El 7,4% de los tumores pediátricos son hereditarios.
El cáncer infantil es tan diferente al de adultos que parece otra enfermedad. El 80% de los niños que desarrollan un tumor se curan, en parte porque sus células jóvenes responden mejor a los tratamientos convencionales con quimioterapia y radiación. Además se trata de una enfermedad rara. Mientras que en España se registran cada año unos 200.000 casos de cáncer en adultos, en niños hay apenas 1.400. Pero al mismo tiempo el cáncer es la primera causa de muerte pediátrica en países desarrollados y a menudo los nuevos medicamentos desarrollados para pacientes mayores resultan inservibles en los más jóvenes. Dada su baja incidencia, es mucho más complicado organizar ensayos clínicos para aprobar nuevos tratamientos.
"Actualmente se están desarrollando cientos de drogas oncológicas para tumores en adultos y cada año se aprueban unas 15. Mientras, en la última década solo se han aprobado cuatro fármacos para tumores pediátricos", explica Stefan Pfister, especialista en neurooncología pediátrica del Centro de Investigación del Cáncer de Alemania. "Si hay cierta diana terapéutica que solo existe en un tumor pediátrico es mucho más difícil que las compañías farmacéuticas desarrollen un fármaco para esa indicación porque es poco interesante desde el punto de vista económico", reconoce.
Pfister es coordinador de uno de los dos estudios sobre las bases genéticas del cáncer infantil que se publicaron ayer y que suponen la mayor investigación de este tipo realizada hasta la fecha. Ambos trabajos, publicados en Nature, pueden ser el primer paso hacia terapias dirigidas en función del perfil genético de los pacientes, algo similar a lo que ya se hace en adultos.
El primer estudio, realizado en Alemania, ha secuenciado el genoma de casi 1.000 tumores de 24 tipos diferentes en niños y jóvenes de hasta 25 años. El segundo ha hecho un análisis similar en 1.700 pacientes en EE.UU., la mayoría con leucemias. Los grandes proyectos de secuenciación del cáncer en adultos que arrancaron en la década pasada demostraron que el cáncer aparece cuando se acumulan varias mutaciones en genes específicos. Estos cambios en el ADN se van acumulando con la edad o por la exposición a factores de riesgo como fumar. Muchas de esas mutaciones son las mismas en tipos de tumores diferentes, lo que facilita el desarrollo de terapias dirigidas para intentar corregirlas. Los dos estudios publicados hoy demuestran que el cáncer infantil es mucho más complejo y específico. En niños hacen falta menos mutaciones para que aparezca el tumor y solo entre el 30% y el 45% de todas las mutaciones causales encontradas coinciden con las de los adultos.
Los dos estudios también aportan buenas noticias, como que el 7,6% de los tumores son hereditarios. El trabajo realizado en Europa apunta además que la mitad de todos los tumores analizados tienen alteraciones genómicas que pueden ser tratadas con algún fármaco conocido que está disponible en el mercado o se está experimentando en adultos. "Ahora tenemos argumentos muy potentes que indican que hay que probar muchos más fármacos en niños porque hemos demostrado que la misma diana existe en estos pacientes", resalta Pfister. Ambos trabajos han creado bases de datos abiertas que irán sumando datos de más pacientes y que contribuirán a describir el "paisaje del cáncer infantil" al completo, tal y como lo expresan Pratiti Bandopadhayay y Matthew Meyerson, del Centro de Cáncer Dana-Farber (EE.UU.).
Varios expertos ajenos al estudio resaltan su importancia para desarrollar mejores métodos de diagnóstico y tratamiento. Álvaro Lassaletta, experto en tumores cerebrales del Hospital Infantil Niño Jesús de Madrid, comenta que "gracias a la confirmación de que en torno al 8% de los tumores son hereditarios se podrá secuenciar el genoma y detectar más fácilmente a los niños con mayor riesgo para vigilarlos desde una edad muy temprana, lo que puede ayudar a atajar los tumores a tiempo".
Marta Alonso, bióloga especialista en cáncer infantil de la Universidad de Navarra, recuerda que "aunque en general los cánceres infantiles tienen muy buen pronóstico, el tratamiento puede dejar secuelas cognitivas importantes, especialmente en tumores cerebrales". En un futuro, el desarrollo de nuevos enfoques terapéuticos en base al perfil genético de cada paciente puede ayudar a evitar parte de las sesiones de radiación y quimioterapia.
Antonio Pérez, pediatra experto en oncología del Hospital La Paz, en Madrid, espera que la información aportada por estos dos grandes trabajos facilite que se realicen más ensayos clínicos para terapias específicas en niños. La legislación actual hace que en ocasiones sea difícil darle a un niño un medicamento de adulto a pesar de que haya pruebas científicas de que puede funcionar, señala. "Esto sucede con los inhibidores de ALK, un tipo de medicamentos para cáncer de pulmón en adultos que también funciona en niños con neuroblastomas [tumores del sistema nervioso]. Al no estar aprobado ese uso tenemos que intentar incluir a los niños en ensayos clínicos o contactar con la farmacéutica y conseguir el medicamento como uso compasivo", señala Pérez.
Desde 2007, en la Unión Europea hay una normativa que obliga a las compañías farmacéuticas a realizar planes de investigación pediátrica de cualquier fármaco que quieran aprobar en adultos. Además, el Consorcio de Terapias Innovadoras para Niños con Cáncer aúna el trabajo de 54 unidades de oncología pediátrica para acelerar la realización de ensayos. En EE.UU. ya está en marcha el ensayo MATCH, uno de los primeros que probará nuevos fármacos basados en el perfil genético del tumor en niños y jóvenes con cáncer que no responden a tratamiento convencional.