Fecha
Autor
Pilar Mur Gimeno (Alergología. Hospital Santa Bárbara de Puertollano, Ciudad Real)

Los nuevos contaminantes y su influencia en las alergias

Los conceptos de contaminación y alergia se han convertido en temas de actualidad en los últimos 40 años. Se ha demostrado científicamente que la contaminación es el principal factor de riesgo que descompensa a los asmáticos alérgicos a pólenes en una ciudad industrializada.
La polución ambiental es un tema de enorme actualidad que reflejan los medios de comunicación en múltiples facetas del vivir cotidiano de los ciudadanos. ¿Quién no recuerda los problemas del tráfico aéreo ocasionados por el volcán islandés Eyjafjalla, las reticencias de los atletas olímpicos para asistir a los juegos de una ciudad polucionada como Pekín o las protestas por el incumplido acuerdo internacional para disminuir los gases con efecto invernadero en las convenciones sobre el Cambio Climático?
Contaminación en Puertollano

Por otra parte resulta indiscutible que las enfermedades alérgicas han aumentado su prevalencia hasta el punto de que entre un 10-25% de la población de los países industrializados padece rinitis alérgica y el asma diagnosticado por un médico se ha incrementado entre 4-10 %.

¿Existe algún nexo de unión entre contaminación y alergia? ¿Es posible que la contaminación ambiental favorezca el desarrollo de enfermedades alérgicas? Y si fuera así ¿qué contaminantes resultan más dañinos?, ¿cómo cuantificarlos? y ¿en qué medida alteran la respuesta alérgica? Responder a todas estas preguntas ha sido una constante de la comunidad científica en los últimos 40 años.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Los primeros datos de que la contaminación produce enfermedad datan ya del siglo I d. C., cuando Plinio el Joven describió la muerte de su tío Plinio el Viejo por la inhalación del humo procedente de las emanaciones volcánicas del Vesubio. En el siglo XIII, durante el reinado de Eduardo I de Inglaterra se prohibió la quema de carbón en los hornos artesanos por las enfermedades respiratorias que originaban. Sin embargo, no fue hasta mitad del siglo XX con los dramáticos episodios de contaminación (diciembre de 1952 en Londres con hasta 4000 muertes en 3 días u octubre de 1948 en Pensilvania con 19 muertes en 5 días) en que las autoridades competentes empezaron a considerar este problema de Salud Pública e iniciaron estrategias que minimizaran sus daños. El carbón como fuente de energía, motor de la revolución industrial en países occidentales, fue sustituido por derivados del petróleo. Así se pasó de la contaminación ambiental clásica (tipo I) en la que predominaba del dióxido de azufre (SO2) y partículas de polvo pesadas, a otro tipo de contaminación (tipo II) derivada de la combustión de petróleo que comprende óxidos de nitrógeno, ozono, componentes volátiles orgánicos y partículas en suspensión entre las que destacan las partículas diesel procedentes del tráfico de vehículos pesados.

RELACIÓN ENTRE POLUCIÓN Y ENFERMEDADES ALÉRGICAS

Existen numerosos estudios que demuestran que el número de ingresos hospitalarios o las asistencias a urgencias en pacientes asmáticos se incrementan cuando se producen episodios de contaminación aérea. La contaminación tipo I se ha relacionado con problemas inflamatorios e irritativos de las vías aéreas mientras que la tipo II tiene que ver con las enfermedades alérgicas. ¿De estos datos podemos deducir que el aumento de las enfermedades alérgicas viene dado por la polución ambiental?

Las enfermedades alérgicas han aumentado su prevalencia hasta el punto de que entre un 10-25% de la población de los países industrializados padece rinitis alérgica y el asma diagnosticado por un médico se ha incrementado entre 4-10 %

Los factores genéticos no explican este incremento tan rápido que requeriría varios cambios generacionales. Cobran más importancia factores como los cambios en el estilo de vida y la calidad ambiental (ausencia de infecciones en la infancia temprana, cambios dietéticos, mejoría de la higiene, estatus socioeconómico, reducción en el número familiar, migración a zonas urbanas, aumento del tráfico de vehículos, aumento de la polución ambiental...). Y aunque es bien aceptado que la contaminación ambiental es un claro exacerbante de los síntomas alérgicos, la hipótesis de que los productos resultantes de la combustión de petróleo, gas y vehículos diesel son un factor que incrementa la prevalencia de enfermedades alérgicas sigue siendo tema de debate.

En la actualidad existen unos estándares de calidad del aire con unos valores de referencia para cada contaminante aéreo establecidos por la Agencia Europea de Medio Ambiente que revisa periódicamente sus umbrales. El debate acerca de las seguridad que proporcionan los actuales estándares y los riesgos de los nuevos agentes polucionantes no evaluados sigue aún presente y deberíamos implicarnos todos algo más. En 1983 William D. Ruckelshaus animaba a los científicos en la Academia Nacional de las Ciencias de EE.UU. así: "Supone un gran esfuerzo explicar... los riesgos de la polución ambiental al público". "Arrimar el hombro en esta tarea es la responsabilidad de todos los científicos, no sólo de aquellos que tienen presente un fin político".

