Si fuéramos
gotas de un mismo mar,
el águila, el tigre y yo
en un solo ejido
con toda la infinidad
de criaturas intermedias.
Si fuéramos un único río
que sosegado fluyera
hacia todos los mares.
Pero somos reyes sin alas
de un pueblo diezmado
que ha nacido una sola vez
en un raro accidente
y cuyo futuro
tal vez sea inesperado.
Si antes del caos
el azar hubiera holgado
hasta concebir todos sus frutos
seríamos sus hijos unívocos,
manos exactamente talladas
para el guante áureo.
Pero somos islas
surgidas en el reflujo,
ateridos supervivientes,
vacuos alegatos
frente a retos extinguidos,
ecos perturbados
de lo que no hemos sido.