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Los hombres -pobres hombres-
Mantienen convivencia necesaria
Con ese alrededor que los sostiene:
La tierra más el agua, fuego y aire.
Esa nutricia tierra
Que a todo sin cesar le da su hondura.
El agua de los mares, de los ríos,
De creaciones líquidas.
Los fuegos y sus llamas nos alumbran,
Caldean y destruyen.
Oh luz con sus penumbras y sus sombras
De una puntualidad bien dirigida.
En una relación siempre inmediata,
El aire: brisa, viento, vendaval.
Brisa, deleite, viento acosador
Y ya enemigo.
Ahí está la natura prodigiosa,
Alg
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Esos hombres mongoloides,
con la cabeza muy ancha,
juanetudos y achinados,
tienen condiciones raras.
Hay entre ellos muchos tipos
que aprenden las matemáticas
con una facilidad
que nos maravilla y pasma.
Otros tienen facultades
verdaderamente extrañas
para componer la música
y sentirla y recordarla.
Yo, siempre que las contemplo
a esas cabezas cuadradas,
supongo a un chino genial
que va a hacer una gatada,
y me recuerdan a Beethoven
y sus terribles sonatas.
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Cuerpo, árbol triste, piedra
desmantelada,
rincón de la memoria has ido almacenando
tus anhelos, tus lastres, tus malditas
condescendencias con la soledad?
Las mermas sucesivas de los años,
sus fases de ufanía, ya son sólo
constancias azarosas:
amagando en lo oscuro, aquí un atisbo
de pasión apenas persuasiva,
por todas partes esa mezcla
de contumacia y de incred
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Topología sobre Dinámica
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Tus electrones giraban tranquilos
por órbitas de tu mundo interior,
mientras los días iban configurando en ti
la clorofila, en una mutación
de la cual desconoces el origen.
Ahora eres un árbol en el bosque de la vida,
con el día llegó la luz de tus ojos
y te diste cuenta que los electrones
se excitaban con aquel beso de luz.
Seguían una cadena de transporte
con una alegría que daba energía
y obtenía oxigeno del agua.
Y te introdujiste en el otro fotosistema,
que tenía una clorofila diferente,
completando su órbita.
Ya sin luz, en la noch
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Ama tu ritmo, y rima tus acciones
bajo tu ley, así como tus versos;
eres un universo de universos
y tu alma una fuente de canciones.
La celeste unidad que presupones
hará brotar en ti mundos diversos,
y al resonar tus números dispersos
pitagoriza en tus constelaciones.
Escucha la retórica divina
del pájaro del aire y la nocturna
irradiación geométrica adivina;
mata la indiferencia taciturna
y engarza perla y perla
cristalina
en donde la verdad vuelca
su urna.
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El único mamífero indígena,
un único ratón hallado en Chatham...
Aves terrestres, 32 especies
sin parecido con ninguna otra
de otra parte del mundo. Un gorrión
parecido a una alondra de América
septentrional. Las otras 31
son: un halcón, dos búhos, un vencejo,
un reyezuelo, tres agachadoras,
(..........................................)
un papamoscas, una becasina,
y una codorniz que no difiere
de las americanas salvo porque
su plumaje es más oscuro y ralo
y es algo más pequeña. Mr. Gould
la considera diferente.
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Cuando recuerdo esa carta de Plinio
Sobre la vida cotidiana de un hombre de letras
En la época de Trajano -masseuses de
Diversos colores antes del desayuno, todas
Ellas versadas en los poetas griegos,
Discursos filosóficos en el baño, sones de
Flauta y matemáticas con la comida,
Pavos asados para cenar y luego ménades
Diversas o bien astronomía, según el
Talante y el tiempo-, soy presa del asombro.
Aquí estoy yo, pobre, orgulloso y
Hogareño, manejando mi máquina de escribir,
Y por la ventana de mi biblioteca
Veo regresar del instituto, luju
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Ahora te hablaré de los fuegos de las constelaciones
que brillan por doquier con un orden fijo; y en primer lugar
cantaré los que oblicuamente ciñen la parte central del universo,
acogiendo al sol alternativamente por un período de tiempo,
cantaré también otros astros que luchan con el cielo
que gira en dirección opuesta: todos ellos podrías contarlos
en un cielo despejado, y gracias a ellos se puede conocer todo
el plan del destino, de forma que lo más importante del universo
es lo que ocupa su parte más alta.
En primer lugar Aries, resplandeciente por su vellón
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Fragmento
Origen y Naturaleza del Universo
Y si la tierra no fuera estable gracias a ese equilibrio de
fuerzas, el sol no conduciría su carro desde el poniente,
al aparecer las estrellas del cielo, y no volvería nunca al saliente,
ni la luna, sumergida en el vacío, regiría su marcha, ni el Lucífero
brillaría en las horas de la mañana, después de haber dado luz
bajo el nombre de Héspero y de haber recorrido el cielo.
Ahora bien, puesto que la tierra no está sepultada en lo más profundo,
sino que permanece