Los actos de bondad hacia los extraños no son exclusivos del ser humano, según una nueva investigación.
Ve a un turista con un mapa en la mano y cara de estar perdido en medio de la ciudad y espontáneamente se dirige a él para orientarle, o sujeta la puerta del metro para alguien que viene por detrás. Durante mucho tiempo, pensábamos que esos actos de bondad para con extraños eran únicos de los seres humanos, pero nuevas investigaciones parecen demostrar que nuestra especie no es a este respecto (ni en muchos otros ámbitos) tan excepcional como pensábamos. Resulta que los bonobos, nuestros parientes vivos más cercanos junto a los chimpancés, hacen todo lo posible para ayudar a desconocidos, según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Duke.
El equipo de Duke ya había descubierto anteriormente que los bonobos, de carácter pacífico y sexualmente muy activos, comparten comida con otros individuos a los que nunca antes habían visto. Ahora, en una nueva serie de experimentos con dieciséis ejemplares de el santuario Lola Ya Bonobo de la República Democrática del Congo, ha podido comprobar hasta dónde llega esa generosidad. En uno de ellos, descubrieron que estos animales tienen la disposición de ayudar a un extraño a obtener alimentos, incluso cuando no hay una recompensa inmediata.
Como describen en la revista Scientific Reports, los bobonos fueron llevados, uno cada vez, a una de dos habitaciones adyacentes separadas por una valla. Los investigadores colgaron un pedazo de manzana de una cuerda justo encima de la habitación vacía, visible pero fuera de su alcance. Los simios no podían acceder a la fruta, pero si subían la valla, podían alcanzar una pinza de madera que sujetaba la cuerda al techo y soltar la fruta que colgaba, haciendo que cayera al alcance de cualquiera que entrara en la habitación contigua.
Los bonobos soltaron la fruta aproximadamente cuatro veces más a menudo cuando un bonobo desconocido estaba en la habitación contigua que cuando esta estaba vacía.
Además, los benefactores no esperaron a que se les pidiera ayuda, simplemente se ofrecieron. Los investigadores cambiaron el tamaño de la malla que rodeaba la habitación del bonobo desconocido, de modo que en algunos ensayos pudieran introducir los brazos en las aberturas de la red para pedir ayuda, y en otros no. Los bonobos ayudaban con la misma frecuencia hiciera el extraño un gesto de ayuda o no.
UNA BUENA PRIMERA IMPRESIÓN
Según los investigadores, el impulso de ayuda de los bonobos no está del todo bajo control consciente. En otro experimento, 21 bonobos vieron una serie de vídeos cortos. En algunos vídeos, los simios contemplaban a un familiar miembro del grupo bostezando o haciendo una expresión neutral. En otros vídeos observaban a completos extraños del Columbus Zoo en EE.UU. comportándose de la misma manera.
Del mismo modo que ver bostezar a otra persona puede hacernos bostezar, el acto también es contagioso en los bonobos. Estudios previos sugieren que el fenómeno está relacionado con una forma básica de empatía llamada "contagio emocional", cuando el estado de ánimo de una persona desencadena emociones similares en otras personas a su alrededor. Los investigadores encontraron que los bostezos de desconocidos eran tan contagiosos como los de los compañeros de grupo.
A juicio de los investigadores, el impulso de ser amable con los extraños es probable que evolucione en especies en las que los beneficios de vincularse con extraños superen los costes. En el caso de los bonobos, las hembras abandonan el grupo donde nacen para unirse a un nuevo grupo cuando llegan a la edad adulta, donde forman vínculos con otros adultos que nunca han conocido.
"Todas las relaciones comienzan entre dos extraños", dice el antropólogo Jingzhi Tan, autor del estudio. "Conoces a un extraño, pero puedes encontrártelo nuevamente, y este individuo podría convertirse en tu futuro amigo o aliado. Quieres ser amable con alguien que va a ser importante para ti". Los bonobos, como los humanos, simplemente pueden estar ansiosos por dar una buena primera impresión.