• Oración de albert einstein

    Advierto con profunda perplejidad
    que el hermoso guijarro que abandono en el aire
    se precipita recto hacia la tierra.
    Tal vez para una hormiga que fuera en el guijarro
    sería más bien la Tierra lo que cae,
    verde planeta que se precipita.
    Para el soldado inmóvil
    antes de halar la cuerda de su paracaídas
    vertiginosamente asciende el mundo.
    Y si al pasar el tren ante su cobertizo
    el mendigo no viera los vagones
    sino al niño que en ellos deja caer la manzana,
    vería que la manzana toca el suelo
    lejos del sitio donde el niño la suelta,
    que la manzana cae obli

  • Cuando el mundo se afina

    Cuando el mundo se afina
    como si apenas fuera un filamento,
    nuestras manos inhábiles
    no pueden aferrarse ya de nada.

    No nos han enseñado
    el único ejercicio que podría salvarnos:
    aprender a sostenernos de una sombra.

  • Grafemas

    El dibujo sonoro de la línea
    es anterior al tiempo de lo blanco.

    El tiempo de la línea
    -como el espacio y el ritmo de la página-
    es anterior al ritmo del color.

    El espacio y el tiempo de la línea
    son interiores al blanco de la página.

    Cuerpo textuado, la escritura
    es un ritmo de espacios de color:
             de blanco sobre negro,
             de negro sobre blanco
    en el espacio en blanco de la línea,
    en el espacio en blanco de la página,
    en el espacio en blanco del

  • Nocturno

    ... Es la celeste geometría
    de un astrónomo viejo
    sobre la ciudad alta-torres
    negras, finas, pequeñas, fin de aquello...-

    Como si, de un mirador último
    lo estuviera mirando
    el astrólogo.

                        Signos
    exactos -fuegos y colores -,
    con su secreto bajo y desprendido
    en diáfana atmósfera
    de azul y honda transparencia.

    ¡Qué brillos, qué amenazas,
    qué fijezas, qué augurios,
    en la inminencia cierta

    de la estraña verdad!

  • ¡ah, si los blancos álamos...!

            ¡Ah, si los blancos álamos
    en los que balanceo mi mirada fuesen
    los blancos álamos y el agua
    en el regato fuese
    el agua y fuese
    verdad el resplandor sonoro
    y el rubor y el silencio
    veteado de frío con el que toma vuelo
    la mañana!
    ¡Ah, si fuese verdad lo que se sueña
    ya despierto, después de haber soñado!
    ¡Ah, si fuese verdad tanta armonía y fuese
    verdad que estoy aquí desnudo
    asistiendo al prodigio
    del universo que se despereza!

  • El número π

    Antes de la primera danza, ¿existió el perímetro?
    Los astros
    no miden el camino que recorren,
    en el círculo de las olas
    el agua ignora al agua y cada punto sigue las leyes,
    inertemente.

  • Nueva york (oficina y denuncia)

                        [Fragmento]

    Existen las montañas. Lo sé.
    Y los anteojos para la sabiduría.
    Lo sé. Pero yo no he venido a ver el cielo.
    He venido para ver la turbia sangre,
    la sangre que lleva las máquinas a las cataratas
    y el espíritu a la lengua de la cobra.

  • Límites

    ¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed,
    hasta aquí el agua?

    ¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire,
    hasta aquí el fuego?

    ¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,
    hasta aquí el odio?

    ¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,
    hasta aquí no?

    Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
    Sangran.

  • Profecía del anti-darwin

    El hombre, que creyó que provenía
    de las figuras geométricas,
    o de las piedras arrojadas
    hacia atrás por los sobrevivientes
    del diluvio, cuando un sueño les dijo
    que arrojaran los huesos de la tierra
    les llevó un par de siglos entender
    qué demonios se les pedía que hicieran),
    el hombre, decía, que creyó
    devenir como una emanación
    del arquetipo platónico,
    o bien del Verbo encarnado
    en un sujeto y su costilla,
    incapaces en conjunto de etc.,
    habiendo sido refundada la raza
    por un barco que encalló en Turquía

  • Requiem de las esferas

    Contemplación que me contempla, ayúdame,
    y pensamiento que me piensa, ayúdame,
    lengua que me modela cuando la noche cae
    en un recuerdo hondo, casi al fin del camino,
    con un pie en el instante y el otro en el estribo,
    sin mayor esperanza, no desesperanzado.

    ¿Olvidar debería la deriva de un río
    cenagoso de plásticos, familias de judíos
    dinamitadas sobre el Danubio helado,
    argelinos sin nombre arrojados al Sena
    desde puentes serenos, y la flotante imagen
    malamada de Ofelia, coronada de flores?