Las mayores beneficiadas por el acceso abierto de los artículos científicos están siendo las revistas de prestigio
En los últimos años muchos países han adoptado leyes que obligan a los investigadores a publicar sus resultados en revistas de acceso abierto, donde cualquier persona pueda acceder a los resultados. En la mayoría de casos los costes de publicación son asumidos por los propios autores o sus instituciones, que pagan miles de euros a las revistas para que se encarguen de la evaluación de sus artículos y su posterior alojamiento. Esto, unido a la extendidísima práctica de evaluar a los investigadores por su número de artículos publicados y por el lugar en el que los publican, ha derivado en un sistema con muchas deficiencias, en el que los científicos son premiados por producir mucho contenido, aunque sea de poca calidad, y las revistas por publicarlo.
Damian Pattinson y George Currie, dos editores científicos, explican en este post los muchos problemas derivados de este sistema. Uno de ellos es que las revistas científicas más prestigiosas han visto un nicho de mercado en aprovechar su marca para crear submarcas de acceso abierto. Gracias a su prestigio y a la ingente cantidad de ciencia producida a nivel global, esta estrategia les permite facturar millones de dólares, actuando cada vez menos como filtro para la ciencia de menor calidad.
Foto de portada: Nick Youngson.