A pesar de todos los beneficios de los filtros solares, algunos de ellos no son biodegradables al 100% o no se eliminan fácilmente en las plantas depuradoras de aguas residuales, lo que ha conducido a un problema de salud ambiental
La foto protección es la estrategia preventiva principal para disminuir el riesgo de desarrollar cáncer de piel y lograr un envejecimiento saludable. Además de los filtros físicos como sombreros, gafas de sol o sombrillas, entre otros,el uso de cosméticos con esta función, los denominados filtros solares o filtros ultravioleta (UV), es una estrategia que actualmente utilizan millones de personas, especialmente en las sociedades occidentales.
Estos cosméticos para el cuidado solar tienen como finalidad proteger contra la radiación ultravioleta (UV) del sol. Los cosméticos, entre los cuales se incluyen los filtros solares, están regulados para que sean seguros en las condiciones de utilización normales y respeten las normas de composición y etiquetado.
El Factor de Protección Solar (FPS), la medida de protección de los cosméticos para el sol
Para que los cosméticos de protección solar actúen, deben contener un agente de protección solar que absorba o disperse la luz ultravioleta. Los denominados filtros físicos basados en polvos inorgánicos como el dióxido de titanio y el óxido de zinc que tienen un alto poder de dispersión para la luz ultravioleta y los absorbentes de radiación UV o filtros químicos. Estos últimos se pueden clasificar como filtros UV-B y filtros UV-A basados en sus perfiles de absorción. Para reducir el daño causado a la piel por los rayos UV, es necesario un equilibrio adecuado de protección UV-B y UV-A.
Además de las características cosméticas que determinan una mejor adaptación al uso por parte del consumidor, para establecer la eficacia de los productos de protección solar se debe asegurar el grado de protección frente a la radiación UV. Para ello, se utiliza el factor de protección solar (FPS o SPF por sus siglas en inglés, sun protection factor) que es una medida para cuantificar el nivel de protección frente a la radiación UV-B.
La determinación se lleva a cabo mediante test que miden la dosis mínima de radiación UV-B que produce eritema o enrojecimiento, que caracteriza a la quemadura solar, con y sin protector solar. Esta medida también se acepta como el tiempo que se puede permanecer al sol con la piel protegida en comparación con la piel sin protección hasta la aparición del eritema. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el FPS es un valor orientativo y no protege frente a los otros efectos nocivos producidos por la radiación UV-A o por las dosis acumulativas de radiación UV. La dependencia exclusiva de los protectores solares puede tener el efecto no deseado al aumentar los tiempos de exposición al sol.
Si bien existen variaciones en el método para medir el FPS, se acepta que los protectores solares con alto grado de protección ante la radiación UV -B son los que superan el FPS 50 y son el equivalente a lo que antiguamente se llamaba “pantalla total” o “SPF 100”.
Toxicidad humana y ambiental, el problema de los filtros solares
Además, algunos filtros UV, especialmente la benzofenona y el octocrileno se han mostrado tóxicos tanto para la salud humana como para el medio ambiente ocasionando blanqueamiento de los corales y problemas metabólicos y de capacidad reproductiva en prácticamente cualquier organismo vivo.
Existen datos preliminares sobre la posible bioacumulación de estos filtros UV en humanos, al detectarse en muestras de orina y leche materna, por lo que un adecuado control de los ingredientes cosméticos como posibles disruptores endocrinos se presenta como un reto para los profesionales de la salud. Es recomendable educar a la población como medida de precaución para reducir los niveles de exposición individual, especialmente en grupos vulnerables y susceptibles como la infancia, embarazadas y pacientes oncológicos.
Debe concienciarse sobre la importancia de la foto protección mediante estrategias que no solo impliquen el uso de productos cosméticos, sino otras medidas como buscar la sombra, usar ropa y bañadores adecuados, limitar los tiempos de exposición al sol y ser muy cuidadosos con las superficies reflectantes como la nieve o la superficie del agua.
En el caso de las poblaciones vulnerables como los pacientes oncológicos, se deben extremar los cuidados debido al riesgo de reacciones de fotosensibilidad y alteración de la barrera cutánea.
Un adecuado equilibrio entre la foto protección, la salud y el cuidado del medio ambiente podría verse favorecida también por el uso de la inteligencia artificial en el desarrollo de modelos de predicción para el factor de protección solar y el grado de protección ultravioleta-A basados en el aprendizaje automático.
Referencia bibliográfica:
La autora de este texto, Emilce Insua, es alumna del Experto en Comunicación Pública, Divulgación de la Ciencia y Asesoramiento Científico de la Universidad Autónoma de Madrid y realiza sus prácticas en la UCC+I de la Universidad Complutense de Madrid.