Los bosques están migrando hacia zonas más frías y húmedas huyendo de las altas temperaturas y de la escasez de agua asociadas al calentamiento global, según una investigación internacional liderada la Universidad de Alcalá (UAH), que, por primera vez, aporta evidencias cuantitativas de un fenómeno del que hasta ahora sólo había teorías
Además de desplazarse a regiones del norte, los árboles están aumentado de tamaño medio debido al menor aprovechamiento de los bosques por el abandono rural.
Para llegar a estas conclusiones, investigadores de 12 países han analizado los datos de más de 2 millones de árboles de 73 especies ampliamente distribuidas en Europa y Estados Unidos, así como si los cambios en la abundancia se explican por características propias de cada especie, como la tolerancia a la aridez o la capacidad de dispersión.
Mayor abundancia en el norte
"Los bosques están migrando al norte. Para demostrarlo, nos hemos centrado en la abundancia de ejemplares de cada especie y lo que dicen los datos es que empieza a haber más abundancia en las zonas frías y húmedas o menos áridas", ha explicado a EFEverde el catedrático de Ecología del Departamento de Ciencias de la Vida de la UAH Miguel Ángel de Zavala.
Hasta ahora, las evidencias de los efectos de la crisis climática en los bosques provenían de modelos teóricos o de observaciones locales que, incluso, arrojaban resultados contradictorios, como, por ejemplo, desplazamientos de especies en dirección contraria a la esperada.
Además, mientras unas hipótesis señalan que las temperaturas no son aún lo suficientemente elevadas como para forzar un desplazamiento latitudinal de las especies, otras plantean que la actividad humana influye más que el clima en los movimientos de las especies.
Frente a estas teorías, el estudio liderado por investigadores la UAH y publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), aporta por primera vez evidencias cuantitativas de un cambio en la abundancia de las especies forestales templadas hacia regiones más frías y húmedas a escala continental.
Dicho de otro modo, las especies forestales están mostrando un proceso de reorganización según el cual su abundancia se está incrementando significativamente en el límite más frío y húmedo del área de distribución de cada una de ellas.
La actividad humana enmascara los efectos climáticos
Aunque la actividad humana puede enmascarar los efectos del clima en los bosques, una vez descontada, "se demuestra un incremento de abundancia neta hacia las zonas menos cálidas y áridas", ha apuntado el catedrático.
Por otra parte, y pese a la cada vez más limitada disponibilidad de agua, los árboles han incrementado su tamaño durante las últimas décadas.
Esto se debe, según los investigadores, tanto a los cambios en la gestión forestal por el abandono rural, como a procesos como el incremento de la duración del periodo vegetativo, en el que la planta crece y se desarrolla activamente, e, incluso, a la "fertilización de carbono" por los mayores niveles de CO2 presentes en el ambiente.
Riesgo para los créditos de carbono
La información que arroja el estudio sobre la dirección y magnitud de la adaptación de las especies forestales al cambio climático es "esencial" para definir los planes de conservación, gestión y restauración de ecosistemas en un contexto de cambio climático, según sus autores.
A su vez, esto puede tener graves consecuencias para aquellos que están invirtiendo en los denominados créditos de compensación de emisiones de CO2, que están detrás de muchas de esas reforestaciones y que ya mueven millones de euros.
En este sentido, es importante recordar que dentro de cada especie hay mucha variabilidad genética, según el experto, que ha abogado por trasladar a los planes de gestión forestal técnicas como la mejora genética y la migración asistida para lograr unas mayores tasas de supervivencia, como ya se hace en agricultura.