• Octavas

    XI

    Al salir del espacio me encuentro
    En el jardín abandonado de las cantidades,
    Y rompo la constancia aparente
    Y la conciencia de sí mismas de las causas.
    Y tu libro de texto, infinito,
    Leo solo, prescindiendo de los hombres;
    Libro sin hojas, de salvaje curandero,
    Compendio de problemas de enormes raíces.

  • Si dios hubiera muerto

    Si Dios hubiera muerto
    y no fuera más que espacio hueco sin volumen
    o tiempo retorcido girando por el universo

    Si no fuera más que un estallido gigantesco
    o el mismo centro de la nada
    o una explosión de antimateria
    surgida por azar del punto cero

    Si no fuera más que fantástico polvo neuronal,
    vana sensación de absoluto en el lóbulo parietal
    o un protónico deseo
    girando por el cerebro

    Si fuera tan sólo tensión interna y miedo,
    terror ante la oscuridad extrema
    o la lucha encarnizada entre la vida y la muerte

  • El contador de arena

    Cuando ello es posible, uno debe contar.
    Karl Friedrich Gaus

    Puedo contarlo todo, como Arquímedes,
    ¡y aprender tantas cosas mientras cuento!...
    Los granos de arena necesarios para llenar
    el universo de Aristarco de Samos, o el de Einstein,
    -que son, por cierto, más o menos los mismos
    a pesar del tiempo transcurrido entre ambos-,
    las manzanas que tiene el árbol de la ciencia,
    la cantidad exacta de gotas
    con que la lluvia me acaricia
    esta tarde de invierno. Puedo
    decir, sin temor a equivocarme,

  • El de ciencias naturales

    No puedo recordar
    su rostro

    estaba de pie frente a mí en lo alto
    al final de sus largas piernas separadas
    veía
    su cadenita de oro
    su gris levita
    y su flaco cuello
    al que estaba prendida
    una inerte corbata

    fue el primero que nos enseñó
    el anca de una rana muerta
    que pinchada con un alfiler
    violentamente se contrae

    él nos introdujo
    a través de un microscopio dorado
    en la vida íntima
    de nuestro bisabuelo
    el paramecio

    trajo un obscuro grano
    y dijo: cornezuelo

    instigado por él
    en el décimo año de mi vida

  • Conocimiento

    Tú sabes cómo creo
    saberte entera; tú
    sueñas con que me sabes.
    Uno tú y uno yo: fuéramos 1...

    Y pronto es 2. Me dices
    tanto mejor así con tus ojos oscuros,
    tanto mejor así, los dos libres y juntos.
    ¿Tal vez uno + uno?

    Pequeña matemática de amarnos:
    extraña tu certeza de ser mía,
    sueño en vela esta fe en que seré tuyo.

  • Gozos cibernéticos

    Aquí estoy: venada sobre el pasto azul.
    Los horizontes son planos luminosos
    por los que cursan ríos secretos
    arroyuelos por donde corren inquietas descargas eléctricas
    -cifras digitales preñadas de cotidianos pensamientos.

    Podemos hablar. Zambullirnos en formas geométricas.
    Traspasar a conductores minúsculos el gesto de la risa,
    acariciar las ideas en su incesante movimiento.

    En el misterio interior de la máquina
    imagino una ciudad donde soy oráculo y diosa,
    principio y fin. Donde la electricidad fluye con mi deseo de vivir

  • Si muero en la carretera

    I

  • Inútil escrutar tan alto cielo

    Inútil escrutar tan alto cielo
    inútil cosmonauta el que no sabe
    el nombre de las cosas que le ignoran
    el color del dolor que no le mata
                                inútil cosmonauta
    el que contempla estrellas
                               para no ver las ratas.

  • Recursividad

    El vértigo es salirse del planeta,
    echar una mirada y no ver sino
    negro rotar, oscuro fluir de sombras.

    No existe el tiempo, sólo el movimiento,
    el espacio que abisma los relojes.

    ¿Qué es la ansiedad al lado
    de ese pozo sin fondo del espacio
    donde una gota apenas de conciencia
    se diluye inventando las estrellas?

  • A Heráclito

    Me aferro al suelo y no conozco límites
    del pensar. No sé quiénes son las rocas.
    Silban las flores allende los límites
    y cuelgo mi farol harto de rocas.

    Determina el moverse ciertos límites;
    pone cristal la tarde en unas rocas.
    Se ampara el horizonte en cuatro límites
    y tengo tras de mí follaje y rocas.

    Avanzo y me despojo de las llamas
    del fuego que ahora chilla sobre el agua.
    Un roble corpulento alza la Tierra.

    De un soplo temporal echa por tierra
    los augurios que el hombre escribe en agua
    intentando hacer signos de unas llamas.