• Eterno femenino

    ME psicoanalizaban unas chicas
    guapísimas, muy altas y muy fuertes,
    con pinta de valquirias o amazonas.
    Iban todas con gafas y con blusas
    muy blancas, gentilmente descotadas,
    y faldas negras, mínimas, de cuero,
    y pelo recogido, y gruesos labios
    que decían «comedme» a cada instante.
    Cuadernos y bolígrafos en ristre,
    parecían atentas a la historia
    banal que yo, implacable, les contaba,
    emocionado ante su complacencia.
    Les hablé de mi vida desde el punto
    de vista que juzgué más favorable
    para mí, como suelen hacer todos
    los que hablan de su vida, subra

  • El informe

    «Al parecer -dice un informante de la Royal Society-
    ha querido engañar a Sir Charles
    con su vistosa variedad: pero nuestro corresponsal
    sin dejarse confundir por tanto pico, trompa,
    belfo, hocico, cara,
    ha descubierto que en todos, sapos, moscas,
    orquídeas y humanos late
    un mismo y veleidoso instinto
    de conservación.

  • Beta-4

    ¡Basta ya de tono cordial, coloquial, humano! Mallarmé es
    demasiado cálido.

  • Requien de las esferas iv

    En su incesante lanzamiento de dados,
    pausadamente, a ciegas,
    ahora el polvo de estrellas está amasando mundos
    que se atraen y repelen como ariscos felinos
    en celo o solitarios, racimos suspendidos
    y a plomada cayendo en la negrura helada
    de vientos estelares.

  • Los servidores de su majestad

    Se puede hacer por quebrados
    o por la regla de tres;
    pero si uno va al derecho,
    hay otro que va al revés.

    Podéis cambiar el problema,
    lo podéis replantear;
    aunque uno diga que sí,
    el otro dirá: «Ni hablar».

  • La materia del tiempo, que es forma del lugar, realiza- en los ecos plurales su sentido

    El espacio ha quedado
    reducido a su centro,

    al ala que conduce
    la luz hacia su centro,

    al hueco que comprime
    la voz dentro del centro,

    al centro que proyecta el iris a su centro,
    al centro de ese centro que anula toda voz.

  • Axioma


    Dada la hipotenusa carnal del enxiemplo, bese
    el hombre a la sua
    mujer suave, arguméntela
    con otro fósforo para que la llama
    siga siendo llama,
                                                ábrala además
    libertino.

  • Soneto a la ciencia

    ¡Oh ciencia, verdadera hija de la antigüedad,
    Que todo lo alteras con tus penetrantes ojos!
    ¿Por qué te ensañas con el corazón del poeta,
    Cual buitre cuyas alas son la gris realidad?
    ¿Cómo podría él amar o tener por sabia
    A quien no le permite que en sus ensoñaciones
    Busque las joyas que rutilan en el firmamento,
    A donde se remonta en intrépido vuelo?
    ¿No has sacado tú a Diana de su carro?
    ¿No has expulsado a la dríada del bosque
    Obligándola a refugiarse en planeta más feliz?
    ¿No has arrancado a la náyade de sus aguas,
    al elfo de la

  • Materia traspasada...

            Materia traspasada
    por un haz de infinitas transparencias.
    Bulle la vida, densa, en sus adentros
    y mundos y sistemas se congregan
    en torno de su corazón rugiente.
    No hay más extenso campo de batalla
    que el interior de un átomo.

            Como una pesadumbre, como el final primero,
    domina la materia sus estados
    impenetrables, mientras en sus baluartes
    se hace fuerte la duda del origen.
    Su núcleo mineral golpea
    como una aldaba en el vacío.

         

  • Homenaje al nautilus

    Se remonta a través del registro de piedra a quinientos millones
    de años y desde la tierra casi primordial vibra bajo las aguas su
    sabia arquitectura que tanto tiempo tuvo allí para aprender de
    rosada esbeltez entre el terciopelo negro. Como en una vitrina de
    la Quinta Avenida reposa paciente al fondo del mar, su midtown
    Manhattan.

    Tan viejo marinero puede empero sentirse muy brioso grumete,
    pretendiendo ignorar la trágica historia del capitán Achab.
    Argonauta cuyo vellocino sería la eternidad, resulta bien sencillo
    atraparlo cuando cae la noche.