• Freud en Pompeya

    El hombre que socava los espíritus
    en la ciudad desierta escruta el Tiempo.
    Está vivo y no ve la apoteosis
    de la Vida en las luces de las ruinas.
    No ve que aún queda savia en los jardines
    alimentados de ecos, de abandono.
    No sabe que la Parca siembra vida.
    Él escarba, escarba en el bosque
    del lenguaje y la idea. De allí extrae
    metálicos relámpagos, tormentas
    que hunden la Moral, los firmes atrios
    que en el dolor pasivo de los más
    levantaron los menos con sus dogmas.

    Confusión de humedades otoñales
    en las enredaderas y en los frisos

  • A benito arias montano

    Hay muchos que a espaldas murmuran y arrojan ponzoña,
    buscando, envidiosos, arruinar la obra que ni han conocido.
    ¿Habrá quien pretenda que tantas y tan arduas cosas
    puedan escribirse conforme al arbitrio de otros,
    cuando tantos cuidados y búsquedas ellas exigen
    y no hay muchos que quieran sufrir tamaños desvelos?
    ¿Cómo podrá ser buen juez y censor perito
    el que nada conoce plantas, ni vio nuestros libros,
    ni ha sabido de nuestros trabajos y fatigas duras?

  • Al pequeño aparato de radio

    Cajita con la que cargué cuidadosamente en mi huida
    de casa al barco y del barco al tren
    para que sus lámparas tampoco se me rompiesen
    y mis enemigos no dejaran de hablarme

    en la cabecera de la cama y con gran dolor mío
    de sus victorias y mis penalidades
    cerrando la noche y empezando la madrugada:
    ¡prométeme no enmudecer nunca de repente!

  • La rosa de hiroshima

    Piensen en la criatura
    Mudas telepáticas
    piensen en las niñas
    Ciegas inexactas
    Piensen en las mujeres
    Rotas alteradas
    Piensen en las heridas
    Como rosas cálidas
    Pero oh no se olviden
    De la rosa de la rosa
    De la rosa de Hiroshima
    La rosa hereditaria
    La rosa radioactiva
    Estúpida e inválida
    La rosa con cirrosis
    La antirosa atómica
    Sin color sin perfume
    Sin rosa sin nada.

  • Epístola a cadalso

    Ya el venturoso tiempo está cercano
    en que los buenos españoles vean
    que, de esta filosófica oficina,
    el amor de las ciencias se difunde,
    y en la nación rápidamente cunde.
    No serán ya al oído castellano
    nombres desconocidos litologia,
    metalurgia,, halotecnia, ornitologia. (1)
    Ya para el nuevo gabinete ofrecen
    ambos mundos sus varias producciones…
    ¿Qué mucho, si, a porfía con sus dones,

  • Ciencia a conciencia

    El sapito feo
    con el veneno de su sudor,
    puede matar a un león.

    Venenos que matan.
    Venenos que curan.

    La abeja no sólo hace miel,
    hace bien,
    con su veneno inocente
    cura el reuma al paciente.

    La serpiente brasileña jararaca,
    con su veneno al cáncer mata.

    Y la pequeña víbora cornuda cabreada,
    puede matar a un elefante de una tonelada.

    Sabios biólogos y demás gente de buen observar,
    andan buscando el veneno de los bichos
    para podernos curar.

    ¡Mejor tiempo se avecina!
    En sus laboratorios los doctores benefactores

  • [¿y si, de improviso...]

          ¿Y si, de improviso,
    las cosas dejasen de fingir?
    ¿Si doblegasen su temple, si destensaran
    su rigidez, si consintieran
    que llegásemos a un punto
    de entendimiento? ¡Me acompaña
    tantos años ya esta mesa
    sostén de mis dudas y mis devaneos,
    o esta vasija ibérica, en la que fijo
    la mirada cuando dejo
    de ver lo que me rodea!

          Algo bulle en lo más dentro de su aparente
    serenidad. ¿Qué es lo que temen?
    ¡Ah si, de improviso, se quitasen
    la máscara!

  • Himno a los voluntarios de la república

    El mundo exclama: <<¡Cosas de españoles!>>…
    Contemplamos a Goya de hinojos y rezando ante un espejo,
    a Coll, el paladín en cuyo asalto cartesiano
    tuvo un sudor de nube el paso llano
    o a Quevedo, ese abuelo instantáneo de los dinamiteros
    o a Cajal devorado por su pequeño infinito…

  • 80 veces nadie

    Habrá viejos y viejos, unos
    vueltos hacia la decrepitud y otros
    hacia la lozanía, yo estoy
    por la lozanía, el cero
    uterino es cosa de los mayas, no hay cero
    ni huevo cósmico, lo que hay en este caso
    -y que se me entienda de una vez- es un ocho
    carnal y mortal con mis orejas de niño para oír el Mundo,
            un ocho
    intacto y pitagórico, mis hermanos
    paridos por mi madre fueron ocho, los pétalos
    del loto, la rosa de los vientos, lo innumerable
    de la Eternidad, mi primer salto al vacío

  • Ciencias naturales

    I. PRIMAVERAEn la cocina en un jarrón se quema
    en olor para hacerse
    oh ceniza marchita
    directamente al cubo de basura
    un manojo de flores
    cogidas en el campo por mi hermana
    todos los de la casa
    -de ello indicio
    es el rastro de pétalos que albergan
    las acrílicas fibras de la ropa-
    han abrazado el ramo han exhalado
    su perfume no tiene
    que ver en absoluto con parisdelafrancia:
    parte son solidarias
    inflorescencias de mimosas, ojos
    amarillos provistos
    de múltiples pestañas grisverdosas.