos hablando en el rango del picosegundo y del nanosegundo. Para hacernos una idea, un nanosegundo es un segundo dividido entre mil millones.
¿Qué aplicaciones puede tener la investigación que has puesto en marcha?
Nuestra propuesta, siendo realistas, es de tipo fundamental. Queremos estudiar procesos a nivel fundamental que el día de mañana alguien, quizás nosotros mismos, podamos aprovechar para fabricar materiales para el día a día.
Ahora mismo esto está un poco lejos, hay mucho camino por recorrer. Pero sí es verdad que hay aplicaciones más directas de estos sistemas. Por ejemplo, si hacemos nanomateriales basados en platino combinado con otros elementos, podemos fabricar catalizadores para producción de hidrógeno. También podemos hablar de CO2, convertirlo en moléculas interesantes a nivel industrial, como por ejemplo en etanol, que se puede usar para mover coches a través de pilas de combustible.
Hay gente que a esto lo llama el Santo Grial de la química, porque sería conseguir descubrir sistemas que nos permitan convertir el CO2 de la atmósfera, el que nosotros liberamos, en moléculas que luego podríamos utilizar para la industria.
Hay otros sistemas también interesantes, como puede ser el desarrollo de sensores para diagnóstico de enfermedades. En ese sentido, el oro se ha utilizado bastante. El ejemplo más claro lo hemos conocido por los tests de Covid, que se basan en partículas de oro o plata. Esa banda que vemos no es más que nanopartículas de dichos metales.
Desarrollar sistemas que sean más eficientes para detección de enfermedades es, sin duda, uno de los objetivos finales del desarrollo de este tipo de materiales.
Es fascinante pensar en que tu trabajo de hoy quizás no tenga un uso práctico concreto hasta dentro de mucho tiempo…
Una de las condiciones de la ERC es que la investigación que llevamos a cabo pueda tener repercusión en la sociedad el día de mañana. Eso no significa que no se invierta en ciencia básica, cuyas investigaciones tengan aplicación en 50 años. A veces simplemente el descubrir por descubrir es algo maravilloso.
No sabemos qué va a pasar con el conocimiento que nosotros producimos. A veces podemos imaginarlo, pero realmente saber el impacto que va a tener en la sociedad futura, es casi imposible en muchos casos.
¿Qué significa para ti haber sido elegido para recibir esta financiación?
Te da tranquilidad. Sabes que las probabilidades de poder seguir investigando y ganándote la vida son mayores, claro. En la carrera investigadora, que nosotros comenzamos con 23 o 24 años, son muchos los años que pasan hasta que uno alcanza la estabilización. Por tanto, conseguir este tipo de financiación, que es un reconocimiento también a tu carrera investigadora, te permite tener más probabilidades de acceder a un trabajo estable el día de mañana. En mi caso, si todo va bien, sería conseguir una plaza de profesor universitario.
¿Y en lo personal?
Es una satisfacción porque son muchos años trabajando en lo que te gusta, pero con mucha incertidumbre, siempre buscando becas para seguir, empezando en nuevos lugares. Así esa incertidumbre desaparece y te permite pensar en cosas más allá del trabajo, en aspectos de la vida que quizás he tenido más abandonados.
¿Tienes en mente ya gente que quieras en el equipo?
Sí, sí, claro. Yo más o menos sé a quién quiero incorporar en el equipo. Hay gente que ya ha trabajado conmigo, y eso es lo mejor, porque ya hacemos equipo.
De fuera, tengo algunas personas en mente para que puedan enriquecer el proyecto. Al final todos estos proyectos son muy ambiciosos, tienen un riesgo alto, es posible que no salga o solo una pequeña parte, por lo que es bueno involucrar a la mayor cantidad de ‘conocimiento’ en forma de diferentes personas con diferentes experiencias dentro de la química.
¿Qué ha significado para ti el acompañamiento desde la Fundación para el Conocimiento madri+d?
Ha sido esencial para preparar las entrevistas. Primero, pasar a la fase de entrevista es extraordinario. Pero ya llegar a que te concedan la beca, realmente necesitas la experiencia de personas que han estado ahí o que saben lo que hace falta. Los científicos no solemos ser los mejores comunicando nuestras ideas.
Está muy bien que la forma de pensar en España esté cambiando en ese sentido porque es verdad que en otros países como Inglaterra o Alemania esto se viene haciendo desde hace muchísimos años. Esta es una de las razones por la que estos países han tenido unas tasas de éxito tan altas, porque llegan a la fase de entrevistas muy preparados. Tú puedes tener una idea muy buena, pero si no eres capaz de comunicarla o defenderla, te la van a tirar atrás.