En todas sus palabras y acciones había una bondad suprema. Viena. Casa de Maternidad, la mayor del mundo. ¡Qué ocasión tan estupenda poder diseccionar cada mañana los cuerpos aún frescos de mujer en el depósito de hospital! Con una constancia más que excepcional hacía sus extrañas indagaciones. Era bastante calvo, ingenuo como un niño, y rechoncho más bien.
Más allá de la música de las esferas, Einstein escucha un tam-tam oscuro en el tambor tenso del espacio-tiempo, ondas de gravitación pura que jamás ha oído nadie sino él en sus cálculos. Cilindros de acero frío, hipersensibles, escrutan el cielo a la búsqueda de un eco, de un hálito de onda que no llega. Y cada vez son más los que se afanan, con instrumentos y números, a explorar las más difíciles titilaciones de la tiniebla, ritmos escurridizos y elusivos.
El cerebro - es más amplio que el cielo - colócalos juntos- contendrá uno al otro holgadamente - y tú - también el cerebro es más hondo que el mar - retenlos - azul contra azul - absorberá el uno al otro - como la esponja - al balde - el cerebro es el mismo peso de Dios - pésalos libra por libra - se diferenciarán - si se pueden diferenciar - como la sílaba del sonido -
Galileo, Arquímedes, Pitágoras, Einstein, Franklin, Marconi o Anaxágoras..., vidas que se han gastado en buena gana mejorando la condición humana.
Pero yo quiero nombres conocidos. ¿La ciencia no tiene mis apellidos? ¿No sería magnífico que hubiera una ley de un ibérico cualquiera? ¡Logaritmos de López o de Hernández, postulados de Márquez o de Fernández! Y... ¿qué honra española no sería si existiera el Teorema de García?
Leo a Tomás de Aquino en el Smartphone, en latín, el pasaje en que afirma que el bien se expande por el mundo. Todo alrededor podría desmentir ese olvidado axioma tan hermoso. Porque el mal igualmente se difunde. Pero todo también alrededor confirma el bien, su difusión incluso física. Yo podría dudar, pero no dudo, de esta fórmula escrita en un idioma pensado para el mármol, para el bronce, para neta incisión cuadrada de oro de una letra tras otra en la moneda, para la delicada miniatura.