MÁS O MENOS SOBRE EL PROCESO DE GALILEO<br>
Un correcto relato de las relaciones de Galileo con la Iglesia Católica
Reseña realizada por Carlos Martínez Shaw<br>
Dpto. Historia Moderna. UNED
La obra, firmada por William Shea, autor de reconocido prestigio en el campo de la historia de la ciencia, especialmente por su libro Galileo´s Intellectual Revolution (hay edición castellana, Barcelona, Ariel, 1983), y por Mariano Artigas, decano durante diez años de la Facultad Eclesiástica de Filosofía de la Universidad de Navarra, ha sido motivada, al parecer, por el hallazgo, por parte de este último, de un documento sobre el proceso de Galileo en el Archivo del Santo Oficio de Roma, aunque en las notas no aparece reflejada ninguna noticia que no figure en la edición de Antonio Favaro de las obras completas de Galileo ni en la colección de Sergio Pagano de los documentos del proceso al sabio italiano.
En cualquier caso, el texto, como se indica en el título, es una detallada crónica de los seis viajes que realizara Galileo a Roma entre 1587 y 1633, a partir de los cuales se insiste sobre todo en los problemas del astrónomo con los censores romanos y, en particular, con el papa Urbano VIII, a partir de sus escritos apoyando la teoría heliocéntrica de Copérnico. Así se puede seguir de nuevo la historia de la confianza de Galileo en sus descubrimientos científicos, enfrentada al temor de la Santa Sede y sus teólogos, a una invalidación de las doctrinas de la Iglesia Católica, puesto que el heliocentrismo obligaba a inventar una interpretación distinta a la tradicional de algunos textos bíblicos, arrojaba dudas (al privar a la Tierra de su lugar central en el universo) sobre cuestiones tan delicadas como las referentes al pecado original, la encarnación y la redención y, finalmente, socavaba la filosofía aristotélica y, por tanto, la filosofía tomista. En este contexto resulta insostenible el énfasis de los autores en el presunto peso que en el proceso contra Galileo tuvo el incumplimiento de la promesa, hecha en 1616 ante el cardenal Belarmino, naturalmente bajo coacción y amenaza de prisión, de no seguir defendiendo el copernicanismo.
Finalmente, se llega al bien conocido momento crucial del drama, cuando un anciano Galileo, postrado de rodillas en una sala de la iglesia de Santa María sopra Minerva, se ve obligado, como "vehementemente sospechoso de herejía" a abjurar de sus supuestos errores, renegando de la teoría heliocéntrica y prometiendo denunciar a cualquier otro hereje o simplemente "sospechoso de herejía" ante el Santo Oficio. Y como epílogo, se nos cuenta la perseverante persecución del papa Urbano VIII, que evitó, tras presionar al Gran Duque de Toscana (al que por cierto había arrebatado el ducado de Urbino), su entierro en la iglesia de la Santa Croce de Florencia y la erección de un mausoleo en su memoria.
En suma, un correcto relato de las relaciones de Galileo con la ciudad de Roma y, especialmente, con la Iglesia Católica, que culminó con la famosa condena de la obra del científico en uno de los procesos más resonantes de la historia universal. Un relato que, todo hay que decirlo, sin contar la injustificada magnificación del argumento trivial de lo sucedido en 1616, apenas si aporta algo nuevo a nuestro conocimiento de la materia.