FACTORES DE RIESGO QUE DESCOMPENSAN EL ASMA EN POLÍNICOS

Recientemente intentamos descubrir cuáles podían ser los factores de riesgo que explicasen el empeoramiento del asma por alergia a pólenes en un grupo de pacientes de una ciudad con altos niveles de contaminación comparados con otro grupo similar de pacientes que vivían en otra ciudad con bajos niveles. Descubrimos que la contaminación era el factor de riesgo principal que hacía descompensarse hasta tres veces más a los asmáticos de Puertollano, núcleo industrial más importante de Castilla La Mancha, con respecto a los de Ciudad Real, ciudad eminentemente de servicios. Además los pacientes de este núcleo industrial se descompensaron antes que los de Ciudad Real. Lo original de este estudio es que al analizar asmas de intensidad leve-moderada se ha valorado un espectro más amplio de población que si hubiésemos elegido pacientes con asma grave, fácilmente descompensables. Por otra parte, al centrarlo en alérgicos a pólenes se ha evitado el efecto de confusión creado por las múltiples etiologías del asma.

La contaminación por sí sola no desencadena asma más que en individuos susceptibles y a elevadas concentraciones. Sin embargo en niños asmáticos el empeoramiento del asma puede tener lugar con concentraciones de partículas y ozono inferiores a los recomendados por las agencias medioambientales.

INFLUENCIA DE CADA CONTAMINANTE EN EL ASMA

A la pregunta de en qué manera influye cada contaminante en el empeoramiento del asma la respuesta será diferente según las características ambientales de cada ciudad. Los niveles de contaminantes cambian a lo largo del día dependiendo de los focos de emisión, de la interacción química entre ellos por influencia de aspectos como la radiación solar, dirección de los vientos, cambios de presión atmosférica, temperaturas... El ozono, por ejemplo es un contaminante secundario que se forma en la atmósfera por efecto de la luz solar sobre los óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles detectándose concentraciones más elevadas a cierta distancia de donde se generó. Esto explica que el perfil de contaminantes de una ciudad no sea exactamente igual al de otra y que los resultados no siempre sean coincidentes.

En nuestro estudio hemos detectado que el ozono aumenta el riesgo de asma un 8,5 % a los tres días y que las superaciones de los niveles de ozono lo hacen en ese mismo día con un riesgo mayor del 15 %. Así pues el primer parámetro a controlar en los Protocolos de Actuación de las Redes de Vigilancia instaurados en Puertollano desde 1992, será el ozono. Estos resultados coinciden con los de Romieu en México y Cody en New Jersey. Sobre los otros contaminantes el riesgo es algo menor para las partículas que aumentan el riesgo de asma un 5,6 % tres días después como comprobaron también los estudios de Díaz-Sánchez en Atlanta, Tobías en Madrid, Schwatz en Seattle o Lipset en Santa Clara. El efecto del dióxido de azufre resulta menos notorio con una contribución de riesgo del 4 % al día siguiente al igual que expone Bates en Vancouver.

Es posible que esta información pueda habernos creado una cierta alarma o preocupación, especialmente si formamos parte del grupo de riesgo (10 % de población) que incluye personas con enfermedades respiratorias crónicas, adultos que realizan actividades físicas al aire libre, niños y personas sensibles. En los asmáticos de nuestro estudio pudimos controlar las descompensaciones del asma con medicación inhalada (corticoides y broncodilatadores) sin precisar acudir a Urgencias ni ingresos hospitalarios. Esto nos lleva a pensar que un control más exhaustivo de la contaminación, la extensión de los sistemas de información a la población y un estrecho seguimiento en las consultas de Alergología de estos pacientes, podría permitir una actuación más eficaz en la prevención y control de estos asmáticos. De estas actuaciones pueden derivarse mejoras en su calidad de vida, disminución de hospitalizaciones y del gasto farmacéutico, atenuando la merma en el rendimiento laboral y escolar de estos pacientes.



1. Mur Gimeno P, Feo Brito F, Martínez C, Tobías A, Suárez L, Guerra F, Galindo PA, Gómez E. "Decompensation of pollen-induced asthma in two towns with different pollution levels in La Mancha, Spain" Clinical and Experimental Allergy 2007; 37: 558-563.

2. Feo Brito F, Mur Gimeno P, Martínez C, Tobías A, Suárez L, Guerra F, Borja JM, Alonso AM. "Air pollution and seasonal asthma during the pollen season. A cohort study in Puertollano and Ciudad Real (Spain)" Allergy 2007; 62: 1152-1157.

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