• Sobre la armonía de los cuerpos celestes

    A Pancho, mi muñeco

    PANCHO,
                      en la circunvalación del año,
                                                                en el descenso

  • Tarareando nazim

    Tengo ruidos en la nuca, doctor.
    Siento el cráneo apretar y crujir,
    sobre todo si hay penas. No sé...

    Hace ya siete años, doctor,
    que en vez de pensamiento tengo un ruido
    y una pasta muy triste en la cabeza.

    Yo haré lo que me diga; yo tendré
    paciencia y confianza. Puede ser.
    Yo tomaré las medicinas
    para poder pensar en mis amigos.

    Pero si lo que ocurre, doctor,
    es que tengo algún mal que se produce
    a causa del amor
    y el pensamiento de la resistencia,
    entonces, déjelo;
    esto no es
    más que nuestro sonido natural.

  • La ley de la gravedad

    Se van los años cada vez más breves
    con rosas primavera, con los trigos
    el verano, el otoño con los higos
    y el negro invierno con las blancas nieves.
          
          Según hacia tu ocaso más te mueves
    más raudos van, de tu vivir testigos
    que te arrancan, cual fieros enemigos,
    al reposo.

  • Canto contra el segundo principio de la termodinamica

    VAMOS hacia el fin, la neutra igualdad
    Y el ¡qué más da!
    Todo se apagará.
    Mas ¡qué escándalo es la vida cada día!
    ¡Y qué error el del sexo
    multiplicado multiplicante contra la entropía!
    Vivimos en la hermosura de una enorme tontería
    provisional, ya sabemos:
    Belleza para nosotros, disparate para el cero
    que fusila en absoluto
    y nos retrata, tan niños, felices como idiotas,
    parados en un momento
    que vivimos y ya nunca viviremos
    salvo en cuento,
    aunque entonces -¡aquel día!- parecía
    que podría seguir, que seguiría

  • Poesía vertical, 3

    ¿Por qué las hojas ocupan el lugar de las hojas
    y no el que queda entre las hojas?
    ¿Por qué tu mirada ocupa el hueco que está delante de la
    razón
    y no el que está detrás?
    ¿Por qué recuerdas que la luz se muere
    y en cambio olvidas que también muere la sombra?
    ¿Por qué se afina el corazón del aire
    hasta que la canción se vuelve otro vacío en el vacío?
    ¿Por qué no callas en el sitio exacto
    donde morir es la presencia justa
    suspendida del árbol de vivirse?
    ¿Por qué estas rayas donde el cuerpo cesa
    y no otro cuerpo y otro cuerpo y otro?

  • Fachadas al atardecer ((Homenaje a Le Corbusier))

    Mientras tramonta el sol, atribulándonos
    con su retractación, con su renuncia,
    espolvorea en rezagada luz
    nuestra amada ciudad,
    ciudad ya madre.

    En esa luz caduca que atardece,
    hay una inspiración de permanencia,
    la añadidura humana
    de quienes, en la luz, nos alumbramos,
    de quienes, por la luz,
    nos erguimos con fe hasta nuestra forma.

    En el. halo ambarino petrifican
    los muros de las casas donde el hombre
    se guarece del hombre y se conviene,
    y se educa en ser hombre y su trabajo:
    salir de su guarida a ser feliz

  • Sala de cirugía

    Sin peso, las voces
    se han caído en este remanso de la noche,
    y llegan como un barco sin luces.

    Se siente un muerto,
    allá, en el depósito,
    como una piedra que cayó en la sombra.

    Ropas de obreros, cansadas y sucias,
    y un reloj que late fuerte entre ellas.

    Pasa un ruido de llaves y cristos.

    La noche tiró sus zapatillas sordas.
    La madrugada entra, descalza,
    con sus pies lívidos.

  • Mató un médico su candil estudiando,por despabilarle, y reconoce el candil justaaquella pena por su culpa

          Si alumbro yo porque a matar aprenda,
    ¿de qué me espanto yo de que me apague?
    Pues en mí Quien tal hace que tal pague
    justifica el dotor se comprehenda.

          Despabila al que cura y a su hacienda;
    cura al que despabila, aunque le halague;
    basta para matar que sólo amague:
    de calaveras es su estudio tienda.

          Por ser matar el hambre comer, come;
    hasta a su mula mata de repente;
    ninguno escapa que a su cargo tome.

  • Pinta el engaño de los alquimistas

    ¿Podrá el vidrio llorar partos de Oriente?
    ¿Cabrá su habilidad en los crisoles?
    ¿Será la Tierra adúltera a los Soles,
    Por concebir de un horno siempre ardiente?

    ¿Destilarás en baños a Occidente?
    ¿Podrán lo mismo humos que arreboles?
    ¿Abreviarán por ti los Españoles
    El precioso naufragio de su gente?

    Osas contrahacer su ingenio al día;
    Pretendes que le parle docta llama
    Los secretos de Dios a tu osadía.

    Doctrina ciega y ambiciosa fama:
    El oro miente en la ceniza fría,
    Y cuando le promete, le derrama.

  • Sobre la periódica necesidad de la incertidumbre

    Anterior a tu cuerpo es esta historia
    que hemos vivido juntos
    en la noche inconstante.

    Tercas simulaciones desocupan
    el espacio en que a tientas nos buscamos,
    dejan en las proximidades
    de la luz un barrunto
    de sombras de preguntas nunca hechas.

    En vano recorremos
    la distancia que queda entre las últimas
    sospechas de estar solos, ya convictos acaso
    de esa interina realidad
    .que avala siempre el trámite del sueño.