REFLEXIONES SOBRE LAS RAZONES DEL RETRASO RELATIVO DE LA DIFUSIÓN DEL ESPÍRITU EMPRESARIAL EN ESPAÑA<br>
Reseña realizada por Javier Vidal Olivares<br>
Universidad de Alicante
La historia empresarial constituye un área de investigación universitaria en creciente ascenso en España. La mayor parte de los aspectos relevantes de las prácticas empresariales están siendo abordados en los estudios que se han venido desarrollando en los últimos años y que tienen como objeto de investigación las empresas españolas en perspectiva histórica. En este sentido contamos con trabajos sobre empresas agrarias, manufactureras, del sector servicios; también de aspectos concretos del desarrollo de éstas, tales como su estrategia de comercialización, organización interna, expansión internacional, así como política corporativa, organización del trabajo y muchas otras cuestiones importantes. Sin embargo, apenas se había escrito sobre el origen, grado y evolución del espíritu de empresa o capacidad para emprender en España; dicho de otra manera, cuáles han sido los obstáculos que han impedido que la economía española haya disfrutado de una mayor cantidad y calidad de empresarios.
Este déficit de investigación sobre un aspecto crucial de la historia empresarial y económica española comienza a estar cubierto gracias a este libro que compila un conjunto de trabajos que se enmarcan dentro de un proyecto de investigación que lidera Gabriel Tortella y que ha sido financiado por la Academia Europea de Ciencias y Artes de España. El libro que comentamos se inicia con un trabajo de Tortella y Quiroga, con la colaboración de I. Moral, en el que se realiza un ejercicio extraordinariamente estimulante por sus resultados sobre la relevancia de la educación como mecanismo determinante en la creación de capacidad y motivación para emprender. Los autores comparan los datos extraídos de una base de datos de biografías empresariales de españoles e ingleses en el siglo XX para buscar correlaciones estadísticas entre educación y espíritu empresarial. Las conclusiones ponen de manifiesto la significativa importancia que tiene la formación -y en particular la de carácter superior- sobre la orientación de los empresarios hacia la capacidad de emprender. La cantidad y la calidad de la formación de capital humano es fundamental para disponer de más empresarios y con mayor interés por emprender, crear e innovar. En este sentido, un hallazgo importante de los autores es que, de sus datos comparativos, se desprende que a mayor formación y en un contexto de desarrollo económico avanzado, la especialización sectorial de los empresarios es más acusada, lo que revela la importancia de la formación, no sólo en los primeros estadios del desarrollo económico sino, muy especialmente, en los más avanzados. La especialización sectorial, por otra parte, supone una mayor capacidad de adaptación, especialmente en los períodos de cambio o transición.
Por su parte, García Ruiz aborda mediante un análisis basado en grandes magnitudes de la economía española desde 1964, la reconstrucción de varios indicadores a fin de poder contar con algunos índices de empresarialidad en la economía española más reciente. En concreto se plantea la obtención de una tasa de empresarialidad a partir de la correlación entre sociedades creadas y población; la renta por habitante; el número de patentes y la población para obtener un indicador de innovación tecnológica; dificultades en la financiación como mecanismo determinante de la creación de empresas; tasas de desempleo que pueden ser de mucha utilidad para medir los niveles de autoempleo y la educación como indicador. Los análisis de correlación que este autor lleva a cabo arrojan interesantes conclusiones. En el primero de los casos hay claramente un aumento considerable del número de empresas, especialmente desde 1980, pero el capital medio de estas ha sido significativamente menor a lo largo del tiempo. Ello es la consecuencia lógica del predominio abrumador de las pequeñas y medianas empresas en España. En cuanto al segundo punto, García Ruiz observa un claro predominio del autoempleo, lo que es un claro indicador de aumento de la capacidad de emprender. En lo que se refiere a la relación entre innovación tecnológica y capacidad de creación de empresas, ésta ha sido débil como muestra la correlación entre población y número de patentes registradas. La disponibilidad de recursos financieros, por su parte, ha sido también una variable fundamental; al igual que la tasa de paro, como un mecanismo que, con su crecimiento, ha avivado la creación de empresas. Finalmente, aparece también correlacionado el nivel de formación y la iniciativa empresarial, especialmente con la educación secundaria y más en concreto con la formación de carácter superior. La Encuesta de Población Activa que es finalmente analizada también por García Ruiz, muestra en tres cortes temporales entre 1964 y 2004 el progresivo incremento de los niveles de educación entre los empleadores. Ello valida las conclusiones anteriores y refuerza el argumento central de que la disponibilidad de empresarios está fuertemente condicionada por los niveles alcanzados históricamente por la formación y la educación formal.
Finalmente, José María Ortiz lleva a cabo un repaso a la innovación tecnológica como elemento central en la competitividad empresarial pero también como indicador de la capacidad de innovación o de adaptación de las empresas españolas. Inicialmente se pone de relieve el papel de la inversión pública en España como principal estímulo a la I+D, así como el escaso o nulo papel que esta variable ha desempeñado entre las empresas privadas. En términos generales, el Estado ha tenido un papel fundamental en la innovación especialmente durante la segunda mitad del siglo XX; mientras que la empresa privada apenas ha innovado de forma significativa. Este atraso tecnológico relativo español es medido por Ortiz a través de una clave decisiva: el registro de patentes y los gastos en I+D en España. Sin embargo las afirmaciones anteriores no significan que no existan empresas que no hayan realizado un esfuerzo importante para innovar o para adaptar innovaciones externas, contribuyendo a lo que podríamos denominar el esfuerzo tecnológico español. Los casos que se analizan en el libro son los de cuatro empresas que, aún con diferencias, fueron capaces de fabricar máquinas de vapor en el siglo XIX y comienzos del XX. Se trata de Nuevo Vulcano, Portilla & White, La Maquinista Terrestre y Marítima y Alexander Hermanos. Del estudio de estas empresas se desprende que no fueron innovadoras en sentido estricto, pero se mostraron capaces de adaptar y difundir innovaciones, en especial la última de ellas: Alexander Hermanos. De este modo contribuyeron a la cultura industrial española y a conseguir ciertas ventajas comparativas mediante la utilización del sistema de patentes como un instrumento útil para adoptar innovaciones.
Sin ningún género de duda estamos ante un libro de excelente factura. Constituye el fruto de investigadores de reconocido prestigio y en su contenido se exponen evidencias empíricas que conducen a explicaciones concluyentes sobre las razones del retraso relativo de la difusión del espíritu empresarial en España. Esperemos que, aunque la asignatura de historia empresarial ha desaparecido en las Facultades de Económicas y Empresariales de muchas Universidades españolas, por la adaptación de los nuevos planes de estudio al Espacio Europeo de Educación Superior, las aportaciones recogidas en este libro puedan ser conocidas por los profesionales de la economía y la administración de empresas en el presente y en el futuro. De este modo, estudiantes, empresarios y profesionales pondrán añadir algunos argumentos nuevos a los que ya conocemos sobre las razones del atraso relativo de la economía española contemporánea.